Presentamos, en el marco del dossier de poesía norteamericana contemporánea, preparado por Francisco Larios, algunos textos de Mary Jo Bang (Missouri, 1946). Fue coeditora de the Boston Review entre 1995 y 2005. Ha merecido distinciones como el National Book Critics Circle Award (2007) y la beca Guggenheim (2004). Actualmente es profesora en la Washington University en St. Louis, Missouri.
Baile de máscaras: Imitando a Beckmann[1]
Estamos sentados aquí en silencio.
Tocas tu brazo. Yo toco mi cara.
Se supone que debemos callar
y vivir la vida esperando.
Nos han ordenado ser maniquíes de retratista
y repetir un triste destino.
Somos una calavera multiplicada por dos.
Se supone que debemos callar.
El Sr. Momento mira un
reloj que dice ya.
Su esfera roja me recuerda el ojo de un ogro.
Su lustroso anillo me recuerda
las esposas del Sr. Momento.
No quiero hablar
de algo que es insondable—
duelo y ausencia, sortijas arrancadas a cadáveres,
la negativa del Sr. Momento a mostrar su verdadero rostro.
Masquerade: After Beckmann
We’re sitting here quietly.
You’re feeling your arm, I’m feeling my face.
We’re supposed to stay quiet
and live the waiting life.
We were told to be a portraitist’s object
and imitate a sad fate.
We are a skull times two.
We’re supposed to stay quiet.
Herr Moment is looking
at a watch that says now.
Its red face reminds me of the eye of an ogre.
Its shiny rim reminds me
of Herr Moment’s handcuffs.
I don’t want to speak
about what can’t be fathomed—
mourning and missing, rings cut from corpses,
Herr Moment’s refusal to show his real face.
Autopsia de una era
Así era entonces, un cuchillo
a través del cartílago, un fracturado cuerpo. Animal
y animal, cenizas. Una ventana hecha añicos.
El aullido colectivo en señal de alarma,
seguida de silencio.
Noche negra como una bota,
zumbido halógeno. Cinta serpenteando al interior
de sigiloso aparato. Después, vidrios destrozados
y una joya de Checkpoint—el cierre
de un brazalete trampa-de-turista. Un brazo. Una bagatela.
Plap hace el broche. El filme
en el cráneo preserva la sensación
de ahogo, el ángulo de la correa,
el collar que las conecta. Vista panorámica.
Llegada de la oscuridad provinciana.
An Autopsy of an Era
That’s how it was then, a knife
through cartilage, a body broken. Animal
and animal as mineral ash. A window smashed.
The collective howl as a general alarm
followed by quiet.
Boot-black night,
halogen hum. Tape snaking through
a stealth machine. Later, shattered glass
and a checkpoint charm—the clasp
of a tourist-trap bracelet. An arm. A trinket.
Snap goes the clamshell. The film
in the braincase preserving the sense
of the drench, the angle of the leash,
the connecting collar. A tracking long-shot.
The descent of small-town darkness.
Disfraces cruzando miradas
Luces de bisutería pestañean, intermitentes.
Falsas estrellas.
Estoy harta de explicaciones. Una vida es como lo que Russell
dijo de la electricidad, no una cosa sino la forma en que las cosas funcionan.
Una ciencia del movimiento hacia cierta superficie plana,
algo de calor, algo de frío. Algunas luces
pueden dejar algo de post-imagen, pero esta dura poco.
¿No es eso lo que dicen? Eso, y además que los
hechos históricos se ven a los ojos con la nada.
Costumes Exchanging Glances
The rhinestone lights blink off and on.
Pretend stars.
I’m sick of explanations. A life is like Russell said
of electricity, not a thing but the way things behave.
A science of motion toward some flat surface,
some heat, some cold. Some light
can leave some after-image but it doesn’t last.
Isn’t that what they say? That and that
historical events exchange glances with nothingness.
El Terremoto que no la despertó
No la despertó el terremoto en España.
El día siguiente se llenó de cosas muertas. Bueno, no totalmente, algo.
Al llegar a la puerta de entrada, sintió quebrarse un caparazón
bajo su pie. En el baño, una enorme cucaracha
yacía de espaldas sobre el borde de mármol; las antenas
muertas anunciaban el futuro señalando la boca de plata
que luego tragaría el agua tras lavar su cara.
¿Quién no hubiera deseado un rápido retorno
al sueño de anoche? La idea, ella lo sabía, era permanecer despierta,
y al caminar por la niebla gris del día, lograr con engaños que lo vaporoso
actuase como algo concreto: una voluta de humo de cigarro,
por ejemplo, podría convertirse en edificio de Lego de una pulgada
reflejado en la ventana de un bus bloqueando la calle.
La gente a veces se ve a sí misma como una imagen que calza
en una añoranza inventada: un bosque de juguete, un grillo desfigurado, el
loto, más o menos puro. La noche antes del temblor, fue por tren
a ver una opereta de trama inverosímil. Vio a un hombre
de abrigo castaño y corbata, muy parecido a Kafka.
Al día siguiente, llamó a un amigo para quejarse de los insectos.
Desde una lejana ciudad él—la voz grave y algo quejumbrosa—le dijo:
“¿No estás bien? ¿Te hace falta algo?”
The Earthquake She Slept Through
She slept through the earthquake in Spain.
The day after was full of dead things. Well, not full but a few.
Coming in the front door, she felt the crunch of a carapace
under her foot. In the bathroom, a large cockroach
rested on its back at the edge of the marble surround; the dead
antennae announced the future by pointing to the silver mouth
that would later gulp the water she washed her face with.
Who wouldn’t have wished for the quick return
of last night’s sleep? The idea, she knew, was to remain awake,
and while walking through the day’s gray fog, trick the vaporous
into acting like something concrete: a wisp of cigarette smoke,
for instance, could become a one-inch Lego building
seen in the window of a bus blocking the street.
People sometimes think of themselves as a picture that matches
an invented longing: a toy forest, a defaced cricket, the more
or less precious lotus. The night before the quake, she took a train
to see a comic opera with an unlikely plot. She noticed a man
in a tan coat and necktie who looked a lot like Kafka.
The day after, she called a friend to complain about the bugs.
From a distant city—his voice low and slightly plaintive—he said,
“Are you not well? Is there anything you want?”[2]
[1] “Baile de Máscaras”, Max Beckmann, 1948. Óleo sobre lienzo.
[2] De “La Metamorfosis” de Kafka: ““Ist dir nicht wohl? Brauchst du etwas?”
Datos
Mary Jo Bang ha publicado, entre otros libros, Apology for Want (1997), por el cual recibió el premio Katherine Bakeless Nason; Elegy (2007), ganador del National Book Critics Circle Award and el premio Alice Fay di Castagnola . Bang ha ganado numerosas distinciones y premios, tales como las becas de la Guggenheim Foundation y la Bellagio Foundation, y el premio Pushcart. Sus poemas han sido incluidos en varias ediciones de la antología The Best American Poetry. Fue editora del Boston Review de 1995 a 2005. Actualmente es profesora en la Washington University en St. Louis, Missouri.