Poesía española: Miguel Ángel Gómez

Presentamos algunos textos publicados, seguidos de tres poemas inéditos, del poeta español Miguel Ángel Gómez (Oviedo, 1980). Ha publicado los libros de poemas Monelle, los pájaros (2016), La polilla oblicua (2017) y Pabellón de ciervos (2017), además de un libro en asturiano, Nun me preguntes cómo pasa’l tiempu (2016).

 

 

 

Sedosa

 

Una princesa sedosa pone su mano

en la esquina de la página

juega a un atroz juego

ilógicamente bien aspectada

dibujo de la muerte

inmensa y diminuta sombra

se rinde ante el poema.

 

 

 

Hacer estallar el mundo

 

Espesa niebla, amor, espesa niebla,

una gran puerta impide la entrada

al infierno, dicen que soy

un perro blanco, me apetece sacar

mi corazón del cuerpo caliente,

captar de nuevo tu sonrisa desesperada,

desesperanzada

-criatura tan tierna y perspicaz-, afilar los dientes

y cultivar un gruñido, ir al otro lado

de la verja,

buscarte por todas las sinfonías,

en mis intestinos, por doquier,

trotar a gatas enfrentando mi yo

contra el tuyo,

guardar silencio por la atmósfera

que está pudriéndose, muriendo

poco a poco,

necesito gemir como un indio,

volar,

asesinar,

hacer estallar

el mundo,

que

me quieras.

 

(De Pabellón de ciervos, 2017)

 

 

 

Soy un Foucaultiano

 

Lo que no se tiene clava cuchillos en todas las partes del cuerpo.

 

Las palabras están en la mala luz, en la mala noche, en la mala conciencia.

 

Lo que me importa no es querer ser el rey del mundo sino el rey de mí mismo.

 

La mujer que amé. Nuestra charla es un lenguaje secreto en medio del cual los demás se esfuman como fantasmas.

 

La mujer que amé. El sueño de no-ser que tira, sobre todo, de toda la materia existente.

 

La nada chapotea en tus dedos, se va refiltrando lentamente en tus venas.

 

¿Qué quiere la motita microscópica en la lente del telescopio gigantesco?

 

Tenía ante sí perspectivas infinitas.

 

El amor es conversar en un atrio frío y ajeno.

 

El amor es apostar al caballo equivocado.

 

Me tengo que ir. Foucault me reclama.

 

 

 

Algo para el preso número siete y para ti

 

El preso número siete blande su vieja guitarra,

Está encerrado por amar a una mujer de pelo

que cuelga corto, le golpearon la nariz

le dieron una paliza tirándole los perros

que le ladraban los talones

por mencionar a su verdadero amor en la oscuridad

tras darle besuqueos de un intelectualismo mayor.

 

Señor, dice al confesar,

fingí que no me importaba

pero estaba desconcertado.

Señor, ¿Cuánto tengo que saber

para hablar sin el permiso

del mamarracho llamado Grasiento Linchador?

¿Ese con el plumífero de muerto de hambre?

 

El preso número siete se expresaba como el silencio

leía libros, repetía citas sin jugar sucio

sin actuar como los golfillos maliciosos.

Estaba en forma, como se dice en el boxeo de salón.

Se forma el pelotón corroído por la envidia

y los celos, van a disparar ataviados como estúpidos.

 

Señor, no me arrepiento de leer a toda velocidad,

de trabajar como un esclavo por la mujer de pelo

que cuelga corto. No me da miedo tumbarme

en el sofá a oscuras de la eternidad.

En la hora de mi muerte seguiré sus pasos

¡Ya lo creo! Voy a seguirla hasta el más allá

cuando los perros traidores cesen en sus ladridos.

 

 

 

India de Cara Pálida

 

Para Emma Fernández

 

India de cara pálida

¿Me sacarás de aquí?

Somos dos animales en un agujero oscuro.

Yo también tengo una historia de sufrimiento espiritual.

Yo también soy un ángel que vaga por el infierno.

 

India de cara pálida

¿Me sacarás de aquí?

Suena el doloroso tañido del arpa de hierro.

Eres inteligente y te falta algún tornillo.

Y sé que tu cualidad especial

es la naturalidad.

 

India de cara pálida.

Los pájaros se ponen a gorjear.

Déjame ir contigo a los bosques del Norte.

 

(Inéditos)

También puedes leer