El equívoco cervantino, de Pierre Herrera

Presentamos un texto del primer libro del ensayista michoacano Pierre Herrera (Morelia, 1988), “El equívoco cervantino”. El libro mereció el Premio Opera Prima de Ensayo convocado por el Gobierno de Michoacán. Herrera también escribe narrativa.  Estudió la carrera de Lengua y literaturas hispánicas en la UMSNH y actualmente la Maestría en Literatura Mexicana en la BUAP.

 

 

 

 

ESPEJISMOS

 

Escribo esto, y de pronto me sorprendo a mí mismo apareciendo y desapareciendo en el espejo de la habitación.

ENRIQUE VILA-MATAS, Doctor Pasavento

 

 

La literatura es un engaño. Es un juego de espejos entre lo que hay en el mundo y lo que hay en el mundo de las letras. Es una interminable pugna entre el pensamiento y la percepción, entre los extremos que se desvanecen en el silencio del vacío. Es la ilusión de la forma evanescente de las palabras, que tratan de aprehender la percepción, el pensamiento, el tiempo, la memoria, la propia literatura. Y sin embargo, al depender la literatura de las capacidades del lenguaje también está propensa a las mismas limitaciones de éste; es decir, de llegar al umbral de lo indecible del que habla Wittgenstein: de lo que es imposible pensar porque va más allá de las estructuras del pensamiento y por lo tanto se encuentra vedado a las palabras, a la imaginación, a la interpretación.

Y a pesar de esta limitante, la literatura se ha mantenido entre las prioridades de la humanidad desde sus comienzos. Re-crear el mundo debido a la insatisfacción de la realidad que se vive, o transmitir lo que, paradójicamente, no es posible nombrar: una certeza de la vida, un sentimiento, la misma paradoja de lo indecible: el vertiginoso vacío que rodea a la humanidad. Al respecto el escritor Gao Xingjian comenta:

 

La realidad es inabarcable con el lenguaje: quizás la literatura exista porque lo real es por y para siempre inagotable. Los hombres antiguos y modernos siempre han intentado expresar la vigencia de lo real con su propio lenguaje; pero la percepción de lo real sólo puede darse a escala individual, pues no existe una realidad global y unificada.

 

La frase con la que comienza Moby Dick de Melville es paradigmática al respecto: “Llamadme Ismael”, se dice invitando a lector, quien en ese momento debe decidir si creer en el discurso de este personaje-narrador que se hace llamar así, ya que en realidad Ismael es sólo su alter-ego literario, como hacerse llamar Ricardo Reis, o Pablo Neruda, o simplemente K; o abandonar el relato en ese momento. Aunque abandonar sería regresar por el camino por donde se venía y nunca conocer la profundidad del agujero del conejo blanco.

Debemos creer en el engaño ante nuestros ojos para que los mecanismos de la ficción empiecen a operar en la realidad, en nuestra percepción. De cierta manera cada ficción es un mundo a parte de éste, un mundo de posibilidades y por lo tanto la literatura en su conjunto no es más que la posibilidad cuántica de ser. Ser volviendo a encontrarnos en otros espacio y tiempos. Ser otro pero al mismo tiempo ser el mismo que pensamos que somos.

El mundo que nos rodea es un reflejo de nuestras palabras, del conjunto de percepciones y digresiones. Hay un mundo, y millones más fuera de nosotros en espera de ser leídos.

Leer implica un énfasis en la contemplación de la realidad; leer es imaginar su transformación. Se lee literatura de la misma manera que se lee el mundo: desde una posición diferente cada vez, y sufriendo las modificaciones en la percepción tras cada lectura. Creemos que es el mundo el que se trasforma cuando leemos pero en realidad somos nosotros los que vamos cambiando palabra a palabra.

Una de las formas más representativas de asumir esta posibilidad que la literatura ofrece al leer es la que Alonso Quijano creó para sí: asumir su realidad como un mundo que se articula en términos literarios. Su interpretación del mundo va de los textos a la vida, y de ahí de vuelta al texto.

Alfonso Quijano se relaciona con el mundo a partir de su visión como lector de libros de caballería; y es con esos ojos que interpretaba las percepciones que tiene del mundo para crear su realidad. En el proceso vuelca a las personas que lo acompañan a esa realidad paralela en donde unos molinos de viento, no pueden, sino que son gigantes; donde una venta es un castillo con un noble dueño que lo nombra caballero, donde la hermosa Dulcinea de Toboso existe, y donde se debe defender su hermosura por sobre toda otra mujer con cualquiera que ose ponerlo en duda, como el desdichado Caballero de la Blanca Luna.

Precisamente en ese episodio de las aventuras del Quijote, cuando se enfrenta al Caballero de la Blanca Luna, quien no es más que su amigo el bachiller, que para regresar a Alonso a su casa decide ingresar en la realidad de éste convirtiéndose en un personaje de esa ficción, se puede apreciar cómo Alonso Quijano aparentemente es derrotado por su propia locura. Mas lo que ocurre es que la realidad del Quijote involucra de tal manera a las personas que intentaban engañarlo para salir de ella, que éstas asumen esa forma de interpretar el mundo a tal grado que al final de la novela, cuando muere Quijano, ellos permanecen en ese mundo de ficción.

Ese permanecer en la escritura, como el reflejo de dos espejos contrapuestos, es el equívoco cervantino. Es tratar de vivir la literatura. Es el deseo de no salir de sus relaciones internas. Es el mal de Montano: la enfermedad de las letras de Enrique Vila-Matas. Es tratar de relacionar los hechos que se perciben como si se estuviera leyendo una obra literaria; como el protagonista del El club Dumas, quien interpreta los hechos en los que se ve involucrado como una novela policiaca, por lo que los vive como tal: ateniéndose a los giros narrativos propios del género, hasta que llega al final y se revela que todo lo creó él mismo en su imaginación y que no hay misterio por resolver, sólo coincidencias. Y sin embargo las cosas pasaron como él las veía, realmente pasaron, y fueron reales: un amigo suyo murió; no hay algo más real que la muerte. Él vivía en una realidad paralela, compartiendo hechos con otros personajes, enclaustrado en su realidad literaria.

Nuestra percepción da forma al mundo, crea nuestra realidad, y literaria o no, es nuestra, y es real.

 

 

 

 

Datos vitales

Pierre Herrera (Morelia, 1988). Escritor y traductor. Estudió la carrera de Lengua y literaturas hispánicas en la UMSNH. Ha publicado varios cuentos y ensayos en diversas revistas y antologías de Michoacán como Poética de la resistencia (Eón, 2011), Vine porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pito Pérez (SECUM, 2011) y Letra franca, y nacionales como Rojo siena, Anders Behring Breivik y Círculo de poesía. Ha colaborado con capítulos de libros y artículos en diversas revistas especializadas nacionales e internacionales. Actualmente es integrante de la Sociedad de Escritores Michoacanos A.C. y cursa la maestría en Literatura mexicana por la BUAP.

 

 

 

 

 

 

 

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