Antología de Poesía Peruana: Manuel Fernández

En esta nueva entrega de la Antología de Poesía Peruana, seleccionada por Martín Zúñiga Chávez, presentamos al poeta Manuel Fernández (Lima, 1976), quien cursó estudios de Lingüística Hispánica y es Magister en Docencia Superior. Ha publicado Octubre (Estruendomudo 2006) y La marcha del polen (Estruendomudo 2013). Ha participado en diversos recitales y eventos poéticos, y algunos poemas suyos han aparecido en revistas nacionales y del extranjero. Actualmente, se desempeña como docente universitario.

 

 

 

 

 

 

 

 

Los cantos iluminados de Breña

 

 

Sólo así hemos conseguido olvidarnos de las noticias.

Sólo así hemos conseguido que el pescado no se encoja y que la gallina ponga azarosa

los huevos más calientes de esta temporada.

Luego hemos hablado

/ cantado

sentados bajo el cielo más abierto de la mañana

cosas que no nos han enseñado pero que igual hemos aprendido

/ sentido

y entonces nos decimos entre risas:

córrete un poco y deja que el sol entre por la ventana

y proyecte /

LA ILUMINACIÓN DE LOS PARQUES

LA ILUMINACIÓN DE LOS PATIOS

imágenes del calor intensificando el hartazgo

viajando de los sentidos al cerebro por nervios de minúsculos cilindros

haciendo del crecimiento de las manzanas ramales enteros de información precisa

/ detallada

de cómo se encuentra el clima el ánimo esta mañana

llevando a cabo un censo de las demás / de toda la semana

y reflejando el tedio como una realidad mensurable

palpable                               audible

oxidando

LA OSATURA DEL METAL

reflejada en el borde de nuestras camas

a diestra y siniestra

o en todas partes

con la violencia del deseo que llega y te patea fuerte en las costillas

última imagen del discernimiento abriéndose entre nosotros

floreciendo /

deshojándonos en silencio

para no salir corriendo

para no salir gritando

desde el corredor hasta el patio

sino todo lo contrario

PERMANECIENDO TENDIDOS

tranquilos

y decir esta tarde a solas

cosas de las que no arrepentirse

hoy he sentido la llegada de marzo en la mañana encogido en el calor de la mañana

hoy he sentido los rayos del sol como orines en la cara

y esa tibieza me llama y es mi hermana

o construye una imagen más sincera

/ como

un cuadro de ti mismo

ILUMINADO

bajo el calor intenso de los cielos abiertos en los patios del verano

¿un cuadro de ti mismo iluminado bajo el calor intenso de los cielos abiertos en los patios

del verano?

o eso eras

o parecías

ILUMINADO Y TAN CERCANO

la información viajando de la raíz al cerebro

produciendo conexiones efímeras

mutando iluminadas bajo el cuerpo calloso de nuestras propias palabras

suavemente acariciadas por la brisa del invierno que ya se siente o se deja sentir

imprecisa…

y salir corriendo

como alma que lleva el diablo y que se desvía gritando por los corredores de la locura

para caer en el pasto

COMO ESA IMAGEN DEL ÁRBOL ATACADO POR LOS PÁJAROS

o como la última imagen del discernimiento abriéndose entre nosotros

Y FLORECIENDO INCENDIADA

apedreada desde los balcones de la ira

y salir corriendo

porque nunca quisimos vernos

como se ve el cordero en la mesa del sacrificio

más gordo y más hermoso

alimentado al calor de la semilla

cebado en la desesperación de los días que se suceden

en la gracia íntima del MONDONGO Y LA AZUCENA

y la intensidad de los patios

las noticias que van llegando

palpando cómo todo se va sucediendo en ritmos que no comprendemos

o no alcanzamos

pero igual nos esforzamos sin resultados

llegando a certezas que no hubiéramos deseado

¿cómo otros deciden lo que nosotros no sabemos o no podemos o ya perdimos?

/ pero salir gritando

CON LA FUERZA DE LOS TALONES que se anidan a las puertas

con la fuerza de las manos que se anudan a las rejas

y nos abren con sonrisas

y nos cierran entre risas

cuando nos vamos

y ya es de NOCHE.

 

 

 

 

 

 

 

Sobre los paisajes de la locura

 

a Josemari Recalde

a Samantha Berger

 

 

ESTA NOCHE ESCRIBES ESTA CARTA

y buscas desesperado entre las toallas

algo que te repites

y recuerdas /

 

esa voz era más sabia

sabía

se domesticaba y andaba

y escribía cosas que ya no comprendo

o no alcanzo

[como en ese cuadro donde hay una jirafa ardiendo]

pero antes andaba

se levantaba en la mañana y tomaba los bussins

a la entrada del verano

en PLAZA BOLOGNESI / Arica / y Jorge Chávez

alineado en fila esperando las indicaciones del policía

mas luego diría

o simplemente repetiría /

 

algunas cosas nos miran lejanas

[pero libremente cito]

hasta terminar cubierto de humo

mechones del morado hirviendo en el nacimiento del verano

… a las puertas del verano

medulas que han gloriosamente ardido…

o Portales de Santiago / también

[Plaza Grande de Varsovia]

con los animales a la entrada

esperando las indicaciones

el cambio de guardia

pero definiendo claramente

qué es un punto de luz

una entrada

en el cono celeste

instalándose

SUAVEMENTE

en medio de Pastaza / Restauración / —y Castrovirreyna—

 

lugares que en el sueño nunca hemos conocido

pero suavemente atrapados en el sueño

recordando lo que alguien de ti dijo al oído más tibio de tu madre

COMO DESPERTANDO UNA NOCHE EN UN CARRO

EN MEDIO DE TUS HERMANOS

sin palabras que decir ni preguntas

y tiempo después

nuevamente

parado

en la avenida

esperando la orden del policía

[o más bien suavemente]

entrando en el cuadro o lo que el guardia decida

pero definiendo…

qué es un cuerpo recostado

/ como devorado por pájaros a la entrada del verano

intestinos de ámbar reluciendo en la madrugada

/ y la bóveda del cráneo llenándose de luces

pirotecnia solitaria

esa semana

y las demás / claro

pero teniendo bien presente

que algunas cosas nos miran lejanas

 

COMO LA IMAGEN DE LOS PÁJAROS QUE HACEN CAER EL ÁRBOL

 

y tu sonrisa es la llegada del verano

tu cuerpo saliendo de la piscina

 

discurriendo gotas de agua que delicadamente salpicas en el cuerpo más claro de las bañistas

que alegremente te miran detenidas

mientras otros determinan

el inicio de las marchas

la huelga de enfermeras

primera marcha por la sindicalización de los trabajadores de Breña

o Portales de Santiago / Plaza Grande de Varsovia

animales en fila recogiendo las noticias

y las bañistas diseñando pancartas

escribiendo lemas contra la solidez del mercado

las columnas del templo

 

mientras tú te paseabas sin camisa

/ muy atenta

a la anunciación de la vaca levantando el polvo de los establos

agobiada por el calor de los patios

esperando

[con su mirada de vaca]

el florecimiento del mondongo y la azucena

como buscando sentido para el conjunto

perdiendo la conciencia

[¿la razón?]

frente a la tenacidad de los bordes, Samantha /

y desprendiéndote

[¿suavemente?]

distraída sólo un momento

del borde de la canaleta

y en el equilibrio supremo

la osatura del metal

bailando /

en el fondo de los patios

o como la imagen misma de tu cuerpo

esa noche

quedándose sola.

 

 

 

 

 

 

Carteles luminosos inundan Breña

 

SER LAS MANOS QUE SE SUELTAN DE LA CANALETA FRENTE A LA EXHUBERANCIA DE LAS BAÑISTAS QUE NADA DE ESTO ADIVINAN / o ser la piedra en el ojo de la hija que canta y es mi hermana o ser la pelea de las hijas que olvidan cómo sigue la tabla y algo adivinan o ser la nieve que no se estila por Lima nunca y la importan de donde los dientes sonríen en la avenida o ser los mimos de la madre que ya no sujeta con las mismas fuerzas la cabeza de sus hijas o ser el padre que analiza las pistas desde el momento en que el hijo se suicida o ser la policía juntando presos en las avenidas o ser las manos que suavemente me aniquilan cuando salgo de la oficina y otros aires me respiran o ser la sonrisa de otros que en el parque me miran y fuman y caminan o ser aquello que se queda en la boca de los que miman y que temen que el exceso de su deseo asuste a la policía que patrulla las avenidas o ser la artista que se mira ya crecida y tiembla cuando el viento la roza cuando cruza la avenida o ser la piedra en el ojo de la niña que sale y camina por los panes a la esquina o ser la madre que se acuesta entre los brazos de las hijas y que expira o ser el soplo y la saliva cayendo desde la ventana de los patios al mediodía entre la bulla y las risas o ser la oreja que se estira en el centro de la ira y en el centro de las risas cuando las cosas no salen y nos vamos al regazo de la madre o de la hija con la cara enrojecida o ser el cúmulo de grasa que se seca en las sartenes cuando la comida ya está servida o ser el peso de los bussins que se estiran y llegan distintos hacia el fin y la partida o ser más o menos la plata que se estira y llega con las justas a tocar el treinta o el treinta y uno y deja tranquilas a las vecinas o ser mejor que el pan en la fila de la eucaristía o ser mejor la mano que nos mece en la noche o en la fila o ser disperso entre las sábanas cuando nos llama esa vocecita o ser más bien bueno en las reuniones de las hijas y no salir en la noche desde la casa a la oficina o ser mejor que el cura que habla mucho y nos espía o ser como los muchachos que en el parque fuman cosas entre risas o ser ése que es diestro con las cosas de la cocina y de las vecinas que no se escapa que no camina o ser la madre que en la ventana espera a que lleguen las hijas o ser el novio que sale con la vecina o ser la hija que sale con la vecina o ser la novia que sale de noche y a escondidas y que vuelve convencida de que algunas cosas no caminan o ser la tierra de las macetas más pequeña pero más sencilla o ser el vidrio de las vacunas y la extensión de los algodones que nos curan a escondidas o ser el enfermo que se estima y que entre sueños transpira y se agita o vivir entre risas y ser de Breña.

 

 

 

 

 

La oración del fin

 

Algunos días serán difíciles

paracetamol salbutamol

o este recorrido es cierto

y me encuentra salido

sentado sobre la vereda

escuchando el inicio de los cantos

contemplando cómo esa ventana

se cubre de polvo

creyendo que ya nadie nos espera

pero deseando lo contrario

y que al final del laberinto

una mano nos lleve las frutas

a las puertas del mercado

o enjuague un poco de garúa

sobre el borde ardido de nuestros labios.

Porque sé que al final de la espera

no existen muchas recompensas

y aunque esta voz no es la mía

es la voz de antes

que hablaba era más sabia sabía

se domesticaba y andaba.

 

Salbutamol abre las ventanas

permite que las cosas no se me hagan lejanas

salbutamol bullente

ámame esta noche sobre los paisajes de la locura

mientras los náufragos contemplan el naufragio

y sobre los paisajes de la locura

el dolor es una línea de plomo

sobre los bordes de los hombros

que se reinventa.

 

 

 

 

 

 

Abdón Sánchez, i. m.

 

Ya puse estos versos como ramas de olivo sobre tu tumba

Enrique Verástegui

 

Abdón Sánchez ha muerto. Cuando yo era chico, él solía decirme acompáñame a comprar una dupleta o acompáñame al depósito a comprar galletas para la tienda. Yo dejaba lo que estaba haciendo y lo seguía. Caminaba en silencio, agarrado de su mano. Por la tarde siempre tomaba café, aunque nunca le escuché pedir uno. Mi abuela se le acercaba y le decía Sánchez, ¿no querrás un café? Entonces él, parado detrás del mostrador, miraba hacia la calle y movía afirmativamente la cabeza. Había sido criado a la antigua: no necesitaba pedir nada, no necesitaba decir nada.

 

Se ha muerto Abdón Sánchez

para él escribo ahora

estas pocas líneas

para no olvidarme de su silencio

para no olvidarme

de su forma de mirar las cosas.

 

Lima, junio de 2013.

 

 

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