Presentamos una selección de Memorial de Ayotzinapa, de Mario Bojórquez (Los Mochis, 1968), que acaba de publicarse en México bajo los sellos de Visor Libros México y Círculo de Poesía. Este libro de Bojórquez se propone cuestionar y denunciar lo que ocurriera el 26 de septiembre de 2014 a través de este poema extenso que recoge no sólo documentos y testimonios de diversos orígenes sino el sentimiento generalizado ante el ominoso hecho.
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Memorial de Ayotzinapa
I
—Le dije a mi nahual—
Todas las formas están vacías
apenas un relámpago atraviesa
la piedra de moler
y el río
que corre abajo
hacia la tierra honda
es apenas el murmullo del agua.
Todo está vacío.
II
Mi nahual respondió—
Todo el tiempo rehuimos
la visión de las cosas vacías.
Todo el tiempo creemos
que asimos la realidad
intocada.
Ve allá y recoge los huesos preciosos
para que los hombres vivan de nuevo,
la vida está vacía como el pellejo de una fiera
Junta los huesos y en un barreño
muele los huesos
para que los hombres puedan vivir.
III
Me dijo mi nahual—
Ahora tendríamos que ir a buscar
los huesos preciosos
Están a flor de tierra
casi insepultos
Basta remover un poco
el polvo
y encontraremos
los huesos calcinados
400 fosas hemos de escarbar
hasta encontrarlos
en Cerro viejo, en Cocula, en Huitzuco
Con las uñas partiremos la tierra
con las uñas y un poco de saliva
VI
Debo tomar ahora
camino hacia el Mictlán
lugar temible
a donde van a dar
las inocentes almas
Ahí el Señor y la Señora del oscuro recinto
me negarán los huesos
Trampas para mi muerte me darán
me darán la muerte como un regalo muy ansiado
VII
Me dijo mi nahual—
No te aflijas con eso
toma a 43 surianos
del «río de las calabacitas»
y condúcelos a «donde serena la noche»
Ahí morirás para que todos vivan
Sólo si mueres los dioses te darán un lugar
para que nadie olvide
un lugar para que la muerte sea memoria
alegre
ahí donde la muerte ondea como una bandera de justicia
Que no te aflija eso
XV
Éramos —le dije a mi nahual—
43 los del «río de las calabacitas»
y yo, pero yo no cuento ni tú tampoco
éramos, entonces, 43
los que cruzamos la noche
XVII
Me dijo mi nahual—
Debes soplar tres veces
el caracol sin agujeros
invita a los gusanos y a las abejas
y a los Avispones
para que hagan hoyos
por donde soplar
sopla fuerte
antes de que te arranquen la cara
XXXII
Después
ya no me acuerdo bien
si yo iba en el piso de la camioneta
empapado en mi propio rojo o en el de algún suriano
El que estaba a mi lado, el paisa, el comité
ya no respiraba ni latía
Pensé —es mi nahual—
y sí era pero también era el que me estaba pateando las costillas
lo miré sin ojos
ni cara
Se asustó al verme
Yo también era el desollado
pero me dio más fuerte
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