Nuevas poetas colombianas

Presentamos la selección: Nuevas poetas colombianas, como muestra mínima del recital poético de fin de año: “Nuevas voces, otros ámbitos” que tendrá lugar en el Gimnasio Moderno de Bogotá el próximo 1° de diciembre. La presente foja incluye poemas de Hannah Escobar (1985), Ela Cuavas (1979), Angélica Hoyos Guzmán (1982), Alejandra Lerma (1991), Daniela Prado (1994), Bibiana Bernal (1985), Annabell Manjarrés Freyle (1985) y Diana Patricia Toro Ángel (1981), que serán presentadas por la poeta Carolina Dávila (1982). Aquí los datos de la presentación.

 

 

 

 

NUEVAS VOCES OTROS ÁMBITOS

(Recital de Fin de año en el Gimnasio Moderno)

 

 

 

 

 

HANNAH ESCOBAR

(Titiribí –Antioquia, 1985)

 

 

 

ELEGÍA FUNERAL A UNA JOVEN DORMIDA

 

 

 

Rilke ha muerto

Orfeo ha abierto los ojos y tiene sed

El cuerpo de una joven blanca reposa sobre mi cama

Rodeada de flores, parece el otoño.

 

Le he preguntado a mi madre si habrá de quedarse mucho

A dormir,

Mi madre ha dicho que debemos preparar la mortaja.

 

He entrado  a hurtadillas a mirarla

A hurtadillas como un ángel pequeño

Con el ardor de la infancia en el corazón

Con el brillo de la infancia en los ojos

Con la impaciencia de la infancia en las manos.

 

Le he preguntado a mi padre si la conoce

Su nombre, un nombre,

Mi padre ha guardado silencio.

 

Afuera las flores,

El olor a jazmín era insoportable.

 

 

 

 

 

 

 

 

ELA CUAVAS

(Monteria – Córdoba, 1979)

 

CARTAS DE MANDELA DESDE LA ISLA DE ROBBEN

 

I

Esta noche he recordado los días de mi infancia.

Fueron días felices los días en Qunu; la brisa que jugaba en la copa de los árboles acariciaba mi cara  y yo empezaba a soñar: una gran fiesta tenía lugar en la pradera, todo cobraba vida en ese momento, las piedras y el agua cantaban con esa melodía triste que caracteriza a los negros de África.

Cuando despertaba, todas mis ovejas habían escapado, yo corría tras ellas con toda la fuerza que me permitían mis cinco años.

Antes de la llegada del hombre blanco, todos los hombres eran libres.

II

La rutina en Robben empieza a las cinco y treinta; parece un desfile de muertos la caminata hasta el comedor; después del desayuno salimos al patio a trabajar; la piedra de hoy es mucho más grande que la de ayer, la palpo suavemente y le hablo en silencio. Cuando el sol se quiera ocultar, esta dura piedra será polvo.

El corazón de algunos hombres es duro como la piedra.

¿Cuánto tiempo más me espera aquí? No lo sé. Será hasta que la piedra escuche mi voz y se desmorone sin golpes.

 

III

Cuánto angustia al corazón del hombre no poder besar los labios que ama y que también lo desean. Ese día de tu visita Winnie, me sentí más impotente que un pájaro de hielo.

El cuerpo de un hombre puede ser amordazado, humillado, vendido hasta la usura, pero sus ideas y sus deseos quedarán intactos. Si muero en esta celda, mis palabras florecerán en otros labios.

Ahora estoy dispuesto a morir.

 

 

ANGÉLICA HOYOS GUZMÁN

(Barranquilla- Atlántico, 1982)

 

 

FIEBRE DE SENTIR

 

(En una ruta hacia Lisboa pensando en Fernando Pessoa)

 

Hay en el cielo más galaxias de las que pudieras contar. Ya lo sabías, porque viniste a verme aunque yo sé que ya te habías ido. Lo sabías cierto en el idioma y en la incredulidad del paisaje, incierto. Me viste pasar por tu Galaxia y supiste que era yo, esperando el bus que me llevaría a Lisboa, no la tuya, no tu lengua, ni la lengua del poeta que quería cambiar el mundo con una hoja de hierba, sino esta que  los  hombres y mujeres gloriosos van dejando cuando sienten la calle pesada, el ritmo les quita más sentir que pensar y los hace caer de la cuerda.

Tú que sabías estar en nosotros y nosotros en ti, que sabías también que la perfección era un decir, que conocías el camino del centro hacia la cabeza y el camino de regreso de todos nosotros, fuiste más que esos pocos que pudiste ser, y ¡qué bueno! Ahora también fuiste yo, y te sentí triste y feliz al mismo tiempo, cuando te busqué me aligeraste el rocío de los ojos. He dicho que he sentido, pensado, que estabas aquí entre mis letras, como estuviste en todos tus visitantes. Te enteraste muy bien que las estrellas y el destino es más complejo que  los  nueve planetas, que hay más elementos de  los  que podemos mencionar, pues solo estando, infinito y único, pudiste saber el punto exacto en el horizonte donde se levantaba matemáticamente la supernova de cualquiera que es nadie, como yo, en esta vía láctea en donde me quemo.

 


 

ALEJANDRA LERMA

(Cali – Valle del Cauca, 1991)

 

 

 

OSCURIDAD EN LUZ ALTA

 

 

La vida es un pasillo oscuro

En el que nuestra sombra enciende velas

 

Sonreímos

Y en el fondo hay violencia

Somos un dolor intermitente

 

Hemos llegado al mundo

Destrozando otro cuerpo

 

Para  poder vivir  hay muerte en abundancia

Dejamos nuestro rastro  de caníbales

Perseguimos el oro y el fracaso

 

Estamos ciegos

Iluminados de angustia

Cansados de querernos

 

Todo es  hermoso

Un  río marchito  que resuena en la mente

 

Jamás comprenderemos

La eternidad es silenciosa

 

Intentamos amar a los otros

Ver en la deformidad la belleza de Dios

 

La oscuridad es un pacto de la luz

Para podernos ver.

 

 

 

DANIELA PRADO

(Cali – Valle del Cauca, 1994)

PIENSO EN LOS NIÑOS QUE NO NACIERON Y QUE PUDIERON SER MIS AMIGOS

 

Aprieto la tierra fuerte con las manos

beso a mi madre

beso a mi perro

Pienso en los niños que no nacieron

y que pudieron ser mis amigos

Abrazo el recuerdo que me da un árbol con su sombra

las cuerdas de un columpio roto

 

Quiero creer en los hombres

como pequeñas corporaciones que emplean gente

Quiero creer en los niños

como gotas de agua nueva

 

Lloro este siglo como si fuese el último

Temo mi vida como un suceso fracasado

Beso a una piedra y me aferro a ella

entre este mar de brea y sueño

 

Pienso en un indio milenario

que me bendice desde el pasado

Pienso en los hombres que fui y en las mujeres

y en ese animal extinto que me lee

mientras incinero este poema.

 

 

 

BIBIANA BERNAL

(Calarcá –Quindio, 1985)

Julieth y la lluvia

 

Si algún día vuelvo a morir,

procuraré hacerlo bajo la lluvia,

hay tanta compasión en cada gota.

 

Le diré a mamá que voy a jugar

con el aguacero en la cancha de arena.

Ella pronunciará el mismo no

y yo aprovecharé el rumor del techo

para encubrir el sonido de la puerta.

 

La sonrisa cómplice de Julieth

estará al otro lado de la cortina de agua

del alero de su casa.

En la ventana, como siempre, su abuela,

con un cigarrillo en la boca y nicotina en la mirada,

convirtiendo el humo en niebla.

 

Si algún día vuelvo a morir y la muerte me da tiempo,

le diré a Julieth que no la olvido, que al final,

todos los saltos nos arrojan al mismo vacío;

que podemos volver a jugar a la oficina

aunque  ella no vea ya ni juguetes en los libros.

La llevaré a “los pinos”, donde jugábamos

y nos escondíamos en las noches.

 

Si algún día vuelvo a morir,

y se va la mujer

y regresa la niña,

buscaré a Julieth en la lluvia.

 

Vamos, Julieth,

debajo de la cancha de concreto

están nuestros días y noches de juego,

nuestra memoria de arena.

 

 

 

 

 

 

ANNABELL MANJARRÉS FREYLE

(Santa Marta – Magdalena, 1985)

 

Poemas en el final de los tiempos

 

 

Escribir poemas al final de los tiempos

cuando las nubes ya no son nubes

y los techos vuelan.

 

Cuando el zumbido en el cielo de mi boca

ya no es de las tormentas,

cuando otros vengan a reemplazarnos

y ya no haya tiempo.

 

Entonces, hay que escribir poemas

y cortarlos por la mitad.

Pegarles la imagen de otro verso casi olvidado

y aprender a convivir con el retazo

de un poema de taller.

 

Poemas trabajados desde un sentimiento añejo,

vivencia pasada, voz inútil.

Un eco que solo suena a eco.

Poema cansado de decir ausencia,

poema cansado de decir amor,

poema cansado de decir soledad, sexo, otoño, vino

sentimiento, cielo azul y flores perfumadas.

 

Poema cansado del perfume de las flores.

 

Escribir poemas al final de la calle,

con un punto aparte delante de mis pies.

Bajar otra cuadra…

perecer

y descubrir que el perfume de hombre que seguí,

/mordiendo manzanas enteras,

resultó ser

sólo una ecuación.

 

 

 

 

DIANA PATRICIA TORO ÁNGEL

(Filadelfia –Caldas, 1981)

 

TANGO DE PASOS

 

El tac-tac-tac de sus tacones

siempre me obsesionó desde niña.

 

Recuerdo con amor,

como me sentaba a esperar esa música,

casi idílica, casi celestial de sus pasos.

 

No entendía su llegada

sin su taconeo constante

y mis oídos buscaban entre el ruido

a veces gris de la calle

el tango azul de sus zapatos.

 

Como el tacón sobre el pavimento,

muchas veces me imaginé

el perfecto tono de un tango,

y cuando entendí por primera vez alguno,

mi corazón latió desesperado

buscando entre montañas de sonidos

aquel baile de sus pasos.

 

No comprendo su llegada sin un tango,

y es que entre tantos caminos,

algo en mí se ha desquiciado

y he olvidado que los pasos son sólo pasos

y los tangos, sólo tangos.

 

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