Poesía italiana: Roberto Mussapi

Presentamos en Círculo de Poesía una muestra de la obra de Roberto Mussapi (Italia 1952). Poeta, escritor, dramaturgo, ensayista y traductor. Entre sus libros de poesía cabe mencionar La gravedad del cielo (La gravità del cielo, Jaca Book, 1984), Luz frontal (Luce frontale, Garzanti, 1987), Paseo meridiano (Gita meridiana, Mondadori, 1990), Cuento de Navidad (Racconto di Natale,Guanda, 1995), El polvo y el fuego (La polvere e il fuoco, Mondadori, 1997 y en español ed. La Diosa Blanca, Casa de la Poesía de Venezuela,1999), El cuento del caballo azul (Il racconto del cavalloazzurro, Jaca Book, 2000), Antártida (Antartide, 2000), El hechicero del fuego y de la nieve (Lo stregone del fuoco e della neve, cuento infantil, 2001), Al lado del río oscuro (Accanto al fiume oscuro, 2005), La tela de las sombras y de las cosas (La stoffa dell’ombra e delle cose, Milán, 2007),La coronación de los pájaros del jardín (L’incoronazione degli uccelli nel giardino,2010). Teatro: Villon (1989), Voces de la oscuridad (Voci dal buio, 1992),Teatro de aventura y amor (Teatro di avventura e amore, 1994), El holandés volador (L’Olandese Volante, 1989), La cueva azul (La grotta azzurra, 1999), El testigo (Il testimone, 2007), Resurrexi (2009). Ensayo: El centro y el horizonte (Il centro e l’orizzonte, 1984), La aventura de la poesía (L’avventura della poesia, 2002), Infiernos, mares, islas (Inferni, mari, isole, 2002), La explanaday el bosque (Gli spalti e il bosco, Le Lettere, 2004). Narrativa: Tusitala (Leonardo, 1990 t 2007), Cita en Balascam (Appuntamento a Balascam, para jóvenes, 1998), La ciudad de las hadas (La città delle Fate,) Volar (Volare, Feltrinelli, 2008), El libro del mar (Il libro del mare, 2007). En la revista literaria Niebo tradujo entre otros  a Robert Louis Stevenson, Herman Melville, Pearcy B. Shelley, Derek Walcott y Seamus Heaney, Sus poemas se encuentran en el Tomo II de la Antología El trazo infinito del universo, (28 poetas italianos contemporáneos, Monte Ávila, Venezuela, 2013), selección y traducción de  Erika Reginato.

 

 

Roberto Mussapi, los poetas comprenden mejor la realidad y profundamente…

 

Hace algunos años estuvo con nosotros el poeta italiano Roberto Mussapi en Venezuela en la Semana Internacional de la Poesía dirigida por el poeta Santos López, descubriendo las voces de Latinoamérica y la joven poesía que nos rodea. Recordando la aventura de la palabra y su regreso, desde la mitología a la actualidad. Aquel espeso límite de la imaginación hasta el traspaso de lo real pues para el poeta hay que perderse en el bosque o en el lago nocturno para encontrar la meta del  viaje: desde la  finitud hasta la vertiginosa necesidad del absoluto.

Escribe Ettore Bonessio di Terzet: memoria y conocimiento son los puntos cardinales de la poesía de Mussapi.

Nos dice el poeta Roberto Mussapi:

“soy  un poeta narrador, transporto la aventura hasta la poesía en forma de poema, y escribo teatro obedeciendo al instinto narrativo…”

“no es cierto que los poetas están fuera de la realidad. Los debutantes están fuera de la realidad, los poetas comprenden mejor la realidad y profundamente…”

“como poeta, mientras veo el mal que se inflige en el alma del mundo, pienso que siempre podrá ser posible un renacer. Los daños al planeta son inconmensurables. El alma del hombre, deshidratada en polvo, no está muerta, no morirá nunca…”

 

Erika Reginato

 

 

Un nacimiento

a mi madre

 

El sueño conduce el astro que genera

la sangre y el río arado, la nieve.

Caía como pan blanco sobre el vestido viejo,

por aquella calle que los pasantes llamaban cielo,

como si tú fueras un largo camino.

Quería caminar pero tenía frío y sólo la voz

el despertar dejó mis manos

entumecidas y desnudas. He recogido

los juguetes de aquel lago nocturno, los he puesto

sobre la alfombra, para entregarlos.

Las costillas del niño bañadas de fango

le dieron a tu rostro una sombra extranjera,

el astro que generó, el aura distante,

mientras uno regresa a casa por una calle entre los campos.

Luego en la luz de la mañana, entre las verdes persianas

alargando los dedos en el repentino calor

con los ojos todavía llenos de agua oscura del lago

lloré en la luz y en mi nombre,

no sabía

pero aquello que no sabía ardía

en los ojos, lo recuerdo.

 

(de Luz frontal, 1987)

 

 

 

Bubo Bubo

 

 

Tú no conoces la selva, la oscuridad,

no tienes conciencia de las sombras entrelazadas

que clausuran el mundo al terminar el anochecer,

te dejas envolver y abrigar por ellas

te deslizas despacio en el sueño, no lo ves

estrecharse a tu alrededor con toda la oscuridad

lo que un día fue escisión de lo creado.

Sí, yo volaba alto en ese entonces,

hasta la cumbre, con halcones y águilas,

y al atardecer regresaba al nido, yo también cerraba

[los ojos.

Después la vi desde lo alto, antes del anochecer,

blanca, extendida en la urna, adormecida,

entre las sombras de los troncos que se aglomeraban

hasta cubrirla y alejarla de mí.

Descendí, planeando, con las alas extendidas,

pero llegué a su urna cuando era tarde.

Tú no conoces la selva y sus voces,

los átomos de luz que le compuse en los ojos

para darle claridad, para mantenerla en vida.

Sobre una rama cubierta, recé al Sol,

recibí su don,

mis ojos se dilataron como faros,

vi la noche, el bosque, sentí el respirar

la linfa de los árboles y el sueño de los humanos.

Y como lo había previsto y soñado

él llegó con el cortejo, desde al caballo

la vio, descendió, perfecto y extasiado

y ella se despertó con su voz

sorprendida, incierta con aquella primera sonrisa.

Lloró cuando él la besó y se la llevó.

Pero fui yo quien la mantuvo con vida,

en el largo sueño y en la silente espera

para que tornara a su reino.

No tienes necesidad de conocer la oscuridad

y las sombras de la selva y el velo de la luna,

estoy aquí, en los límites, entre la ciudad y el campo

cerca del techo y bajo el cielo,

hay una luz en mis ojos, la que da luz

a tu mente en el sueño y en la oscuridad

el amor que mutó mi naturaleza

desde las cimas celestes hasta las sombras profundas,

soy, con las alas cerradas, Bubo, Bubo, vigilante.

 

(de La tela de la sombra y de las cosas, 2007)

 

 

 

El gorrión de Lesbia

 

Mi corazón se extinguió en su palma,

las alas se sacudían entre el pulso y el brazal

y ya me había ido al limbo

de los no humanos, los pobres mensajeros del cielo.

Sentí la debilidad de mi cerebro al igual que ellos

en la noche uno se duerme,

sin saber si habrá otro despertar.

Ruego que no tenga dioses en los cuales creer.

Vi los ojos abatidos de Catulo

enormes, hinchados por el flujo de las lágrimas.

Las oscuras divinidades tuvieron pena,

el llanto de los Cupidos y de las Venus

surgió espontáneo como había rogado el poeta.

Sentí mis pequeñas alas volver a extenderse y vibrar

y volé, inconsciente, incólume,

atravesé la puerta que conducía al jardín,

rocé la fuente de las anguilas y los moluscos,

vi volar a las morenas durmientes,

más tarde cambió todo, ingresé en el tiempo,

en el molino que oprime a las terrenales

almas individuales y meridianas

y escriben palabras con tinta.

Las alas húmedas por el tronco de Lesbia

aún calientes a causa de su último nido

en mí o en el aire, las palabras de Catulo,

«animula», había dicho, «tener la vida»,

la mía, que se le perdía entre los dedos,

rozando los de la mujer amada.

Pero cayó en el error del poeta,

ser eterno en este mundo,

como si no estuviera vivo, sea un don

tan sólo en un pensamiento,

en la página, voz impresa, piedra escrita.

Habría preferido apagarme entre sus dedos

en la última cuna sin voz y sin canto,

más que sobrevivir al amor y al final

viendo a Lesbia morir,

leer la fecha de nacimiento y de muerte en la lápida

del gran Catulo que me encontró en vida.

Para estar aquí, en el tiempo ultraterreno

sólo para cantar a plena voz el final

de los cuerpos que se abrazan en furia y sudor,

aquí, sobre la cima de la torre antigua

soy el pájaro solitario, de un amigo tímido,

tendrá su final el tiempo que en la tierra nos ilusionó,

y Lesbia, Catulo, Leopardi, un respiro

y la ciudad de Roma y los escritos segregados

aún me ordenarán cantar.

 

(de La tela de la sombra y de las cosas, 2007)

También puedes leer