Égloga Segunda: Thomas Rowley

En la entrega anterior presentamos la Égloga Primera de Thomas Rowley, monje medieval inglés que manifestó sus versos mediante el legendario poeta romántico Thomas Chatterton (Bristol, 1752-1770). La versión del singular inglés chattertoniano es de Sergio Eduardo Cruz (Estado de México, 1994).

 

 

 

 

 

 

 

Égloga Segunda

 

 

También en spenserianos, pero con una técnica visiblemente menos “perfecta” que en la Égloga Primera, este poema nos presenta (a primera lectura) un canto de celebración a una victoria armada. Cuando es leído más de una vez, sin embargo, las ambigüedades aparecen: existe una profunda contradicción entre la brutalidad de las imágenes de batalla y lo diáfano de las imágenes nacionalistas; la última estrofa, de sintaxis bastante ambigua, hace tal contradicción más profunda. ¿Podríamos tildar los abruptos cambios de tono, entonces, como deficiencias formales de un poeta extremadamente joven acariciando viejas formas, o como reflejos de una angustia poética integral al discurso chattertoniano? Es posible construir un caso para ambas alternativas; optar por una o la otra, es negocio del lector.

 

 

Sergio Eduardo Cruz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Égloga Segunda

 

 

 

¡Ánimas benditas!, rogaba Nigel en la arena,

¡bendecid a mi padre que se ha ido a la guerra![1]

 

Ricardo Corazón de León ahora se embarca,

por el gigantesco mar vislumbro estandartes:

sobrecogidas naciones, en ruinas, contemplan

surgiendo una flota enorme, aún bella, aún grande.

Brutales, amplios cascos chocan: tumulto bramante

y, ola sobre ola, grandes miembros de roble se alzan.

Fuelles marítimos impulsan los dulces sonidos

que se confunden con aire, y hacia el cielo avanzan.

 

¡Ánimas benditas! en vuestros tronos celestes,

bendigan al padre que marcha a su muerte.

 

Color sangriento brota de negras mareas

extrañamente labradas, que al brillar se elevan

a tierra, empujando de guerreros el orgullo

como estrellas de muerte en cielo muy oscuro;

escudos de renombre entre altísimas lanzas

semejan invención de flores junto al mar plantadas;

de costa a costa, el límpido brillar de cada nave

se mueve por los aires como hermosura errante.

 

Acciones de los Santos y espíritus Sagrados,

untad a mi padre con certero buen hado.

 

Los sarracenos miran hacia el este, pues sienten

por los hijos de Albión resguardado el camino.

Como ciervos cazados, ahí y allá van reinando

en triste inocencia de en dónde se encuentra

la imponente bandera que es nuevo designio:
Jerusalén, ciudad más bendita, más imponente

que al mirar, ya sabiendo, el guerrero se aflige

y evade la mirada queriendo olvidar su suerte.

 

¡Ánimas benditas!, rogaba Nigel en la arena,

¡bendecid a mi padre que se ha ido a la guerra!

 

Fragatas y buques, vastos en inmensa marea,

aparecen de la costa sarracena a cada lado;

caballeros famosos, ejemplos de alto oficio,

gran lanza y escudo al sirviente hacen cargo.

Las armas tintineantes entrechocan y brillan

mientras, juntas todas, corren a su muerte

y sus dueños, unidos, forman exacta huella.

También en carrera, enemigos piensan si atreverse:

si la oscura espada es meritorio empuñar.

 

¡Ánimas benditas! en vuestros tronos celestes,

bendigan al padre que marcha a su muerte.

 

Mortales, tremendos, llegan los sarracenos;

Ricardo, el rey vuelto león de batalla,

como áurea creatura, cual meteoro cayendo

sacude entre todos su espada, y de lejos es visto.

¡Vislumbrara yo estrella más grande, de lejos,

entre fierros y sangre del cielo arrancados,

desahuciado, el sol mismo perdería su carácter

que ninguna otra luz hubiera podido más darnos!

 

Acciones de los Santos y espíritus Sagrados,

untad a mi padre con certero buen hado.

 

Caen los enemigos, la Real Cruz es mojada

de olas sangrientas: horror de la guerra;

el Rey Ricardo, aunque en él todo tenga

y hordas enemigas devuelva a la tierra,

ve cómo en su nombre tantos son matados:

los gritos, los llantos más que el sol brillando

y valientes a su lado, surgen sus soldados

que se recuperan, habiendo proezas ya realizado.

 

¡Ánimas benditas!, rogaba Nigel en la arena,

¡bendecid a mi padre que se ha ido a la guerra!

 

Ganada la guerra, el más grande es Ricardo;

ya de Albión la bandera se mueve en el aire;

también el ejército está de gusto arrobado:

se nota en todos un ceño de donaire.

Ya van a Inglaterra, ahí serán adorados

en fiesta, por amigos de orgullo muy grande;

no hay más pena en cara de los combatientes,

y del dolor pasado no son más conscientes.

 

Acciones de los Santos y espíritus Sagrados,

untad a mi padre con certero buen hado.

 

Así estaba pensando Nigel, cuando de los mares

brumosos regresó la maltrecha, descuidada nave;

ágil cual trueno, el hijo caminó hacia la playa

encontrando en las costas, con vida, a su padre.

Dejad que estos hombres, que tanto se quieren,

consideren cuánta razón hubo en aquella suerte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eclogue the Second

 

 

Sprytes of the bleste, the pious Nygelle sed,
Poure owte yer pleasaunce, onn mie fadres hedde.

 

Rycharde of Lyons harte to fyghte is gon,
Uponne the brede sea doe the banners gleme;
The amenused nationnes be aston,
To ken syke large a flete, syke fyne, syke breme.
The barkis heafods coupe the lymed streme;
Oundes synkeynge oundes upon the harde ake riese;
The water slughornes wythe a swotye cleme
Conteke the dynynge ayre, and reche the skies.
Sprytes of the bleste, on gouldyn trones astedde,
Powre owte yer pleasaunce onn mie fadres hedde.

 

The gule depeyncted oares from the black tyde,
Decorn wyth fonnes rare, doe shemrynge ryse;
Upswalynge doe heie shewe ynne drierie pryde,
Lycke gore-red estells in the eve merk skyes;
The nome-depeyncted shields, the speres aryse,
Alyche talle roshes on the water syde,
Alenge from bark to bark the bryghte sheene flyes;
Sweft-kerv’d delyghtes doe on the water glyde.
Sprites of the bleste, and everich Seyncte ydedde,
Poure owte youre pleasaunce on mie fadres hedde.

 

The Sarasen lokes owte: he doethe feere,
That Englondes brondeous sonnes do cotte the waie,
Lyke honted bockes, theye reineth here and there,
Onknowlachynge inne whatte place to obaie.
The banner glesters on the beme of daie,
The mittee crosse Jerusalim ys seene;
Dhereof the syghte yer corrage doe affraie,
In balefull dole their faces be ywreene.
Sprytes of the bleste, and everich Seyncte ydedde,
Poure owte your pleasaunce on mie fadres heade.

 

The bollengers and cottes, soe swyfte yn fyghte,
Upon the sydes of everich bark appere;
Foorthe to his offyce lepethe everych knyghte,
Eftsoones hys squyer, with hys shielde and spere.
The jynynge shieldes doe shemre and moke glare;
The dosheynge oare doe make gemoted dynne,
The reynyng foemen, thynckeynge gif to dare,
Boun the merk swerde, theie seche to fraie, theie blyn.
Sprytes of the bleste, and everich seyncte ydedde,
Poure owte yer pleasaunce onne mie fadres hedde.

 

Now comm the warrynge Sarasyns to fyghte,
Kynge Rycharde, lyche a lyoncel of warre,
Inne sheenynge goulde, lyke feerie gronfers dyghte,
Shaketh alofe hys honde, and seene afarre.
Syke haveth I espyde a greter starre,
Amenge the drybblett ons to sheene fulle bryghte;
Syke sunnys wayne wyth amayl’d beames doe barr
The blaunchie mone or estells to gev lyghte.
Sprygtes of the bleste, and everich Seyncte ydedde,
Poure out your Ppeasaunce on mie fadres hedde.

 

Distraughte affraie, wythe lockes of blodde red die,
Terroure, emburled yn the thonders rage,
Deathe, lynked to dismaie, dothe ugsomne flie,
Enchafynge echone champyonne war to wage.
Speeres bevyle speres; swerdes upon swerdes engage;
Armoure on armoure dynn, shielde upon shielde;
Ne dethe of thosandes can the warre assuage,
Botte falleynge nombers sable all the feelde.
Sprites of the bleste, and everich Seyncte ydedde,
Poure out youre pleasaunce on mie fadres hedde.

 

The foemen fal arounde; the cross reles hye;
Steyned ynne goere, the harte of warre ys seen:
Kynge Rycharde, thorough everyche trope dothe flie,
And beereth meynte of Turkes onto the greene;
Bie hymm the floure of Asies menne ys sleane;
The waylynge mone doth fade before hys sonne;
Bie hym hys knyghtes bee formed to actions deene,
Doeynge syke marvels, strongers be aston.
Sprytes of the bleste, and everych Seyncte ydedde,
Poure oute your pleasaunce onn mie fadres hedde.

 

The fyghte is wonne; Kynge Richarde master is,
The Englonde bannerr kisseth the hie ayre;
Full of pure joie the armie is iwys,
And everych one haveth it onne his bayre;
Agayne to Englonde comme, and worshcepped there,
Twyghte into lovynge Armes, and feasted eft;
In everych eyne aredynge nete of wyere,
Of all remembrance of past peyne berefte.
Sprites of the bleste, and everich Seyncte ydedde,
Syke pleasures powre upon mie fadres hedde.

 

Syke Nigel sed, whan from the bluie sea
The upswol sayle dyd daunce before his eyne;
Swefte as the wishe, hee toe the beeche dyd flee,
And founde his fadre steppeynge from the bryne.
Lette thyssen menne who haveth sprite of loove,
Bethynck untoe hemselves how mote the meetynge proove.

 

 

 

 

[1] N. del T.: Confieso haberme tomado una libertad interpretativa en este estribillo y los que le siguen: en lugar de limitarme a repetir el original, he colocado tres variedades con distinta rima para explorar de manera más libre las posibilidades rítmicas que el poema ofrece.

 

Lee aquí la Égloga Primera

 

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