Nuevos poetas de Sinaloa: Sandira Castro (Foja de poesía N. 462)

Continuamos con el dossier de Nuevos Poetas de Sinaloa coordinado por Mijail Lamas.  En esta ocasión presentamos la poesía de Sandira Castro (Culiacán, 1989), escritora y artista visual, ha colaborado en diferentes publicaciones literarias.

 

 

Sandira

 

Quizás algún día
Duerme, tierna y temblorosa,
dulce, como el agua de las flores en primavera,
cálida, como el resonar de su sonrisa,
querrá huir, pero no será hoy,
quizás, en aquella noche que aún se avecina,
muy lejana y nublosa,
a leguas, mil noches y sus días,
millones de estrellas velaran sus pasos,
pero hoy es mía,
mía, porque la tengo,
porque la emparedo a mis costados
que se abaten ante sus sollozos,
la cuidare tanto como la estocada
de mi vida me lo permita,
después, después será de ellos,
de los otros,
de aquellos que sin rostro rujen
en los caminos polvorientos
de una ciudad luminosa pero perturbada,
con manos caídas,
con lenguas cercenadas,
filosas garras rosadas y amenazantes,
estará bien, lo lleva en la sangre,
su mirada lo delata,
es y será lo que fui,
pero no hoy,
ni mañana,
quizás,
quizás algún día.

 

 

A estas horas

A estas horas,
mientras él duerme,
yo, debatida, ignoro su sollozo,
acomodo mis memorias
en un orden aleatorio para que el fin,
audaz y trotamundos cambie en mi benevolencia,
para viajar a otros mundos,
donde otros rostros rasgados,
con almas antiguas me acopasen a sus cantos,
arrullando mi sonreír cansado y estrepitoso,
porque ahora pertenezco a nada,
con nadie a mi constado,
sola,
abandonada de ti y de toda mi ternura,
castos paso de mi alma que vagan
y se regocijan creyendo que por fin son libres,
pero no,
al contrario,
jamás han sido más presos que ahora,
puesto que no llevo bajo mi manga
el as perfecto que le dé fin a mi tortura.

Yo nací despierta,
con ambos brazos rotos,
con ambas piernas cercenadas,
con los labios tiesos y apagados,
pero nadie lo noto,
solo yo,
mas no llore,
eso me era imperdonable,
ya que yo yacía dentro de mí,
enterrada,
fugitiva de mis propios pensamientos
incautos y precoces,
fui una niña tierna,
alumbrada y febril,
pero eso no cambiaba nada,
seguía estando mi ser opaco presente todo el tiempo,
detrás de mí ojo izquierdo,
feroz,
debatido entre el exterior y los adentros de mi memoria,
abra de salir algún día,
me decía frente al espejo,
mas no lo deseaba,
eso era prohibido,
ya que si mi madre lo notaba entonces todo acabaría,
las tardes cálidas,
los amorosos abrazos,
todo,
y comenzaría el caos,
el hastió perpetua,
la falta de todo y las ganas de nada,
por eso sigo así,
escondida,
flagelada tras el rostro que me nombran,
y él,
la espina acertada,
el único que acaricia mis adentros,
el holocausto más hermosos de mi encrucijada,
él se ha ido,
¿a dónde?,
lo sé pero lo ignoro,
es tan complejo,
tan autoritario y cobarde,
tan todo eso que odio,
pero aun así lleva en su mano mi atadura,
no sé si lo sabe,
o si lo ignora en su brevedad,
pero lo amo,
aunque me cueste poco y me pese mucho,
lo amo,
y eso me enferma.

 

 

Edén caduco


La renuncia,
la remembranza,
el aullido de un degustado almacenamiento de nada,
podrido,
alborotado,
caliente miembro desbaratándose en mi interior,
se retuerce,
se erecta ante el palpar de mí no estimulación consiente;
un bebe que chilla y chilla y yo lo apuñalo,
pero no es un bebe,
es solo la muñeca carbonizada de mi añorante infancia;
la navaja en mi ingle me necesita una vez más,
borbotones de sangre,
de hiel,
de semen tibio y miembros cercenados;
¡dame más!
Alcanza esa costilla a mi mano y te mostrare como se crea la vida,
la putrefacta vida,
ese perro carroñero de mi encrucijada,
¡y que caigan los cruzados del cielo!,
traicionados por el rey pedófilo de su comarca,
que viola niñas,
que mata hombres y se come a sus mujeres,
un testículo menos dirá el,
una vagina más a mi gourmet;
los brotes siguen cayendo y el público aplaude,
quieren más,
esta diversión perversa lo embriaga,
lo llena de luces con sombras fornicantes
y sonidos vociferantes de una penetración que lo llama;
Pero ya es demasiado tarde para mí,
estoy cansada,
necesito un espacio sin colores alucinantes
y cuerpos pestilentes,
el olor a sexo me ha impregnado hasta el alma,
mi himen caduco necesita un poco de agua fresca,
y aunque nunca florecerá,
de vez en cuando es bueno fertilizarlo con tierra nueva y húmeda,
y no solo con rancios penes.

 

 

Holocausto


Solo los rudos sobrevivirán a este holocausto,
solo las mujeres de escotes infinititos y nalgas de oro puro,
solo los hombres de vergas gruesas y brazos bruñidos,
y una que otra niña inocente con las pantaletas húmedas.
Ahora muérdeme los pezones,
apresúrate,
que no quedan muchas paradas de emergencia con baños meados,
o cagados,
o fornicados,
sabes que eso me excita;
anda,
pellizca de una vez mi clítoris e introdúceme algo,
lo que sea,
no importa si es carne o madera,
o piedra,
o cualquier otra puta cosa,
solo quiero sentir algo dentro,
rápido,
veloz,
fuerte,
grueso;
anda,
aprovéchate de mí humedad escasa,
que no tengo nalgas de oro,
ni una verga prominente,
apresúrate,
que solo los rudos sobrevivirán a este holocausto,
y yo últimamente le pongo demasiada atención a las estrellas.

 

 

Dulcinea


Desdeñados borbotones de sal y azufre,
boca que besa los lugares prohibidos,
lengua que degusta el alma harapienta,
¿cuántos amantes tiene esta dulcinea?
puesto que ha nacido con ovario y vagina fértil,
¿cuánto más hacen falta para calentarle la conciencia?
para que ruja vehemente
y le corte la gónadas al hombre aquel,
que prefirió molinos de viento.

Me despido
Permanezco distante,
abstracta,
contrariada por el método académico de tu desentierro,
afín, rebelde y ostentoso.

Descenso final,
abandono total a mi vigilia acompasada.

 

 

Me despido,
de los moribundos creyentes,
los profetas,
del Jehová,
del Alá,
de todo aquel que me delimitó,
usureros al palpar de mi desmedida burguesía,
soldados carbonizados por el sol de un día
sin paradas de emergencia.

Me hablas,
despierto.

 

 

Me pierdes

 

De par en par,

fluyendo,
libre,
paranoica ambición de contenerte dentro y fuera,
esparcido,
conmovido,
sabes a mí,
conoces mi infinito escaso y desinhibido,
días que no cortan mi sombra,
rodeos de una locura que te apasiona,
tú,
roedor de mis contorciones,
amante de lo que algún día poseo,
tú vives,
suplicas,
amas y penetras arenas,
montañas,
sed y mares perversos,
ganas todas mis guerras,
y aun así,
me pierdes.

 

 

Al mismo tiempo

 

Esta es una historia corta,
comienza y acaba al mismo tiempo,
contigo,
conmigo,
tú y yo,
un momento,
acorde perfecto,
ensamble de lo que aquellos llaman único,
y se enredan las vidas,
nudos que se ablandan
en un segundo que tira y tira,
cántame,
a pies desnudos,
puertas cerradas tras miradas,
muchas miradas,
segundo adelantados,
pero lo que importa es este instante;
víveme,
atrápame,
aguanta la respiración
que cualquier suspiro puede destrozarlo todo,
somos frágiles,
impares,
costura deshilvanadas,
¡anda!,
no esperes más,
no hay tiempo,
toma esto y no vuelvas,
¡vamos!,
contrólalo todo,
soy un caos perpetuo,
una duda intensa y feroz,
pero aun así me mantengo de frente,
lo último que me queda,
no dudes,
¡anda!,
cúlpame cuanto quieras,
pero hazlo después,
que esta es una historia corta,
comienza y acaba al mismo tiempo.

 

 

Me cagas


Me caga tu sonrisa
y esa manía tuya de solo saber volar,
tu pide y corre,
tu algún día,
tu tiempo mal forme y arrogante,
esa mirada inescrutable que solo sirve para joderme el día.

¡Me cagas!,
desearía que la mierda te borrase la sonrisa,
que se derramase por tus hombros saturándote la piel,
que te lamiese el lomo,
los ojos,
el sexo,
¡y hasta a tu puta madre!,
que se adueñase de ti y te saturase la boca,
para que después la escupieses en mi cara,
eso le daría un toque más bello a tus palabras,
solo así podría yo admitir que literalmente amo a la mierda,
que la amo tanto como solo se puede amar a la noche
cuando se ha pasado toda la vida bajo el sol,
y no solo sea una expresión abstracta de lo que eres,
y lo que siento.

 

 

No me salves
Soy como un viejo loco sentenciado a muerte,
con las manos entre el cielo y el infierno,
isla de tibio dolor,
calmado oleaje de mi tempestad;
y pensar que fui un rey y reina,
bufón de mi propia corte,
dios jorobado y taciturno,
suave espada desenvainada,
sin filo, sin alma,
bestia de cola alargada y ojos de papiro;
Aun así, no me salves,
puesto que mis días no lo son más,
mis glorias, mi malabares estrepitosos,
mi piel sensible y temblorosa,
todo aquello que maldijo mi semilla,
todo se irá conmigo;
no me salves.

 

Datos Vitales
Gloria Sandira Castro Salazar, escritora y artista gráfica (Culiacán Sinaloa, 1989) Obtuvo el primer lugar dentro del concurso poético “Buelna Tenorio” y el reconocimiento al “Merito Universitario”. Estudia artes plásticas en la Escuela de Artes y Oficos de la UAS. Ha colaborado con la revista “Imaginario” y la revista “Timonel”.

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