Poesía italiana actual: Giuseppe Conte

Presentamos, en traducción de Erika Reginato, una muestra de Giuseppe Conte (Genova, Imperia, 1945). Poeta, ensayista, escritor de obras teatrales y narrativas. Entre sus libros de poesía se encuentran El proceso de comunicación según Sade (Il processo di comunicazione secondo Sade, 1975), El último abril blanco (L’ultimo aprile, bianco, 1975),  Las estaciones (Le stagioni, 1988), Diálogo del poeta y del mensajero (Dialogo del poeta e del messaggero, 1992), Cantos de oriente y de occidente (Canti d’oriente e d’occidente, 1997), Nuevos cantos (Nuovi canti, 2001). El océano y el muchacho (L’oceano e il ragazzo, y reeditado en 2002), La casa de las ondas (La casa delle onde, 2005), Heridas y florecimientos (Ferite e rifioriture, 2006, premio de poesía Viareggio Repacci), Tierras del mito (Terre del mito, 2009). Sus poemas se encuentran en la selección poética con el título La poesía del mundo (La poesia del mondo). Ha sido antologador de Lírica de Occidente (1990) con la síntesis de la poesía árabe, turca, india china y japonesa. Publicó el monólogo teatral Ungaretti hace el amor  (Ungaretti fa l’amore, 2000), Le roi Arthur et le sans-logis (1995). Ha traducido a los poetas William Blake, Valery Paúl, Shelley Percy Bissche, Walt Whitman, Tagore Rabindranath entre otros. Su trabajo poético ha sido traducido en diversos idiomas como al inglés y al francés. Entre sus novelas se encuentran Primavera encendida (Primavera incendiata), Equinoccio de otoño (Equinozio d’autumno), El tercer oficial (Il terzo ufficiale). Algunos de sus ensayos son La metáfora barroca (La metafora Barocca), El sueño de los dioses (Il sonno degli dei), El pasaje de Hermes (Il passaggio di Ermes) y en el 2015 se publicó una antología que reúne su obra poética completa. Participó en la VIII Semana Internacional de la Poesía organizada por el poeta Santos López de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde de Caracas.

 

 

 

Giuseppe Conte, pasión y conocimiento

                                              

En un lenguaje individual  del segundo Novecientos poético italiano, el poeta Conte traza su estilo, Conte se balancea entre el neohermetismo,  la mitología, la cultura oriental y occidental. En su trabajo poético se impone la búsqueda del ‘mitomodernismo’. Conte ha abierto un momento de reflexión en el panorama cultural italiano y europeo,  en el plano ético y espiritual  y entre diversas generaciones.

Estas traducciones realizadas por Erika Reginato, se han publicado en la antología El trazo infinito del universo. Poetas italianos contemporáneos (Versión bilingüe, 28 poetas italianos traducidos al español. Tomo II. Monte Ávila editores latinoamericana, Venezuela, 2013).

 

 

 

Entran en la muerte con los cabellos

recogidos detrás de la nuca, en una sonrisa

seca, abandonados

por un lado, inclinados para descender

sin recuerdos, tienen manos

extrañas, agotadas; muchos sostienen

el espejo con su derecha.

 

Entran donde no se muere más. Atraviesan

oscuridad y profundidad. Vuelven a florecer

sobre las orillas de un mar movido por delfines

voladores, por dragones,  por cuadrigas

de grifones.

 

No era un «hombre» lo que ves desmoronado

en las hojas, cortezas, escombros, alrededor

de una calavera. Era alegría sin nombre, ligera,

de piedras, de alas, de sol.

 

(de Las estaciones, 1988)

 

 

 

XII

 

Nos hemos amado siempre como si fuera

en nosotros, imposible hallarnos.

 

Tal vez  por esto ha sido todo tan verdadero entre nosotros.

Cuando el sol surge, la luna anochece;

 

no pueden estar juntos un día entero

dos fuentes de luz: pues

 

nada vale más que el poco de misterio

su lenta, necesaria persecución.

 

(de Cantos de Oriente y Occidente, 1997)

 

 

 

XXXVI

 

Sea bendita la Semilla

de Dios y del hombre

sea bendito todo aquello que crece

sea bendito todo aquello que fluye

el sol cuando sale

de las nubes y de la noche

el pan dentro del horno

el vino en la botella

el polen en el aire

la mariposa del croco

la explosión del fuego

la rama que se agrieta

con el verde más claro

que las plumas en primavera

― y la higuera que estaba seca

y ahora es una pajarera ―

sea bendita el agua

de los ríos, de las fuentes

de las lluvias, de las borrascas

que llegan hasta el mar,

y el vientre de las mujeres

cuando se hace colina

y los cabellos con los cuales

ahora la niña juega

y las palabras cuando

entre las tinieblas errando

y la luz, vendrán hacia

la luz

y se maduran juntas

al igual que en el árbol la fruta acerba.

 

Sea bendita la Semilla

de Dios y del hombre,

el Verbo.

(de Cantos de oriente y occidente, 1997)

 

 

 

El Océano y el Muchacho caminan…

 

El Océano y el muchacho caminan

cerca del límite entre la ola

y trayectos de arena, los escolta

el viento de cenizas y de erica.

 

Está mudo el Muchacho, el Océano

hace gritos remotos, su aliento

hace roncas y furiosas borrascas

remienda negras gencianas

 

aquí donde las nubes

encuentra cuervos y arrecifes

posee gritos remotos, el vocear

de quien ha alcanzado la meta.

 

Los escucha el Muchacho, escucha

aquellos silbidos ¿no llaman a los soñados

caballos ensillados, no desenfundan

fondos inestables entre los corales?

 

Aquellos gritos no saben de las coronas

de las hachas del Rey del norte sumergidas en

la sangrienta incursión

¿qué lloraron las grullas y los gallos?

 

Y pone en el mar balsas

el Muchacho, quiere tener una voz

y naufraga en una batalla

de truchas y de puñados de luz.

 

Sus cabellos en una rueda

y sus ojos van al fondo, al fondo

pulpos, girasoles de seda

traviesos e incoloros silencios

 

no calla el Océano, no calla

él lo sabe, el Muchacho que desciende

hay una voz más hondo que en lo oscuro

enciende los más azules maelstrom

 

está el abismo, el diluvio

de arpas, de tímpanos, el bosque

de flautas ― árboles, los vértices  de las

trompetas encordadas, los cuernos  de la

 

tempestad, el Pozo donde las corrientes

de todos los mares precipitan

el Pozo que no conocen los pescadores

donde cristales y cuerdas se dañan

 

el Muchacho ve aquel instante

las aguas hacen nacer el sol

y desciende, va hasta lo hondo, lo hondo

y se encuentra con Sueños y Palabras

las primeras Palabras del Mundo.

 

El Océano y el Muchacho los escoltan

el viento de cenizas y de erica

ahora es un Canto el Muchacho, es un Canto

apenas nacido, invencible.

 

(de El Océano y el Muchacho, 2002)

 

 

 

Alas

 

El mensajero tenía los brazos delgados

y largos ― no eran alas, ni aquellas

de un cisne, ni aquellas de cera

 

que ideo Dédalo para huir

de Creta. No se movió de donde estaba,

sentado en la escalera de la puerta;

 

tenía los pies entre hiedra

espumosa, con zapatos con un cordón

desgastado.  Los ojos los tenía

 

como abiertos, como en el interior de una joven

rosa blanca. Se veía cansado

demasiado para retomar el viaje.

 

Me senté en la escalera, cerca

de él.

 

(de Diálogo del poeta y del Mensajero, 1992)

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