La poeta venezolana Erika Reginato (1977) recibió el Premio Internacional Ciudad de Marineo de la Fundación Cultural Giocchino Arnone de Sicilia. Presentamos algunos poemas de Reginato así como una reseña de su poesía escrita por el poeta Roberto Dogo.
LOS ELEGIDOS, LA VISIÓN DEL VIAJE
El pasado 7 de septiembre, la comisión dirigida por Salvatore di Marco y el presidente de la fundación cultural Guido Fiduccia, reconoció la obra extranjera de la poeta Erika Reginato: Los Elegidos (Gli Eletti-Los Elegidos, Raffaelli, Italia, pag 120, 2013-2014), con el 40º Premio Internacional Ciudad de Marineo de la Fundación Cultural Giocchino Arnone en la isla de Sicilia.
La visión y el viaje son la base de gran parte de los textos contenidos en el nuevo libro de Erika Reginato. Se inicia con la citación de unos versos de Dino Campana propuestos en el recorrido poético que parece confirmar cada imagen: “En el violeta de la noche escucho canciones de bronce. La celda es blanca, /colmada de un torrente de voces que mueren en las angélicas cunas…”
Es claro, que en el panorama poético italiano, la poesía de Campana se considera como una especie de anómalo fulgor visionario, incluso aun poco comprendido y aislada de su enigmática potencia e importancia. Los tres mentores elegidos por Erika Reginato, sello de su poesía son: Milo De Angelis, Franco Loi, Dino Campana. Cada uno de ellos representa en su propia dimensión, un cristalino ejemplo de escritura personal y creativa, por estilo e impacto al lector.
Es una escritura fuertemente relacionada con el mundo que la circunda y a la historia que la impregna, una escritura, estrechamente enlazada al sueño y a la visión que amplían la perspectiva dilatando la carga semántica y simbólica.
La visión mezclada al insomnio, tiene un sentido concreto de la realidad presente y a la parábola de sus vivencias. Mientras el tema del viaje o del recorrido, en su tensión del límite y de las fronteras, llega a proponerse la desmesurada mitad que, como nos dice Erika, “al final quisiera encontrar a Dios”. De esa forma es que las acciones del presente y las visiones del futuro, por más que sean inestables e inciertas, nos acompañan al pasado, sostenidas por la memoria que, escribe Erika: “no nos abandona”. Es en ese momento que, a veces, el tono de esta poesía densa y compacta se hace casi profética – haciendo prevalecer una atmosfera de ardiente espera.
El agua, la música, el sueño, la espera del amado se funden en un único palpitar en el respiro del verso dilatado y comprimiendo rítmicamente profecía y destino. El lirismo amoroso de la poesía de Erika está acentuado por la penetración de la memoria, por las raíces de un pasado familiar lleno de viajes y abandonos. Un velo visionario envuelve toda esta materia latiente, filtrando la continua intermitencia de las veredas y de las imágenes. Lo que tiene unido el todo es la música, donde, el resonar (un verbo muy usado por Erika) de los versos, son de un profunda conmoción religiosa (religión=vinculo).
El poema dedicado a Edoardo Sanguinetti, casi al final de la selección, revela la absoluta extrañeza de Erika Reginato en los “formas” internos y a los “campanilismi”(referencias del movimiento poético órfico de principios del 900 italiano, que señalan al dios del sueño) provinciales presentes ya desde hace tiempo en la poesía italiana. Erika está a la larga buscando la mejor dirección, es decir, aquel trato supremo de intensa suspensión del instante el cual se incorpora a la palabra para hacerse poesía. Cada prejuicio permanece ausente en su mirada y en su búsqueda.
Del libro: Gli Eletti- Los Elegidos publicado en Rimini, Italia y traducido por Emi Rabuffetti.
Los Elegidos
Los Elegidos
conocen la hora en que danzan las espigas,
el rostro del viento,
el de las fieras.
Hace tiempo descubrieron
el lugar donde reposa la vida,
la música de Vivaldi
durante los días de carnaval.
Ellos van a los circos
pero se protegen de los trapecistas,
de las sombras.
Los ángeles los amparan:
ellos vuelan de noche
nadie los ve.
Cuando están ausentes
una llama blanca los sostiene
y los lleva hasta el cielo.
La muerte es tibia para los Elegidos.
Suben despacio las escaleras
y soplan el vértice de las nubes.
Los Elegidos viajan sin cuerpo.
Gli Eletti
Gli Eletti
sanno a che ora danzano le spighe,
il viso del vento,
quello delle fiere.
Tempo fa hanno scoperto
il luogo dove riposa la vita,
la musica di Vivaldi
nei giorni di carnevale.
Loro vanno ai circhi
ma si difendono dai trapezisti
e dalle ombre.
Gli angeli li proteggono:
volano di notte
nessuno li vede.
Quando sono assenti
una fiamma bianca li sostiene
e li porta fino in cielo.
La morte è tiepida per gli Eletti.
Salgono piano le scale
e soffiano sulla cima delle nuvole.
Gli Eletti viaggiano senza corpo.
Magdalena
Magdalena llega al muelle
esparce en un acto de fe
un eco desconocido.
La noche dilata el silbido,
su mensaje en las esquinas.
Recuerda con la mirada fija
la reconciliación,
el estallido que penetra
en el segundo del nacimiento.
Ella
es el amor donado,
el sacrificio,
el retumbar de la entrada
donde se ofrece el día a día.
Magdalena camina despacio
casi de puntillas
se mueve con mucho sigilo
entre los mosaicos
y los incendios.
En la brisa
que cubre las tres entradas
vigila las escrituras,
rodea las columnas corintias.
Este es el barco que conduce la mercancía,
el celeste puro,
el signo donde se inicia la gracia.
Esta es la piedad,
la pasión de la madre
que sostiene el corazón del hijo
que se va en la noche.
Magdalena
intacta en una escultura
abraza la cera que sostiene el sonido.
Maddalena
Maddalena arriva al porto,
sparge in un atto di fede
un’ eco sconosciuta.
La notte dilata il fischio,
il suo messaggio negli angoli.
Ricorda con lo sguardo fisso
la riconciliazione,
lo scoppio che penetra
nell’istante della nascita.
Lei
è l’amore donato,
il sacrificio,
il rimbombare dell’entrata
dove si offre giorno dopo giorno.
Maddalena cammina piano,
quasi in punta di piedi,
si muove con molta cautela
tra i mosaici
e gli incendi.
Nella brezza
che copre le tre entrate
sorveglia le scritture,
circonda le colonne corinzie.
Questa è la barca che porta la merce,
il celeste puro,
il segno dove inizia la grazia.
Questa è la pietà,
la passione della madre
che regge il cuore del figlio
che se ne va nella notte.
Maddalena,
intatta in una scultura,
abbraccia la cera che sostiene il suono.
Amante
I
Trazo el límite entre una mano y otra,
calculo la distancia con mis binoculares,
me pierdo en el mapa de la incertidumbre.
Respiro hondo
sobre todo lo que he amado.
Adonis
se esconde en los callejones
asume forma de girasol o de espiga.
He retornado un millón de veces
a la entrada:
esta mañana cae granizo
y los amorosos caminan despacio…
Adonis siempre llega de último
y toma tiempo llegar a rodearlo.
Él es mi abismo, el amante.
II
Hoy viajo con una voz que llega de lejos,
se sienta en el lugar donde apoyo la maleta:
en el vagón, no te gires
te cuidaré con mi vigilia.
Los signos nunca terminan
caen a pedazos
cuando visito tu ciudad.
Te espero de regreso
en la isla donde comencé el viaje.
III
Esta noche Adonay inclina los barcos.
Subo y bajo
por las crestas de las olas,
atravieso continentes,
despliego las alas
y vigilo el brote de los riesgos.
La transparencia une a los que se aman.
Reconoceré tu llegada,
avocaré lo anunciado cuando roces mi mundo.
Amante
I
Traccio il limite tra una mano e l’altra,
calcolo la distanza con il mio binocolo,
mi perdo nella mappa dell’ incertezza.
Respiro in profondità
su tutto quello che ho amato.
Adone
si nasconde nei vicoli,
assume forma di girasole o di spiga.
Sono ritornata un milione di volte
all’ entrata:
questa mattina cade grandine
e gli amorosi camminano piano…
Adone arriva sempre per ultimo
e ci vuole tempo a circondarlo.
Lui è il mio abisso, l’ amante.
II
Oggi viaggio con una voce che arriva da lontano,
si siede nel posto dove appoggio la valigia:
nella carrozza, non girarti,
ti curerò vegliandoti.
I segni non finiscono mai,
cadono a pezzi
quando visito la tua città.
Aspetto il tuo ritorno
nell’isola dove ho cominciato il viaggio.
III
Questa notte Adonai inclina le navi.
Vado su e giù
sulle creste delle onde,
attraverso continenti,
spiego le ali
e vigilo lo spuntare dei rischi.
La trasparenza unisce quelli che si amano.
Riconoscerò il tuo arrivo,
richiamerò l’annunciato quando sfiori il mio mondo.
El aire más íntimo
a Edoardo Sanguineti
Todo temblaba esa noche
el agua, la voz del padre,
tus tobillos que apenas te sostenían.
¿Cuál será tu bastón?
¿Está en la otra habitación?
Es así la muerte
que arde en tus entrañas,
canta, duerme junto a ti.
Es este el precipicio que se toca,
la estabilidad absoluta
que desciende hasta nadar en lo profundo,
levanta sin gravedad nuestro espíritu.
Respira el aire más íntimo.
A las cuatro de la mañana
te he visto llegar a tu casa,
escribir tu nombre
para ser más que recuerdo,
el ave del mar en la memoria.
Camina de puntas,
aquí el dolor desaparece,
el idioma se va sólo con el alma.
Esta es la sed
de la última respiración.
L’aria più intima
a Edoardo Sanguineti
Tutto tremava quella notte
l’acqua, la voce del padre,
le caviglie que appena ti sostenevano.
Quale sarà il tuo bastone?
È nella stanza accanto?
È così la morte,
quella che brucia nelle tue viscere,
canta, dorme insieme a te.
È questo il precipizio che si tocca,
la stabilità assoluta
che discende fino a nuotare nel profondo ,
alza senza gravità il nostro spirito.
Respira l’aria più intima.
Alle quattro del mattino
ti ho visto arrivare a casa,
scrivere il tuo nome
per essere più che un ricordo,
un uccello di mare nella memoria.
Cammina con le punte
qua il dolore sparisce,
la lingua se ne va sola con l’anima.
Questa è la sete
dell’ultimo respiro.