Presentamos, en versión del poeta y traductor José P. Serrato, algunos textos del poeta brasileño Sanderson Negreiros (Ceará-Mirim 1939). Su primer libro de poesía es O Ritmo da Busca, publicado a sus dieciséis años. Ha sido periodista en Río de Janeiro y profesor de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte. Ha reunido su poesía en el volumen Fábula Fábula.
EL ÁRBOL
El árbol tiene la palabra
tranquila. Sólo fue otorgada
a los pájaros. Por eso, fluctúa
de manera retraída.
¿Quién garantiza la permanencia
del árbol? ¿las aves?
Las aves son de miserable
materia: no se renuevan.
A los pájaros no fue otorgada
la constancia del arco
entre el árbol y la tierra.
¿La brisa? A veces, la brisa
medita, sabia, sobre las frondas.
Pero nunca alcanza la duración
del árbol. ¿Quién acusará
a la muerte de esa faena repetida?
¿Y su dulzura de verdes
ocasionales? El árbol tiene
veranos de mármol. ¿Quién sentirá
su fatiga de entierro?
VIII
La orquídea de tu mano
¿Porqué no será orquídea
la orquídea de tu mano?
¿Mayo, ápice de tus evasiones?
Pregunto y
ya has partido.
IX
Aves arden
en puertos barcos muros.
El sol cancionero
navega en hábil azul.
Y, abajo, desliza
la mejilla de su paso sosegado.
X
El fulgor es de constelación
partida. Por eso,
trabajo voces cotidianas
entre los arcos del mundo
porque el mundo común
es común a la mortal certeza.
XIV
No edifiques el sonido
no estructures la nada.
El hambre es suficiente
para el hábito de ser.
Al hombre le basta el nombre
de Hombre. Su sonido. Su dolor.
EL RÍO
El río elabora el vacío del tiempo.
Y en él cansancio, mas se entrega
a los surcos, lento y profundo.
Al saberse fuente única, sin
comienzo ni final, trabaja sus
auroras en el sigilo de la noche, y
pasa, iluminado por el viento.
Entre cañaveral y catástrofes
sucesivas, fluye, torrente remota
y titubeante. Jóvenes vientos
le encierran el paisaje y
trazan huellas de sol, muriendo
en las tardes del valle. Y por esas
tardes, el río prosigue, en la tortura
de ser breve y entero, en la
claridad donde duermen canciones.
RIMBAUD, LA AMALGAMA
Ha habido muerte en donde nací.
ha habido llanto en donde no pude comunicarme
ha habido silencio donde estuve impasible
y ha estado además Rimbaud. Él ha sido,
y ha sido la materia y cierta mujer
cierto ebrio y cierto metafísico
cierto santo y cierto dionisiaco.
Rimbaud, el límite de tu imagen
es la razón de que te encontraras
con el tiempo vacío en el retrato de Charleville.
Te rimbaudí, sueños de remanso y sordidez,
y permanecí poblado en la poesía.
3
No sólo quererte, solamente, sino desvelar
en ti la razón de que contemplaras
la vida con ansia de belleza y color
como si de lo trágico de amarte
restara un enorme instante de amor.
Estar a tu lado, apoyándome en el
futuro, o vivir en la presencia de tus
gestos, gastados de tan profundos
que pliegan la cara de recuerdos
dulces de pastor, recio y taciturno,
que siempre guía ovejas pero por una
de ellas, se deja morir de amor.
A ÁRVORE
A árvore tem a palavra
Tranquila. Só foi dada
a pássaros. Por isso, flutua
com jeito recolhido.
Quem garante a permanência
da árvore? as aves?
As aves são de precária
matéria: não se renovam.
Aos pássaros não foi dada
a constância do arco
entre a árvore e o chão.
A brisa? Às vezes, a brisa
medita, sábia, sobre as frondes.
mas nunca atinge a duração
da árvore. Quem acusará
á morte dessa faina repetida?
E sua doçura de verdes
ocasionais? A árvore tem
verões de mármore. Quem sentirá
sua fadiga de pouso?
VIII
A orquídea de tua mão
por que não será orquídea
a orquídea de tua mão?
Maio, ápice de teus desvios?
Consulto e
já tens partido.
IX
Aves ardem
portos barcos muros.
O sol cancioneiro
veleja em hábil azul.
E, baixo, desliza
o pomo de seu gasto sossego.
X
O fulgor é de constelação
partida. Por isso,
trabalho vozes diárias
entre os arcos do mundo
porque o mundo comum
é comum à mortal certeza.
XIV
Não arquitetes o som.
Não estrutures o nada.
A fome basta ao hábito
de ser.
Basta ao homem o nome de
Homem. Seu sono. Sua dor.
O RIO
O rio elabora o vazio do tempo.
E em si cansaço mas entrega-se
aos rumos, lento e profundo.
Ao saber-se fonte única, sem
começo nem fim, trabalha suas
auroras no sigilo da noite, e
passa, aceso pelo vento.
Entre canavial e catástrofes
sucessivas, flui, torrente remota
e hesitante, Ventos imaturos
confinam-lhe a paisagem e
trazem legendas de sol, morrendo
nas tardes do vale. E por essas
tardes, o rio prossegue, na tortura
de ser breve e inteiro, na
claridade onde dormem canções.
A RIMBAUD, O AMÁLGAMA
Houve morte de onde nasci
houve pranto onde estive incomunicável
houve silêncio onde estive impassível
e houve além Rimbaud. Ele é
e é a matéria e uma certa mulher
um certo bêbado e um certo metafísico
um certo santo e um certo dionisíaco.
Rimbaud, o teu limite de imagem
é a circunstância de te deparares
com o tempo vazio no retrato de Charleville.
Rimbaudiei-te, sonhos de remanso e sordidez,
e me permaneci populoso na poesia.
3
Não só querer-te só, mas desvendar
em ti a razão de contemplares
a vida em ânsia de beleza e cor
como se do trágico de amar-te
restasse um instante maior de amor.
Estar ao teu lado, apoiando-me no
futuro, ou viver na presença de teus
gestos, gastos de tão profundos
que vincam a face de lembranças
doces de pastor, arredio e soturno,
que sempre guia ovelhas mas por uma
delas, deixa-se morrer de amor.