En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos al poeta Ariel Williams (Trelew, 1967). Es Licenciado en Letras (UBA). Fue miembro fundador de la revista El perseguidor, dirigida por Diego Viniarsky, y codirigió la revista virtual Verbo Copihue, Letras Patagónicas. Ha publicado libros como: Viaje al anverso (poesía, 1997), Lomasombra (poesía, 2003), Los fronterantes (poesía, 2008),o Los niños asesinos (novela, 2017). Vive en Puerto Madryn.
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Estar muerto, enterrado con la cabeza hacia el fondo del suelo y
los pies apuntando para arriba. Los ojos cerrados, la boca quieta.
La cabeza ya ausente de sí misma. Los pies son el centro de la
inocencia. Guían a los que quieran subir. Los pelos de la cabeza
entre unas piedras, despeinándose mientras las orugas oscuras
del fondo inician su trabajo con la carne del rostro. Ellas recorren
lo que fue un ser vivo. Suben por un organismo silencioso.
Limpiándolo de su vergüenza.
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Iba a pescar al mar de noche. Los botes flotaban en la quietud negra.
Había faroles y linternas, pero la luz no entraba más allá de dos
metros en el agua o en el aire oscuro. De golpe asomaba un pez gallo,
temblaban calamares ensartados en los grandes anzuelos. Parecía
que venían de la nada y flotaban en la superficie de las luces. Yo
tenía miedo de que empezaran a gritar. Pero se morían sin producir
ningún sonido. Sus cuerpos babosos me hacían acordar a las manos
encremadas de una tía. De qué noche vendrían esas manos. Decidí
zambullirme y entré en el agua hasta ver los botes y las luces lejos,
arriba. Hacia el fondo seguía la noche sin palabras.
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Una mujer que reía en el silencio. Una tarde se puso un vestido
rojo y me llevó a una llanura donde el cielo era una extensión
sin límites de luz celeste. Qué importaba si al recostarse sobre
el pasto se veían unas manos oscuras trepando por su cara.
En las junturas del mundo aparecieron seres diminutos
que también tenían ojos y bocas. Nos reímos a carcajadas del cielo
que se iba volviendo violeta. En un cascote vivía una araña
solitaria. Pensativa, quieta durante horas. La Vía Láctea pasaba
como una hilera de lámparas por sobre sus ojos mudos.
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En el Huso de los Pastizales del Sur vi gente. Crucé un grupo
de muchachas. Trotaban bien, con zancadas largas, y en sus
espaldas colgaban bebés de avestruces con los párpados muertos.
Llevaban arcos y cuchillos atados a sus cinturas. Me observaron,
ojos grandes y serios de chicas de la llanura. Una de ellas de golpe
se llamó Erberta. Pasaron una zona silenciosa y después cantaban.
Escuché sus voces durante kilómetros de kilómetros. Las traían
las corrientes de aire tibio. Y entre ellas cantaba Erberta.
Eran canciones tranquilas de muchachas cazadoras, historias
de sus antecesoras, y de cómo habían saltado cañadones
enormes, y de cómo habían nadado en el mar helado y negro
del sur para cazar pájaros en una isla escondida.
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Hay que tener un cerebro ondulante y hay que conseguir
músculos largos. En la inmensidad de las estaciones que
suceden. Llegan los vientos, llegan los extensísimos terrenos.
Llega el invierno con sus peces en lo oscuro de los ríos.
Nuevas pituitarias sabrán buscar los aromas fríos y babosos,
se orientarán en las tierras destempladas, seguirán los humos
de las fogatas grandes. Hay animales con una curvatura original,
hay animales que son encrucijadas. En un gesto que repito,
se va formando una mano otra. Mano con ciertos dedos
extrasentimentales.
Ahí van las pieles, el suave centro de los enjambres, una cara
que podría haberse llamado Erberta. Y hay un espacio profundo,
que no es el lugar de nadie.
Ariel Williams. Nació en Trelew en 1967 (Chubut, Patagonia). Es Licenciado en Letras (UBA). Fue miembro fundador de la revista El perseguidor, dirigida por Diego Viniarsky, y co–dirigió la revista virtual Verbo Copihue, Letras Patagónicas. Libros editados: Viaje al anverso (poesía, 1997), Lomasombra (poesía, 2003), Conurbano sur (poesía, 2005), Los fronterantes (poesía, 2008), Daier Chango (novela, 2010), Discurso del contador de gusanos (prosa poética, 2011), El cementerio de cigarrillos (novela, 2012), Notas de una sombra (prosa poética, 2014), La risa huérfana (poesía y prosa poética, 2016) y Los niños asesinos (novela, 2017). Vive en Puerto Madryn.