Today at Círculo de Poesía: Carol Ann Duffy (Glasgow, 1955), for her poetry she has deserved the Eric Gregory Award, the Scottish Arts Council Book Award, the Dylan Thomas Award and in 2005 the T. S. Eliot Prize. She is the poet of the English court since 2009. Spanish version by Edgar Amador (Coahuila, 1967)
Presentamos un poema de Carol Ann Duffy (Glasgow, 1955), por su poesía ha merecido el Eric Gregory Award, el Scottish Arts Council Book Award, el Dylan Thomas Award, y en 2005 el T. S. Eliot Prize. Es la poeta de la corte de Inglaterra desde 2009. La versión es de Edgar Amador (Coahuila, 1967).
Warming her pearls
for Judith Radstone
Next to my own skin, her pearls. My mistress
bids me wear them, warm them, until evening
when I’ll brush her hair. At six, I place them
round her cool, white throat. All day I think of her,
resting in the Yellow Room, contemplating silk
or taffeta, which gown tonight? She fans herself
whilst I work willingly, my slow heat entering
each pearl. Slack on my neck, her rope.
She’s beautiful. I dream about her
in my attic bed; picture her dancing
with tall men, puzzled by my faint, persistent scent
beneath her French perfume, her milky stones.
I dust her shoulders with a rabbit’s foot,
watch the soft blush seep through her skin
like an indolent sigh. In her looking-glass
my red lips part as though I want to speak.
Full moon. Her carriage brings her home. I see
her every movement in my head…. Undressing,
taking off her jewels, her slim hand reaching
for the case, slipping naked into bed, the way
she always does…. And I lie here awake,
knowing the pearls are cooling even now
in the room where my mistress sleeps. All night
I feel their absence and I burn.
Entibiando sus perlas
para Judith Radstone
Junto a mi propia piel, sus perlas. Mi ama
me hace usarlas, entibiarlas, hasta la tarde
cuando peinaré sus cabellos. A las seis las pongo
en su blanco y fresco cuello. Pienso en ella todo el día,
descansando en el Cuarto Amarillo, contemplando seda
o tafetán, ¿qué vestido usaré esta noche? Ella se abanica
mientras yo trabajo empeñosa, mi lento calor entrando
en cada perla. Holgando sobre mi cuello, su cuerda.
Ella es hermosa, sueño con ella
en mi cama en el ático: la imagino bailando
con hombres altos, confundidos por mi leve, persistente esencia
bajo su perfume francés, sus lechosas piedras.
Sacudo sus hombros con una pata de conejo
miro su rubor suave filtrarse en su piel
como un suspiro indolente. En su espejo
mis rojos labios parten como si quisiera yo hablar.
Luna llena. Su carruaje la trae a casa. Mira
cada movimiento suyo en mi cabeza… Desvistiéndose
quitándose sus joyas, su mano delgada alcanzando
el estuche, deslizándose desnuda en su cama como
lo hace siempre… Y yo estoy aquí despierta,
sabiendo que las perlas se enfrían en este momento
en la habitación donde mi ama duerme. Toda la noche
siento su ausencia, y ardo.