En Círculo de Poesía, el traductor costarricense G.A. Chaves introdujo al español la poesía de Kim Addonizio (Washington D.C., 1954). Vinieron después las traducciones de Andrea Muriel en México y presentamos ahora las versiones del poeta español Javier Lorenzo Candel. Addonizio ha merecido distinciones como la Guggenheim Foundation and the National Endowment for the Arts, el Pushcart Prize y el John Ciardi Lifetime Achievement Award. Uno de sus poemarios más exitosos es Tell me (2000).
¿QUÉ QUIEREN LAS MUJERES?
Quiero un vestido rojo,
lo quiero ligero y barato,
muy ajustado, quiero vestirlo
hasta que alguien me lo arranque.
Lo quiero sin mangas y con la espalda al aire,
esa clase de vestido en el que no se tenga
que adivinar lo que hay debajo.
Y quiero pasear calle abajo ignorando
las tiendas de saldos y las de herramientas
con todas esas llaves relucientes en los escaparates,
ignorando al señor y la señora Wong
que venden donuts pasados de fecha en su café,
ignorando también a los Servicios de reparto
que arrojan cerdos desde su camioneta
cargando sus escurridizos hocicos en sus hombros.
Quiero caminar como si fuera
la única mujer en la faz de la tierra
y que sea mi elección.
Quiero ese maldito vestido rojo,
lo quiero para confirmar tus peores temores sobre mi,
para mostrarte lo poco que me preocupo por ti,
mi tremendo egoísmo.
Cuando lo encuentre, lo pondré en una percha
como si estuviera eligiendo un cuerpo
para llevarme por este mundo, a través
de un ruido de pájaros y del amor,
y lo llevaré como mi propio esqueleto, como mi propia piel,
será el puto vestido con el que me entierren.
CATA DE VINO
Creo que noto la piel cuarteada.
Estoy segura de que huelo las cerezas
del cóctel Shirley Temple
que mi padre me compró
en 1959, en un bar de Orlando, Florida,
y el cloro del gorro de baño de mi madre.
y los besos del último invierno, como la sal para la helada,
como la luna arrojada desde la tierra.
Cuando Li Po bebía vino, la luna se zambullía en el río,
y alucinaba después.
Probablemente él supo reírse
Cuando mi amiga Susan bebe,
llora porque ella es irlandesa
y estéril. Me gustaría probar,
una vez más, la lluvia que llegó
una tarde y no mojó el lugar
donde estaba, así que tuve que inclinar mi rostro hacia ella,
viva en ambos mundos a la vez,
sabiendo que escamparía sin que importara.
POEMA PARA AÑO NUEVO
Hasta ahora es sospechosamente similar
al año pasado, el mismo frío y duro
viento asolando el patio
y la asquerosa sustancia
pegada todavía al cartón de zumo de naranja
que cojo de la balda del frigorífico.
Además, noto que mi cara
en el espejo del baño,
fría como las sábanas,
parece un poco avejentada.
La pasada noche, en el vecindario,
sonaron tiros entre los petardos,
como una señal de que algo nuevo
estaba llegando al mundo,
aunque los sonidos eran iguales
a los de los revólveres
del reportaje que estaba viendo en la televisión.
Es posible que haya perdido esa transición completamente,
quizá por no haber acudido a una fiesta de borrachos
llevando un sombrero de bruja,
y morreando a desconocidos.
Así que todavía vivo
en el año anterior,
donde la tormenta golpea las ventanas
y la puerta principal repentinamente se abre
y yo salgo corriendo como una posesa para cerrarla.
BLUES PARA DANTE ALIGHIERI
Sin esperanza, vivimos llenos de deseo.
INFIERNO, IV
Nuestra habitación era demasiado pequeña, las sábanas rugosas y calientes,
nuestra habitación era algo parecido al infierno, pensamos,
y acabamos con medio litro de Drambuie que habíamos comprado.
Caminamos sobre el Arno y regresamos, caminamos todo el día,
y por la tarde, perdidos, enfadados y divagando. Al final
encontramos el hotel. Al día siguiente partimos hacia Roma.
Encontramos el Intercontinental, y una iglesia repleta de huesos,
y comimos comida China en la habitación, solos.
No fue un viaje excelente, quizá todo lo contrario.
No fue amor eterno, mas bien algo parecido a la mierda.
Fue sólo algo que pasó.
Hicimos las maletas, devolvimos el coche de alquiler,
guardamos los recuerdos y llegamos al bar del aeropuerto
y hablamos de pornografia y estrellas de cine.
MUSA
Cuando entro,
los hombres me pagan las copas antes aún de que llegue a la barra,
ellos se enamoran de mí después de la primera noche
aunque ni siquiera nos toquemos,
y te digo que lo he conseguido con mis habilidades.
Sufren recordándome,
a solas en habitaciones baratas
oyen gemir detrás de la pared
preguntándose si soy yo,
dejando escapar un grito nacido por el llanto.
Pero yo ya estoy dos estados más allá acostada con otro.
Doy de beber lluvia al ritmo de mi garganta,
nadie me abandona, soy la primera que escojo,
me muestro como monedas en la acera.
Escucha, nena, estos son mis tacones altos colgados
del cable del teléfono.
Soy el cuervo volando raso,
este es mi momento,
el que atisbas cuando el dolor
Se retuerce dentro de ti tan hondamente
Que tienes que cerrar los ojos y llorar como una puta.
WHAT’S THE WOMEN WANT
I want a red dress.
I want it flimsy and cheap,
I want it too tight, I want to wear it
until someone tears it off me.
I want it sleeveless and backless,
this dress, so no one has to guess
what’s underneath. I want to walk down
the street past Thrifty’s and the hardware store
with all those keys glittering in the window,
past Mr. and Mrs. Wong selling day-old
donuts in their café, past the Guerra brothers
slinging pigs from the truck and onto the dolly,
hoisting the slick snouts over their shoulders.
I want to walk like I’m the only
woman on earth and I can have my pick.
I want that red dress bad.
I want it to confirm
your worst fears about me,
to show you how little I care about you
or anything except what
I want. When I find it, I’ll pull that garment
from its hanger like I’m choosing a body
to carry me into this world, through
the birth-cries and the love-cries too,
and I’ll wear it like bones, like skin,
it’ll be the goddamned
dress they bury me in.
WINE TASTING
I think I detect cracked leather.
I’m pretty sure I smell the cherries
from a Shirley Temple my father bought me
in 1959, in a bar in Orlando, Florida,
and the chlorine from my mother’s bathing cap.
And last winter’s kisses, like salt on black ice,
like the moon slung away from the earth.
When Li Po drank wine, the moon dove
in the river, and he staggered after.
Probably he tasted laughter.
When my friend Susan drinks
she cries because she’s Irish
and childless. I’d like to taste,
one more time, the rain that arrived
one afternoon and fell just short
of where I stood, so I leaned my face in,
alive in both worlds at once,
knowing it would end and not caring.
POEM FOR THE NEW YEAR
So far it’s suspiciously similar
to the old year: the same wild cold
wind circling the yard,
and that oozy substance
still clings to the carton of orange juice
I lift from a shelf in the fridge.
Also, I notice that my face
in the bathroom mirror,
fresh from the bed’s wrappings,
looks a bit worn.
Last night, in my neighborhood,
a few guns went off amid the firecrackers,
surely a sign that something new
was entering the world,
though the sounds were identical
to the small-arms fire
emitted from the war documentary
I was watching on TV.
It’s possible
I missed the transition entirely
by not attending a drunken party,
wearing a pointy hat
and tongue-kissing a few strangers,
and so am still living
in the previous year,
where the windows are rattling
in the storm
and the front door suddenly
slams open
and I just as quickly rush to slam it shut.
BLUES FOR DANTE ALIGUIERI
Without hope we live on in desire…
INFERNO IV
Our room was too small, the sheets scratchy and hot–
Our room was a kind of hell, we thought,
and killed a half-liter of Drambuie we’d bought.
We walked over the Arno and back across.
We walked all day, and in the evening, lost,
argued and wandered in circles. At last
we found our hotel. The next day we left for Rome.
We found the Intercontinental, and a church full of bones,
and ate takeout Chinese in our suite, alone.
It wasn’t a great journey, only a side trip.
It wasn´t love for eternity, or any such crap;
It was just something that happened.
We packed suitcases, returned the rental car,
We packet souvenirs, and repaired to the airport bar
And talked about pornography, and movie stars.
MUSE
When I walk in,
men buy me drinks before I even reach the bar.
They fall in love with me after one night,
even if we never touch.
I tell you I’ve got this shit down to a science.
They sweat with my memory,
alone in cheap rooms they listen
to moans through the wall
and wonder if that’s me,
letting out a scream as the train whines by.
But I’m already two states away, lying with a boy
I let drink rain from the pulse at my throat.
No one leaves me, I’m the one that chooses.
I show up like money on the sidewalk.
Listen, baby. Those are my high heels dangling from the
phone wire.
I’m the crow flapping down,
that’s my back slip
you catch sight of when the pain
twists into you so deep
you have to close your eyes and weep like a goddamned