La poeta española Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, 19873) estará en el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México. Coyoacán, capital mundial de la poesía. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Leyendas del Promontorio (2005), Diario de un destello (2006), Los Ojos de la Niebla (2008), Croniria (2009) y Las pequeñas espinas son pequeñas (2013). Obtuvo el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del Tren 2011 y el Premio Antonio Machado en Baeza. Forma parte de la antología Poesía ante la incertidumbre.
ENTONCES ME BESASTE
Por celebrar el cuerpo, tan hecho de presente
por estirar sus márgenes y unirlos
al círculo infinito de la savia
nos buscamos a tientas los contornos
para fundir la piel deshabitada
con el rumor sagrado de la vida.
Tú me miras colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen
y las ganas tomadas hasta el fondo.
No existe conjunción más verdadera
ni mayor claridad en la sustancia
de que estamos creados.
Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.
Sólo quien ha besado sabe que es inmortal.
CANCIÓN DE LA TRINCHERA
Señor Amor, dueño del cielo y de la tierra
tú que puedes batirnos a tu antojo
sobre el eje inicial de nuestro impulso.
Tú que te enseñoreas sobre todo lo vivo
entretejiendo un atlas de destinos cruzados.
Tú que puedes auparte a tu albedrío
y clavar tu aguijón sobre cualquier entraña.
¿Por qué vuelves a mí? ¿Qué vil capricho?
¿Por qué me arrojas de nuevo tu jauría?
He aquí, amo mío, lo poco que me queda:
mi sosiego de vidrio
la enmienda frágil de una paz absorta
mi mosaico de heridas mal curadas
demasiado recientes para ser cicatrices.
Imploro tu piedad desde mi grieta,
donde se han detenido la memoria
y el ánimo. Piénsalo bien: te costaría muy poco
concederme una bula de misericordia.
Deja a los que me quieren, esta pasión
debiera maldecirme tan sólo a mí, es lo justo.
Ya he visto antes cómo mi avidez arde
en tu hipnótica pira de dios omnipotente.
Descuida, soy sumisa
tu adiestramiento previo ha prosperado:
quien lo ha perdido todo varias veces
reconoce el honor de una derrota.