Presentamos el trabajo de la poeta salvadoreña Lya Ayala (San Salvador, 1973). Poeta y periodista. Ganó el premio de poesía Alfonso Hernández (1997). Aparece en las antologías Alba de Otro Milenio (DPI, 2000), de Ricardo Lindo, Otras Voces (DPI, 2011), El Libro del Voyeur (Ediciones del viento, 2010), Lunáticos, poetas Noventeros de la posguerra (Índole Editores, 2012), Ventanas (Ediciones La Fragua, 2012).
Ancestral
La mirada del viento
mira las palabras
mira los ojos inciertos
mira caer la sombra
mira en silencio gotas encima de una mesa
gotas sobre el suelo encendiendo chispas de fuego
estaban solitarias las palabras y recordaban
los rostros débiles en la niebla, las manos sin estaciones
los aullidos de los recuerdos
las miradas podían caer lentamente en la madera
y oler la gravedad del dolor de la madera
podían sinceramente entrar en la talladura
y reconocerse en el entramado oscuro del tiempo
era simple
las miradas recordaban los caminos por donde surgió
aquel árbol
aquella débil rozadura del aire con la lluvia.
Luces
¿Escuchas cómo late tu sombra
contra mi sombra?
hace tiempo los oídos están muertos
y el tiempo grita
debajo de las piedras
mientras escuchamos
mientras el silencio
ese terrible
ese inmortal
las elige con cuidado
prometí cuidar tu sombra,
prometí hacerla dormir encima del agua
prometí convertirte en palabras
en palabras que destrozaran sonidos
y puertas y casas y piedras.
Laberinto
El tiempo gira sobre los árboles
los árboles giran sobre la tierra
el silencio gira en ruta de la arena
tus manos hondas de agua están entrando
en mis manos de tormenta
el tiempo gira en nosotros adentro y afuera
mira tus ojos que me miran
mira tu boca que toca mi boca
estamos donde estuvimos
aquel día en el fin del mundo
en el principio de la hoguera
éramos tiempo y sombra
recuerda…
2
El centro de tu boca me toca
me toca y me perfora
me perfora y me sacrifica
es el tono de las silabas
lo que pasa entre nosotros
me quiebro entonces en ti
en silencio
como los tulipanes
frente a sus hojas.
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Tu boca sobre mi boca
descubren en secreto
el silencio de una gaviota
susurrando en nuestros dedos
el olvido de la historia
así es el cielo de la gaviota
volando de tus labios a mis labios
firmamento que reconoce en tu cuello
su tibia estela de viento
es el mar cuando atardece
y somos la brisa en sus ojos
inmensa
recogida
son tus labios y mis labios
silenciosos
musitando la noche detenida.
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Hoy puedes tocarme
como se toca la muerte
hundiendo tus dedos
en el agua fría del viento
donde las horas pasan
y el tiempo sacude sus alas
no me verás
deslizarme en vuelo
hasta tu espalda
no me verás
porque la muerte
es también
un tierno silencio.
Tres
A K.
la palabra es tu respiración
aire que derramas adentro de tu centro
deseo tu centro sobre todas las cosas
el tiempo de tu respiración sobre la palabra
para que viva y exista para que sea verdad
verdad de tiempo y estructura
tu aire en el pecho que salta y enciende su cúspide
y se desploma ese aire quiero y no otro
date la vuelta
mira cómo se desliza en medio de las páginas blancas
míralo ha sido hecho por ti ha nacido para ti
por eso es tu cuerpo y ama tu cuerpo y tu respiración y tu aire
míralo
tócalo
eres tú
y más que tú es la historia
la que construyen los silencios y los pasos
quiero destruir la línea que borda el silencio en medio de los pasos
abrir su boca y entrar para encontrarte
tomarte entre los dedos y encerrarte en mi boca
erguir la silaba ante el vacío y construirte de nuevo
anunciar en la palabra la tristeza de un pájaro
que salta y brilla como el péndulo
pero no estás cerca aún te buscan las sombras
el tiempo teme huidas
el tiempo se arrastra debajo de tu piel ansiosamente
rescato de la sílaba tiempo y péndulo
tu cuerpo
anunciado desde el vacío hacia la presencia
cuerpo hermosamente labrado
en las páginas de la historia
eres viento en la boca.
A Ítaca
Fui alguna vez Penélope
sentada y bordando el claro cielo y las nubes
Ulises volverá…así dice la historia
cuando en la tierra unos pasos soltaron la lluvia
y enterraron sus ojos de fuego en mis ojos
Ulises murió… ese día esa hora
Cuando el forastero apareció
Y enterró sus dedos en mis piernas
en que sus dedos hurgaron mi vientre hasta conocerlo
en que su olor se quedó en mi cabeza
en que la frialdad de mi cuerpo ante el tiempo y la espera
se crucificó ante el forastero que llega
Fui alguna vez Penélope
sentada y bordando el claro cielo y las nubes…
ante el forastero sin nombre que no luchó en la batalla
que no alimentó al Ciclope
que amó a las sirenas
ante su fuerza azotada contra mi espalda
fui locura desatada: mujer desnuda ante la isla
mujer sin sentido, mujer finalmente poseída
Ulises murió…ese día esa hora
en que el forastero apareció
y sobre el cadáver de Ulises vibraron mi piel contra la suya
piel de hojas y olor de hierba
piel de fuego y orgullo
ese día esa hora
cuando todos los hombres llegaban a vencerse
él estaba en mi cama
Pobre Penélope crucificada
eres cualquiera, le dijo el forastero
eres estúpida, le burló el forastero
ahora serás llamada la de las pocas monedas
al despedirse depositó mi forastero
una pequeña de plata sobre mis piernas
Mis ojos lo vieron marcharse
mis ojos bordaban su nombre
sobre el claro cielo y las nubes…
No entiendes, le dije, antes que cerrara la puerta
Ulises jamás ha existido
tú conoces el latido de mi lengua.
Datos vitales
Lya Ayala (San Salvador, 1973). Poeta y periodista. Ganó el premio de poesía Alfonso Hernández (1997). Aparece en las antologías Alba de Otro Milenio (DPI, 2000), de Ricardo Lindo, Otras Voces (DPI, 2011), El Libro del Voyeur (Ediciones del viento, 2010), Lunáticos, poetas Noventeros de la posguerra (Índole Editores, 2012), Ventanas (Ediciones La Fragua, 2012). Ha escrito Verde, Arrecife, Rojo, Piel del mar, Memorial del árbol.