Poesía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

Presentamos una muestra de poesía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, preparada por Mariel M. Damián (Ciudad de México, 1994). Está formada por poetas que actualmente estudian en la facultad.

 

 

 

 

 

POESIA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

 

“Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro”.

Octavio Paz

 

 

En esta muestra se presentan los textos de poetas que cumplen con las siguientes particularidades: Poetas que actualmente estudian en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y que nacieron entre la década 1990-2000.

  • Esteban López Arciga (México, 1994)
  • Carmen Leticia Paczka Díaz (México, 1994)
  • Sergio Eduardo Cruz (México, 1994)
  • Iván Palacios Ocaña (Oaxaca, 1992)
  • Moriana Delgado (Ciudad de México,1993)
  • Jaime Tzompantzi Cruz. (México, 1994)
  • Ana Gabriela Tovar Robles (Ciudad de México, 1994)
  • Alejandra Retana Betancourt (Monterrey, 1994)
  • Mariana Rico Cortés (Ciudad de México, 1993).
  • Mariel M. Damián (Ciudad de México, 1994) [Los editores le han pedido a Mariel que incluya sus poemas en la muestra]

 

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México es considerada como una escuela fundamental en México y  de las más importantes en Iberoamérica en el ámbito de las Humanidades. Esto debido al compromiso que ha efectuado la institución en actividades de docencia e investigación,  principalmente en el área de las Letras.

Desde 1924, fecha en que se le otorgó el nombre que actualmente conocemos, la Facultad ha sido un importante espacio de difusión del conocimiento tanto filosófico como literario que al mismo tiempo, confluye con alumnos y profesores dedicados al saber histórico y geográfico del país.

Por los pasillos de esta escuela han caminado grandes personajes de la literatura como: Rosario Castellanos, Ernesto Cardenal, Elena Garro, Fernando del Paso, Inés Arredondo, entre otros tantos que han aportado y enriquecido la cultura mexicana.

De esta manera, surge una pregunta:

¿De qué manera la sociedad actual mexicana influye en una generación que comienza a surgir  y, particularmente,  cómo incide la enseñanza de una institución tan importante en el ejercicio creativo de estos poetas?

Es por ello, que en esta convivencia diaria donde se ve sembrar y  florecer al conocimiento humanístico, se seleccionaron jóvenes nacidos a partir del año 1990 para acercar al lector su trabajo poético.

 

 

 

Esteban López Arciga (Estado de México, 1994), cursa la licenciatura en Lengua y Literatura Modernas | Inglesas, ha sido parte del programa Valores de Baja California en el área de literatura y Becario del festival Interfaz del Issste en febrero del 2015. Ha publicado previamente en Círculo de Poesía, el blog de Errr Magazine, y en Río Grande Review.

Unam_Esteban

 

Chicos leyendo a Nietzsche en el tianguis

 

En algún otro momento me vi
regateando teología y coliflor en el puesto de verduras
(me pedían matemáticas
y yo sólo llevaba algo de estética en mi cartera)
tras rascar la comezón que deja el desierto en mis ojos
Alcancé a ver tres cuerpos jóvenes  altos
delgados
cabellos negros                                   largos
vestidos de cuero oscuro cubierto de tierra

Chicos que Leen a Nietzsche

Dejé el puesto con media coliflor y un litro de ontología
(Dije que volvería por un kilo de Dios a la vuelta)
me dirigí a buscar un poco de praxis
y una batería para mi celular

En mi espalda
el sentimiento huraño
de tres jóvenes nihilistas siguiendo mis pasos
degustando con el olfato la ética que guardo en mis vísceras
burlándose de la moral que grabé en mi lista del mandado
cántico en los pasos abultados
de seis botas de piel pintada carbón y vaho nocturno

Ü-BER-MENSCH
Ü-BER-MENSCH

 

Traté de perderme entre la gente
y no logré más que tropezarme en la esquina de la iglesia
(Habré derramado un par de objetos de mi botella de ontología)
vi en el suelo lo último que me quedaba
de mi espíritu de siglo
(Viva [aunque sea un año más] la revolución…)

Me levanté
Sentí
el deseo
de lamer mis heridas.
Tres jóvenes     nihilistas
En
el puesto de       incienso
con
Tres jóvenes     colegialas

Chicas que Aman Chicos que Leen a Nietzsche

Y yo sentí un asco
Hacia                     ellos
Los charlatanes
Hacia                     ellas
Las incautas
Hacia                     mí
El imbécil

Busqué refugio en la gramática
las ambigüedades
la Cábala
las Tiratna
en el puré de coliflor                                     Es que los desprecio tanto
aunque no debería meterme en sus vidas

Chicos que Odian Chicos que leen a Nietzsche

Aunque,
un tanto hipócrita,
de vez en cuando canto (calculadora en mano):

DIE WELT IST ALLES WAS DER FALL IST

 

 

 

Oh
voz poética
alma mía
recuerda que somos jóvenes también

To be Young and in Love
To be Young and in Love
The anaphoric wh
istle
of the soul

 

 

Diámetros exactos de las 30 puñaladas en la espalda de la alcahueta

 

A pedido
del espíritu conductista
de nuestra nueva ciencia
inyecté el aleteo de una mariposa
en la célula
(Monumento primordial de la carne y la víscera)
alzada de mi vena
esperando que con eso mi mano fuese capaz
de corregir mundo
de corregir cosmos
de corregir cuerpo
de corregir yo
de corregir tú
de corregir otros

decepción

Sólo encontré nombre y número
y otros valores contingentes
(También una mónada, por cierto)

Decepcionado de lo que me ofrecían
las físicas
busqué aprender el arte obsceno de patáfora

Recuerdo,
el relato de tierra enferma
tumores en los campos
pus en los océanos.
Fue por ahí
que las naciones
buscaron a los patafísicos
doctos en alta estupidez.
Fue con lágrimas
que confesaron
que el mal de la tierra
era venéreo

Después me enteraría
que la idiotez es tan dogmática
como la doctrina

Y la palabra…
La palabra que sigue…
La palabra que va…
¿Con qué palabra continúo este poema?

De San Dionisio Parisino
(Santo inexistente)
aprendí que en la palabra Dios
hay esencia de hombres y mujeres.
Yo
a estas alturas
Veo en la palabra Dios
el vaivén indeciso
de mi fe.
Y la tía Marieta
(Quien sólo vive en este poema)
dijo que en la palabra Dios
se implica el virgo
materia prima del misterio  mariano.

¿Sabría mi tía imaginaria
de la magnífica intuición teológica
de la alcahuetería?
Me dejaría repetir
sin gritar “¡Herejía!”
la máxima de San Dionisio Parisino (Santo que inventé)
que dice:

De todas las gentiles gentes                                  Sólo habrán llamarse doctados en la theologia
Eraclito
Aristotiles
Y la alcahueta Celestina
(¡Ay puta vieja!)

Será adecuado entonces
considerar la curación del virgo
del cielo
como prioridad metafísica
invadir la radio
para llamar a todas alcahuetas
Que aún viven y son
para que llenen con su arte las facultades de ciencia y filosofía
y enseñen a revertir la gonorrea de los mares
la sífilis del prado

Probablemente
terminemos quemando todo
e inventado nueva lógica
para que nos haga sentido

 

Obituario genérico

No te olvidamos Xu Lizhi

 

Ayer en la noche,
mientras pensábamos
en qué nombre darle al color del ocaso,
una gaviota voló a mar abierto
para morir
sin que nadie la viera.

Las máquinas envidian la sangre
que fluye por nuestras mejillas
al reírnos.

Las máquinas duermen tristes,
las lágrimas        que tragan
Las envenenan.

Las llagas en tus manos
expulsaron pus
al ser infectadas
con la tristeza de la fábrica

¿Cuántos días lloraste,
a escondidas,
el dolor punzante
de la ponzoña en tu pecho?

A nadie le importó
la lágrima que derramaste,
cuando descubriste
que una tuerca
puede caer al suelo,
a las tres de la mañana,
sin que nadie la escuche.

Y las máquinas quisieron decirte,
que ellas comprendían
tu tristeza,
quisieron besarte
curar las llagas
pedir perdón
y sollozar contigo
pero  guardaron silencio
nadie les había enseñado a llorar

Un vacío
que ofrece descanso

….

Manos
que se extendieron cuando ya no había nadie

….

Varias veces ensayaste tu muerte,
en un poema escrito
bajo una vela a media noche.

 

 

Carmen Leticia Paczka Díaz (México, 1994).- Estudiante de Letras Modernas y Lengua Inglesa.

 

 

Unam_Carmen

 

Extrañar

 

Hay una bifurcación en el sentido:

extrañar a alguien que no hemos visto en largo tiempo

y sentir la nostalgia cuando ha muerto invisible,

imperceptible casi,

como si el espíritu sintiera desprenderse

un pedacito del mundo.

Así recurren sueños y recuerdos que, sin aviso,

nos ponen al tanto de ausencia en el éter:

nueva zona vacía para nuestros huecos seres

guardando remanentes en una caja de madera,

materia muerta sobre materia muerta,

del polvo al polvo como las estrellas.

El final es más brillante y duradero,

luz visible en la distancia. Miles de años,

un nombre con fecha grabado en piedra.

El tiempo borra rastros y formas: difumina,

transmuta todo lo que una vez fue.

Inmutabilidad sólo existe en el espacio,

hasta las flores más bellas se marchitan,

incluso la mejor historia tiene un final

y al final no queda nada

sino el origen.

 

Noche

 

Tormenta de estrellas

Que asedia mis sueños:

Levantamiento de pueblos,

Caída de imperios.

 

Lo que ven mis ojos,

Diseño del cosmos.

Veo barrer el polvo del tiempo

Antes de que sea polvo.

 

Escucho el viento

Que a través de las hojas

Susurra un mensaje de lluvia.

 

Imágenes habitadas por destellos,

Fantasmas que nunca hubieron:

Sueños fallidos regresan al mar

Antiguo de donde salieron.

 

 

Noches de Insomnio

 

Impacientes,

ojos viajan

De una pared a otra,

Escuchando

el lento palpitar

Del mundo

a través de la ventana.

Bostezos cavernosos,

Como agujeros negros,

devoran las horas,

deformes quimeras.

Somnoliento juego de matrioskas:

Infinitas galaxias pobladas

De insondables caminos

que esperan

a ser recorridos

por las miradas

De aquellos seres que,

no se dan cuenta,

han habitado dormidos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sergio Eduardo Cruz Flores (México, 1994). Estudia Lengua y Literatura Inglesa. Fue becario Interfaz: Los signos en Rotación 2015.

 

Unam_Sergio

 

 

Una elegía

 

 

1.

Así como los días cuando se acaban

y sólo queda el rastro enrojecido

del cuello celeste, tú quedas en mí

como puñalada de cristal en el pecho

que se embarra en tela de seda; así

como al templo sigue el calor de la fiesta

y la gente se alegra con los novios,

tú quedas en mí como pálida tristeza

fría, que recorre mi cuerpo en temporales

hacia arriba o hacia abajo, en silencio

como un espía reconoce el hogar de su enemigo.

Así como uno zahiere los recuerdos

hasta destilar cada faceta, mientras

los ancianos pasan sus dedos por el cráneo

donde alguna vez hubo cabello, quedas

como sonrisa que perdura entre los labios,

un cálido mirar al abismo, una casa vacía

en que habita sola incertidumbre.

 

 

2.

Tu belleza es carbón en el sahumerio de nadie

ardiendo cada día en el templo, rodeada

por esencias de cosas sagradas e inasibles.

 

Eres hermosa, y lo sabes, y te estás yendo.

Tus manos son tumor en las estrellas,

algo raro que apareció sin anunciarse

para derrumbar lo que había de la ciudad vieja.

 

Eres hermosa, y dejas de mirar atrás por siempre.

 

Tu ausencia es una fruta amarga: escalda

mi lengua para que broten canciones

de ella, cantadas fuerte para seguir tu rastro.

 

Eres hermosa, y brotan flores en tu paso por el mundo.

 

3.

 

Tendrán que aprender a soltarse

después de comidas las viandas,

recogidos los platos, vuelto aire

el ruido de los vasos al chocarse

y todo centro de un solo instante:

la historia que recorre el cuerpo

de todos los que van por la calle,

de quienes vuelven al aeropuerto

y recogen sus maletas, esperando

que seres amados los encuentren

y recuerdan, al fin, que ha pasado

tanto tiempo entre las despedidas

y ahora mismo, que no es posible

andar de vuelta al punto de partida,

remachar el hilo de los adioses.

 

 

 

 

 

Iván Palacios Ocaña (Oaxaca, 1992) estudia Letras Hispánicas. En 2015 fue becario del séptimo curso de creación literaria para jóvenes de la Fundación para las letras mexicanas. Ha publicado en algunas revistas electrónicas.

 

Unam_Iván

 

 

Poema para una esquina

 

Aquí, había un árbol:

mi cabello hoy crece en su homenaje,

las plantas de mi casa, las uñas,

-todo:

el universo se expande en tu nombre.

 

Homenaje a Ernesto Cardenal en sus 90 años

 

Una vez vi a Ernesto Cardenal leer en Bellas Artes:

el poeta parecía una nube

con forma de santo.

 

Recuerdo algunas cosas que dijo: “La gravedad es amor,

la materia que anhela unión y cercanía”

“ningún átomo quiere estar solo, todos se besan como adolescentes”

y: “me vale verga la muerte”.

 

Al final se veía cansado, no lo saludé ni quise acercarme.

Pensé que si la materia es eterna, en algunos años,

cuando la tierra se desbarate

(porque el sol será una estrella demente y homicida)

nuestros átomos orbitarán el mismo núcleo,

seremos la misma luz;

—y así con todo.

 

 

Haiku

 

No conozco el nombre de las nubes,

pero me gusta verlas pasar

de blanco

por el aire azul―

rosa

amarillo

violeta:

‘El tiempo es color’

―dice la tarde.

 

De mi extraño amor por las cucarachas

 

Aplasté su paseo nocturno:

sólo quedó una mancha amarilla

entristeciendo el suelo.

Amaneció sin cucarachas que vinieran a llorar:

estábamos igualmente solos en la cocina.

 

 

 

 

Moriana Delgado (Ciudad de México, 1993). Estudia actualmente Lengua y Literatura Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue becaria de la Fundación para las letras mexicanas en el curso de creación literaria Xalapa 2012, en la categoría de narrativa. Fue becaria Interfaz: Los signos en Rotación 2015, en la categoría de poesía. Ha colaborado con las revistas Cuadrivio y Tierra Adentro.

Unam_Moriana

 

Thoreau en la luna

 

Juntas, las clasificaciones maritales;

las suposiciones que bosquejas,

lo que marca el desencuentro, y

el óvalo con el que me hablas.  Juntas,

nuestros nombres ucranianos, y

decides que ya estuvo bueno, que

Thoreau no está en la luna y los

socialistas ganaron el mundo.

 

Juntas, un tumulto encerrado.

Los húngaros saquearon el molino

y nunca pudiste publicar una letra;

porque todo comienza con E

y el único desenlace

fue el arreo de tu letra.

Juntas, y ahora vives sola.

El atardecer de la derrota fueron tonos amarillos,

fue la tristeza del verano y el símbolo que llevas por nombre.

Nunca supimos cuándo cayeron en desuso los relatos siberianos,

las tazas blancas, las noches francas;

esa vuelta apagada y Dalila colgada;

la casa imperfecta y los incendios que la causaron.

No existe pues esa silueta (tu foto).

Entro ahora en el mundo de lo insoluble,

Donde el mesianismo es impalpable,

Y los ismos nos rezan a oscuras,

aquel mundo con un cazador en cada colina;

el mundo que te consigna a enfocarme, apuntarme

Y decidir.

 

Matrimonio

 

Desperté y me di cuenta que llovía.

todos éramos un juego

mamá no quería entrar al cuarto,

estábamos dolidos.

 

La tarde no era tarde,

el matrimonio era un café frío,

las horcas allá afuera había dado el tirón

alguna vez en el pasado.

 

Mis manos no eran manos,

eran un tiempo de tu tiempo.

 

Estábamos todos reunidos,

para una demencia mal lograda,

para ver a papá regocijarse en el vestido,

en el mirador de los encuentros.

 

Éramos todos un pescado,

afuera de sus entrañas, nadando en el tragaluz oscurecido.

 

Desperté y me di cuenta que llovía.

 

La luz estaba apagada.

 

La ficción rondaba ausente.

 

Soñé con ser un bisonte

un árbol dislocado,

pequeñas gotas de luz,

y pensé:

 

No hay nada más triste

que querer estar mejor.

 

Hombre de ámbar

 

Es la tarde de las gotas ámbar

bajo estas escamas que me conforman

y estos versos demenciales que me contienen.

 

No hay jugarretas, no hay dolores

no hay nadie bajo estas inmensas laceraciones.

 

Es la tarde de la insulsa piel

donde se mecen mis ánimas

y me frustra mi lengua corta

mis manos inhábiles

mi voz queda.

 

Es la noche que me retendrás bajo esta ciudad

de bálsamos imperiales

y de dinastías inexistentes,

donde la sangre es difícil de lavar

y las manos, hostiles de apaciguar.

 

Qué queda bajo esta daga que me encierra,

bajo este frío prólogo de piedra

que es mi cuerpo,

 

Sólo un cruel fantasma de hiedra.

 

 

 

Jaime Tzompantzi Cruz (México, 1994). Estudia Lengua y Literaturas Hispánicas. En 2014 ganó el 3er lugar en el concurso “Poesía en voz alta”  de Casa del Lago en la FFyL. Participó en el noveno encuentro nacional de literatura “Al sur de la palabra” en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. en 2015.

 

 

Unam_Jaime

 

 

Necesitamos hablar más de las sirenas

 

Me dijiste.

¿Qué habrá sido de ellas?

¿Las asustaron los cigarros de los poemas de Neruda?

Tal vez son tan pequeñas que caben en las manos

Y por eso no las vemos

Tal vez todo el océano es una gran sirena

O sencillamente han quedado sólo sus fantasmas

Acaso, olvidaron que eran lo que eran

Y subieron a la tierra a andar por ahí.

Como es tu caso.

 

 

 

Es verdad que los hipogrifos son violentos pero también seres eróticos y delicados.

 

He soñado repetidamente algo:

Segismundo bebiendo un pulque de ajo

en una fiesta trans donde cualquier cosa podría pasar

diciéndome

“es bueno volverte a ver”

“es bueno haber terminado mi relación contigo”

“es bueno terminar con algo diariamente”

y casi no puedo pensar en otra cosa

salvo en la manera en que mira

entre la melancólica y la lasciva

“es bueno mezclar si te quieres morir”

“o caer en síncope”

“o llevar al siguiente nivel

el performance”

“es bueno dejarse llevar por los colores”

“y por los lugares comunes

de la poesía

y de tus series de televisión favoritas”

Y me dice lo mismo cada noche

con ligeras variaciones en el tiempo de los verbos

y en el género gramatical de la fiesta

aunque siempre es trans

o metasexual:

más allá, más acá, más ajá

y espero que segismunda no se vaya

de mi sueño

(es decir, como todos saben, de mi vida)

porque quiero preguntarle algo sobre la tristeza

porque quiero proponerle un trio

con ella y con tu reflejo

del espejo.

 

 

 

A propósito de una poeta joven con pechos hermosos que gana premios y sube fotos de ambos sucesos.

 

Es una lástima que no te leerán en las cañerías

Menos aún en la cárcel ni en el exilio

(no te recitarán cuando suenen las alarmas)

Porque los chicos de siglos futuros,

forajidos sin motocicleta

punks más drogados que nunca

no tendrán tiempo para tus palabras

ni para el tipo obscuridad

donde te gustaba dibujar tus senos.

Sí tiempo para Vallejo

Sí para los Salmos.

Serán días para buscar espejos

Superficies donde brillen nuestras caras sin deformarlas

Cada diente roto en su lugar.

Versos para leerse en el matadero.

Serán, posiblemente,

días para tomarnos de las manos

y llorar ante las ruinas de Ciudad Universitaria

 

Y casi no me puedo imaginar cosa más triste

Pero generaciones después,

cuando hayamos huido de nuestras casas

y nazca el primer niño fuera de estas tierras

Y acontezca el primer amor humano extraplanetario

(que será materno,

porque nunca dejó de ser el más grande)

y nadie recuerde haber visto algo igual

Entonces sí,

te leerán.

Y bajo un paisaje imposible de imaginar

se dirá con nostalgia

“que hermosa poeta tuvo la humanidad”

 

 

 

 

Ana Gabriela Tovar Robles (Ciudad de México, 1994). Estudia la Licenciatura en Letras Inglesas. Ha participado en diversas muestras públicas de producción literaria dirigidas por colectivos y organizaciones, tanto en poesía como en narrativa.

 

Unam_Ana

 

I

Llegará el día en el que nosotras seamos las Ofelias, camelias marchitándose en algún camposanto, frente a tumbas de héroes de falsas guerras: abnegadas Magdalenas, olvidadas entre los santos.

 

 

II

 

Regreso de vez en vez buscando las sombras,

entre los árboles, que se levantan

como hojas secas en el aire.

Regreso de vez en vez

a oír los ecos de los futuros fallidos,

saboteados por pasados cíclicos, tifónicos y cilíndricos.

Regreso de vez en vez a ver los rostros empañarse

por la espesa neblina de mi mente y hallo lo mismo, una y otra vez:

cadavéricos y famélicos personajes en una noche de carnaval.

Aquella víspera las flores murieron; el Cerbero dejó de ladrar,

y, enterrada entre los murmullos,

la lira de Orfeo en las cavidades del Aqueronte,

débil y escurridiza, se escapaba de la oscuridad.

 

 

III 

Cuando cierro los ojos para dormir, los buitres, como sombras angelicales, se anuncian volando sobre mí.

 

 

IV

 

Inercia hacia la muerte.

Inercia hacia la luz.

Jornadas de libélulas de esqueletos purpúreo azul.

Páramos de sal fértiles en cuerpos:

botones que se abren

con carne pútrida floreciendo de ellos.

Gusanos hambrientos y pómulos como manzanas podridas.

Luciérnagas haciéndose humo, ahogando lo que queda de día.

La noche escupe una luna roja que

como mariposa nocturna, presagió que la voz llamaría de nuevo,

que me asfixiaría mi propia respiración.

 

 

V

 

Me amputo los dedos; me amputo los brazos;

me amputo hasta la cabeza

con tal de no dejar al veneno escarlata correr.

Soy Eurídice sin su Orfeo: tengo el Hades en las venas; tengo liras en los pies

y hago música cuando corro;

tengo los ojos de mil perséfones y a la muerte enamoro.

 

 

 

 

Alejandra Retana Betancourt (Monterrey, 1994) escribe narrativa y poesía. Ha publicado narrativa en Telescopio (Alabastro, 2013) y poesía en Voces de emergencia (La Regia Cartonera, 2013), Los Volátiles (Juanita Cartonera, Chile, 2014) y Poetas Parricidas (Cuadrivio, 2014). Ha asistido a los cursos de verano de la Fundación para las Letras Mexicanas para el género de narrativa (Monterrey, 2013 y Xalapa, 2014).

 

Unam_Alejandra

 

 

Quien no tiene el cuerpo leve
no debe adentrarse en el agua.
Sé que flotas, pequeño dios,
sobre tus propias lágrimas.

 

 

 

Los pájaros reconocen los cielos que volaron sus padres.
Cuando duermen, sueñan con ancestrales horizontes.
Los recuerdos de esos sueños los guían al migrar por primera vez.
Los hombres, con suerte, heredan una canción o dos.
Con un poco más de suerte, esas canciones hablan del mundo por venir.
Y sí son de verdad afortunados, esos hombres, pueden soñarlas y entonarlas.

 

 

 

este suave temblor desencadena
la ruina de mi cuerpo
busco una letanía contra el miedo
para invocar mi única verdad cierta
Creer es Resistir:
que tú no me has creado
para ser la costilla que les falta,
que nací en ciudad de soledades
pero nunca estoy sola
pero nunca me pierdo
pero nunca iré rápido
no quiero instantánea ni la muerte

 

 

Mi zarza ardiente

He estado buscando pero lejos siempre es cerca

en mi cuerpo
fruto sin carne
la tristeza canta

tengo una corona de mirtos
sangre coagulada en las uñas
las rodillas bautizadas por la lluvia

conozco el sentimiento
pero no la luz

he estado buscando pero la voz del destino es disonante

éste es mi testimonio:
la angustiosa búsqueda
de los crepusculares campos
donde mi zarza ardiente no se consuma

la letra virtuosa es un salvavidas
pero la gloria es amarga
y lejana
y no es mía

 

 

 

Mariana Rico Cortés (Ciudad de México, 1993). Actualmente estudia la Licenciatura de Filosofía. Escribe desde hace cuatro años. Comenzó a escribir cuentos y ocasionalmente poemas.

Unam_Mariana

Ateísmo

Pilar, ¿dónde estás?
Pilar, no te veo,
no te escucho, ni te siento.
Pilar, ¿dónde te escondes?
¿Me ves?
¿Me escuchas?
¿Puedes?

Pilar,
no entiendo;
no te entiendo,
nunca lo hice.

Cómo puedes
ausente y escondida,
escabullirte como agua
entre el vacío de mis manos,
entre los labios de un necio
que se sabe en el desierto
acompañado por la nada.

Pilar,
no es cierto que eres brújula,
mis pies caminan todo el día
sin saber a dónde a voy;
porque no señalas Norte,
porque nunca llego a nada.

Pilar,
si tú lo sabes todo,
enséñame a no creerte mito;
a creer en tus promesas
y en tu voz,
porque mis oídos son sordos.

Pilar,
por qué si dices que me amas,
nunca puedo verte,
ni escucharte.

Pilar,
por qué si dices que me amas,
no hablas en mi idioma:
¿Los mitos no unen nuestras
lenguas, acaso?

Pilar,
no me extiendas los brazos
cuando ya estoy cayendo,
¿qué no ves que tus manos
son abismo, también?

No me digas que te piense
por las noches
y te elogie en las mañanas.
Porque de mis sueños
y mis pesadillas;
de las horas más funestas
y eternas,
despierto sola en mi cama.

Nunca estás en la penumbra
que persiste en los amaneceres,
ni en la luz del mapa estelar.

Nunca tienes rostro,
nunca tienes voz,
nunca tienes Norte;
por eso eres mito
y no te escucho;
por eso no te encuentro.

Pilar,
tú nunca estás.

 

¿Qué es pedir ayuda?

 

Hoy la loca de la casa soñó que hablabas,
incluso cuando no sabes
si quiera balbucear.

Pero no tienes voz…

Perdiste la voz;
entre líneas,
un soberbio imaginario
vuelto memorándum,
habla un tercero entre letras
pidiendo lo que tú tal vez quisieras.

Requiriendo la ayuda
que tu mudez te niega.
Ojalá el habla recuerdes,
ojalá aprendas.
Y el nudo altivo
que invade tu laringe
se deshaga en humildad.

Si recuperas la voz,
habla tú,
pide ayuda tú;
no te estanques en esa soledad
llena de fantasmas entre signos
y ‘memos’ de terceros.
El favor nos es para ellos o nosotros;
tu afonía
no nos pertenece,
tu altivez no nos ayuda,
ni nos importa.

 

TU VOZ:
Te auxilia a ti
y sólo a ti.

TU VOZ:
Te salva a ti,
te recupera a ti.

 

 

 

 

[Los editores le han pedido a Mariel que incluya sus poemas en la muestra]

Mariel M. Damián (Ciudad de México, 1994). Estudia la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM y al mismo tiempo, cursa la carrera de Biología en la ENCB del IPN. Colabora en la revista semanal Cuadrivio.

 

Unam_Mariel

 

 

Respuesta

 

– Si no fueras un pez de color turquesa

¿Qué otro mundo hubieras sido?

 

-Yo no lo sé, te digo.

Quizás hubiera sido una semilla pequeña

para pedirle a mi abuela de seis años

que me sembrara a tu lado.

Y así, no distinguir tus hojas de las mías

ser una masa verde  y sin forma

atravesando el lomo del viento.

Y hacerte el amor todo el día

con mis raíces de árbol

bajo este manto de tierra.

 

Lo que no se nombra

 

Nunca nadie se pregunta sobre las cosas tristes que no existen,

como yo que me escondo detrás de las voces no-nacidas,

en el hueco de los cuerpos que nadie ha visto,

en la lengua del sol que humedece los jardines y

en la cresta de las gallinas que no conocen los espejos.

 

Mi figura de nube recorre los sueños,

habito en cada arruga del tiempo

y no necesito que nadie me vea para ser

ni que alguien me nombre para existir.

 

Yo construyo seres que no saben cómo se creó el mundo,

escribo sus historias en la panza inflada de las estrellas

y desde los ojos de dios los miro vivir y matarse.

 

A veces, muero de amor o de celos

por no tener un cuerpo palpable,

una espalda que aplaste el color de los pastos

o interrumpa el infinito olor de las olas.

 

Sin embargo, yo espero en los lenguajes extintos,

en el latido de tierra que se hace humo,

en la gota de lluvia que al caer en el mar

s e       e x p a n d e.

 

REFLEJOS

 

De las mil maneras que hay para hacer el amor sin tocarse,

está el concentrarme en tus ojos

y descubrir la inocencia vestida de niña

hurgando en los escombros de tu conciencia

para buscar a tientas y en un rincón de tu pecho

las piezas del Lego de tu infancia.

 

Es el tiempo el que no pesa

y en el fondo de tus ojos eres Yo misma.

 

Ahí están los monstruos del armario y

las hormigas que anidan bajo la cama.

Ahí el mar que se hace llanto y

el grito del mundo que contienes en tu boca.

 

De las mil maneras que hay para hacer el amor sin tocarse

está el mirar de cerca tus ojos

y encontrarme – a veces – minimizada

entre la córnea vidriosa del cielo

y la sangre tibia de los párpados.

 

La pequeña imagen de mi cuerpo

se hunde en el color de tus pupilas

y se asoma de vez en cuando al vacío

para saludar al reflejo que soy

cuando estás conmigo.

 

 

CATÁSTROFE

 

Hoy no quiero hacer nada

tan sólo tumbarme en la arena

y con un solo dedo agitar el mar,

girar el índice hasta crear grandes olas

huracanes,  remolinos,  sismos

y elevar nuestras casas hasta el cielo

para luego dejarlas caer por que sí,

porque te extraño y no estás conmigo

 

Ni siquiera deseo ser una cosa aparte.

Quiero seguir siendo la partícula de Dios,

la estrella primera, el organismo único.

Ser del mar el agua y las algas

y que mi cuerpo nunca se separe

de la masa amorfa que lo contiene todo.

 

Que no me crezcan las piernas y flote,

y que del cuerpo nunca me brote el corazón.

 

Que no sienta el borde sutil

donde termina la piel y empieza el paisaje

para que en la calle no me miren y digan:

 

Ahí va. Allá está la chica que se ha quedado sola.

La que como todos, por vivir de amor se muere.

La que cuando empieza algo grita y cuando acaba llora.

 

Hoy ni siquiera quiero estar triste.

Tan sólo deseo tumbarme en la tierra

hasta que las flores germinen,

y mi cuerpo de pastos nobles sea un jardín antiguo

donde mi ombligo sea hogar de caracoles

que no sepan pronunciar tu nombre.

 

 

 

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