Presentamos algunos poemas de Alejandro Massa Varela (1989). Escritor, dramaturgo y poeta mexicano. Estudia la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. Ha publicado su trabajo en las revistas: Punto de Partida, Este País, La Otra, Crítica, La Zurda, y Alga (Barcelona). A partir de un guion de su autoría, presentó en Casa Actum la obra BASTEDAD. Está por publicar su primer libro de filosofía El Ser creado, ejercicios sobre Mística, prologado por Mauricio Beuchot.
Mitigar como las nubes,
amar sin creer
como crías del aire,
probando con la lengua
que no tienen los disparos,
resquicios del trance,
las flores jadeos
la detonación en las manos
hace dedos oliendo,
inhala el ascenso sin restos,
mitigar como las nubes.
Un grito es el eclipse de la paz,
con la rabia de la ternura
mi boca llena de soles rosas,
las jaurías de los poros,
cazan a tu yo flexible
que sabe aflojar
los músculos de los que duermen,
aprenden de tu soltura,
no se hace la satisfacción,
la veta de un clavel,
el amor ya estaba hecho.
Amaneciste con la sangre infinita,
llevas en la boca una noche,
preñez de buganvilia,
calman el bramido,
la calima no existe,
el amparo
de tu alma violeta,
la boca descargada,
despertar
es llevar las pupilas cortadas,
las miradas que se alzan sin mis ojos.
Mi cabeza rodeada,
bocas comiendo sed,
el pulso chispea dientes,
quieres esa flecha que aletea,
la presa araña hasta descubrirse
el cazador que desplaza la Tierra,
mi mente se hace pies,
creemos siempre para otra vida,
el cariño es alma inexperta,
pies como sombra de la fogata
que absorbe sudando,
bebiendo sol,
bajo el rapto de tu rostro.
Salí a mirar las mejillas,
labios en vuelo,
borran ojivas del calor,
la despedida diseminada,
abro los ojos
como si pudiera cerrar los tuyos,
insistir como el humo,
sin gritar quiere que lo escuchen,
oídios coloreando
cuerpo intermitente,
el cariño agitaba sus crines,
nada se apaga
es polvareda del vientre.
Se ama y llora un animal oscuro,
ojos atentos giran el aro gemido,
erizado a más
y se cruza a ronroneo magnético,
es bueno que se mezcle
el fragor de los tímidos
con los aptos;
en el beso exacto entre tus piernas,
gata negra que desgarra la luz.