Presentamos una muestra del poeta Rodrigo Verdugo Pizarro (Santiago de Chile, 1977). Se inició en el taller de poesía Isla Negra dirigido por el poeta Edmundo Herrera desde 1992 hasta 1996 en la SECH. Coeditor y articulista de la Revista Derrame, Sub Director de Ediciones Derrame, Coeditor de la Revista Labios Menores, Sub director de la Revista Rayentru. Miembro de la Sociedad Internacional de Escritores (SIE), EEUU, Miembro de la World Poets Society (Grecia) y Miembro de The International Poetry Translatión And Research (IPTRC), China. Su trabajo se encuentra copilado en distintas antologías de poesía alrededor del mundo. Su más reciente libro Anuncio fue publicado por Rumbos editores (2017). La selección corre a cargo de Alejandro Rejón Huchin.
El amanecer en el bosque
A Miguel Ruiz Menares
El amanecer cuelga de las entrañas
se acerca el mar, se acercan los pájaros.
Una gota es nuestro día
una brisa nuestra noche.
Esperamos un bosque adultero
donde el fuego entierre los demás fuegos,
y solo quede una limpia orilla
donde amanezcamos
sin que los ángeles nos apuesten otra vez
en toda gota.
Y donde la brisa
oficie entre el bosque y el mar
como entre las entrañas y los nuevos seres.
Nuestro viaje
A Selma Manchot
Nuestro viaje
que amparaba el ángel de la sangre
antes de ir mar adentro,
o río arriba
o que demolieran el hotel
donde nos engendraron.
Aquí estamos
y los días no calzan en nuestro despertar.
Laberinto virgen
A Singwan Chong LI
En la arena hundo todas mis vidas.
Y en el juramento del horizonte
se abren solas las cenizas
sin vida, muerte o resurrección.
Te amo, laberinto virgen
y sobre tu primera vida,
juran todos los horizontes.
Herencia del insomne I
El insomne traza una trascendencia vacante sobre las cosas
junta las joyas rotas
e intenta reemplazarlas por las figuras de ídolos o dioses
que talla en una madrugada nevada
para agradar a la madre de todas las cerraduras
y de paso al padre de todas las inundaciones.
Pero ambos no quieren nada, ya están retirados
y arrojan a la reina
y piden que la inseminen
con el mismo derrumbe,
con que la reina corona grillos en palacios derrumbados.
Después el heredero traza una trascendencia prostituida sobre las causas y efectos,
lee algo de Napoleón bajo el parrón
entre dos viudas y un hermano genio
que se recluyo por cuenta propia
en una última pieza.
Una de las viudas
fue internada un par de veces en el manicomio,
la otra trabajó toda su vida en un hotel de lujo.
El heredero se encerró un poco antes a leer a Hegel
bajo kilos de abrigos de piel
masturbándose dialécticamente bajo las hojas
y en medio de una viciosa oscuridad.
Herencia del insomne VII
Ella espera que él muera
para leer en un motel barato
los últimos poemas de él,
sobre los resortes salidos de una cama
y los agujeros de los cigarrillos mal apagados.
Comprende que si el espejo también
no se apago consumiendo cuerpos
lo que vera mañana en ese espejo
son sólo reflejos perdidos,
y algo que en todo agujero
se apagara para siempre.