Today at Círculo de Poesía: we present a poem by Marya Zaturenska (1908-1982). Born in Ukraine and having migrated to the United States, Zaturenska was an outstanding student and later became one the important voices of the English Decadent school. A poet that almost appears anachronic, her writing dwells into metaphysical planes with ease, with almost no regard to the Great Depression, and yet her tone transmits a sense of decay and agony, a kind of pessimism that has a strong echo today. In 1938 he deservede the Pulitzer Prize for Poetry.
Spanish version by Esteban López Arciga.
Presentamos en Círculo de Poesía un poema por Marya Zaturenska (1908-1982). Nacida en Ucrania y habiendo migrado a los Estados Unidos, Zaturenska fue una estudiante destacada y se convirtió en una de la voces representativa del decadentismo inglés. Poeta que a momentos parece anacrónica, sus textos se van al plano metafísico con facilidad, casi sin voltear a ver a la Gran Depresión, y aún así transmiten decaimiento y agonía, un pesimismo que encuentra eco en nuestros días. En 1938 mereció el Premio Pulitzer de Poesía. La traducción corre a cargo de Esteban López Arciga.
Epitaph for a Careless Beauty
How carelessly you wore your beauty!
Lightly as if ’twere cloth of air,
Too heavy for your soul to wear,
As if to deny your gifts a duty,
Alas, for now you sigh
To see your graces fly.
That white hand, that rosy tinge,
Upon the cheek’s deep pallor caught—
Mounting and rising with your thought,
The dark hair’s soft fringe
That on the high wide forehead lay—
And the eyes burning brown
That no heart could disown.
As after a dull gala-day
A rich indifferent girl
Throws down each moon-clear pearl
That on small ear tips lay,
Precious and gay,
Or an exquisite gown,
Thrown idly down.
So careless of your gifts you walked—
Lost in a vision’s gleam
Or pale abstraction, ghostly dream,
While close behind Love’s shadow stalked
Until with his last sigh,
You turned and saw him die.
In mid-way of your path you heard that cry—
And from his quiver of gold,
The last arrow, stinging hot and cold,
Unsealed your blood no longer frozen dry
Kindling the fires unsated,
Passionate, unabated.
The fires that chill your life, torment the mind,
Even the enrapt vision gone,
The Platonic fury it has fed upon
Hears love’s sigh on every wind,
Looks in an endless urn that now discloses
Embers of joy, ashes of roses.
Epitafio para una sin cuidado
¡Qué torpe vestiste tu belleza!
Ligera como seda de aire,
Muy pesada para tu alma,
Como si negar fuera deber,
Y ahora suspiras
Por las gracias que se van
La mano blanca, rosa cosquilleo
Capturado en la palidez de mejillas—
Cabalga y asciende con tu pensar,
El fleco suave de oscuro cabello
Que en la amplia frente posó—
Y los ojos de flameante café
Que se adueñan de todo corazón.
Tras la gala aburrida
Una niña rica indiferente
Arroja cada perla de luna
Que posa en sus pómulos pequeños,
Felices, alegres,
O un vestido exquisito,
Tirado al vacío.
Caminaste sin cuidar tus gracias—
Perdida en el fulgor de visiones
o pálida abstracción, sueño fantasmal,
Mientras la sombra del amor te seguía por atrás
Hasta el suspiro final,
Volteaste para verlo morir.
A mitad de aquel camino escuchaste el gemir—
Y de este trémulo oro
La última flecha, ardiendo y enfriando,
Quitando el sello de tu sangre ya no seca
atizando el fuego de hambres
Apasionado, sin abatir
Los fuegos que enfrían tu vida, atormentan la mente,
Hasta la fascinación se escapa,
Y la furia platónica que consumía
Escucha el susurro de amor a cada esquina,
Mira la urna sin fin que ahora se conoce
Brasas felices, ceniza de rosa.