Poemas y una conversación con Margaret Randall

Fernando Salazar Torres conversó con la poeta norteamericana Margaret Randall (Nueva York, 1936), animadora de la mítica revista El corno emplumado. Se le considera integrante de la Generación beat. Ha sido activista social y política, feminista, fotógrafa y ensayista. Del 24 al 27 de abril estuvo, en México, dentro de una serie de actividades, tales como lectura de poesía, conversatorios y charlas, inclusive presentando dos libros de poemas, uno de su autoría, El rizoma como un campo de huesos rotos (la herrta feliz/MarEs DeCierto/Secretaría de Cultura, 2017), en traducción al español a cargo de la poeta María Vázquez Valdez, y una antología de poetas estadounidenses, 12 poetas. Antología de nuevos poetas estadounidenses (la herrta feliz/MarEs DeCierto/Secretaría de Cultura, 2017), en traducción de María Vázquez Valdez y Andrés Millán Calhoun. Como parte de dichas acciones surge esta breve entrevista y una muestra de su poesía.

 

 

 

 

 

 

 

Entrevista a Margaret Randall

 

La poeta Margaret Randall, integrante de la Generación beat, ha sido activista social y política, feminista, fotógrafa y ensayista. Del 24 al 27 de abril estuvo, en México, dentro de una serie de actividades, tales como lectura de poesía, conversatorios y charlas, inclusive presentando dos libros de poemas, uno de su autoría, El rizoma como un campo de huesos rotos (la herrta feliz/MarEs DeCierto/Secretaría de Cultura, 2017), en traducción al español a cargo de la poeta María Vázquez Valdez, y una antología de poetas estadounidenses, 12 poetas. Antología de nuevos poetas estadounidenses (la herrta feliz/MarEs DeCierto/Secretaría de Cultura, 2017), en traducción de María Vázquez Valdez y Andrés Millán Calhoun. Como parte de dichas acciones surge esta breve entrevista y una muestra de su poesía.

 

 

Desde la distancia y la memoria, ¿cómo recuerdas tu estancia en México cuando participabas de las tertulias y actividades literarias?

Aunque por la distancia tengo que hacer memoria, recuerdo muy bien mis primeras actividades literarias en México. Era al principio de la década de los sesenta, y los jóvenes desperábamos a la creatividad y la rebelión. Yo tenía 24 años, era madre soltera (mi hijo, Gregory, tenía apenas 10 meses) y llegué en un bus Greyhound con unos pocos nombres de poetas y otros que vivían acá. Uno de esos nombres era el de Philip Lamantía, poeta Beat que vivía en la Colonia Cuauhtémoc con su esposa Lucille. En el apartamento de ellos se congregaban un grupo de poetas, casi todas las noches, poetas mexicanos, norteamericanos, y de otros paises del Continente. En esas tertulias surgió la idea de una revista literaria bilingüe, un lugar donde podríamos publicar y leer lo que se hacía en varios paises. Sergio Mondragón y yo tomamos esa idea y la hicimos realidad. Después, claro, leíamos en otros lugares también. Recuerdo lecturas en el Parque de Chapultepec, y en cafés y algunos espacios culturales.

La literatura es memoria y, en este sentido, prevalece como documento, ¿tu obra, es decir, tu poética tiene esta intención estética o cómo es tu procedimiento de escritura?

Yo creo que tienes razón: la literatura es memoria. A veces es memoria del futuro. La intención que tengo cuando escribo es captar un momento, una idea, un paisaje o un dolor. Yo escribo todos los días, aunque no siempre poesía, pues también escribo ensayo, historia oral, traduzco, etc. Me levanto a las 3 o 4 de la mañana, cuando el mundo está tranquilo, límpido. Trabajo hasta las 7, más o menos, que es cuando se levanta mi compañera. Desayunamos juntas, y vuelvo a trabajar. Normalmente termino a las 4 o 5 de la tarde… pero si estoy metida de lleno en un libro u otro proyecto grande, puedo seguir trabajando hasta la noche. Para mí, escribir es una parte inspiración y cuatro partes disciplina.

En tu estancia en México, se editó, junto con el poeta Sergio Mondragón, la revista bilingüe El Corno Emplumado, ¿podrías platicarme cómo surge el proyecto y qué experiencias te ha dejado ese valioso documento?

Ya hablé un poco de cómo surgió el proyecto. Te puedo decir que me dejó experiencias valiosísimas y que ahora, a casi medio siglo de su desaparencia sigue sorprendiéndome, dejando como si fuera nuevas experiencias. Por medio de la revista llegué a conocer mucho de la mejor poesía de la época, pues cuando el mundo se dio cuenta que El Corno era una realidad muchos poetas nos mandaba su obra. En los casi ocho años de su existencia llegamos a publicar más de 700 autores. También me dejó una prueba de que cuando hay compromiso y energía, todo se puede. Otra experiencia importante era el valor de la comunicación entre poetas de muchas latidudes; en un tiempo antes de las computadoras y el Internet, nos comunicamos con todo el mundo. Creamos una gran red de voces.

 

¿Cómo asumías la poesía en la década del 50 del siglo XX y cómo la asumes ahora? Es decir, cómo se ha desarrollado y en qué dirección tu poética.

Yo creo que asumo la poesía con la misma pasión ahora que a mediados del siglo pasado. Lo que pasa es que soy más madura y creo que mi poesía también la es. Yo creo que uno puede escribir sobre cualquier tema, es la calidad del poema que importa.

¿Cómo se hizo presente el feminismo en tu vida y obra?

Todo lo que uno es está presente en la obra de uno, si es auténtica. En ese sentido el feminismo está siempre presente, explícita o implícitamente, como lo es el amor a la justicia o mi condición de humanista, de amante, de madre, de ciudadana del mundo.

¿Consideras necesaria una reescritura de la crítica o teoría literaria a partir del Feminismo y la Teoría de género?

Si, absolutamente. Y creo que esa reescritura está haciéndose.

¿Qué características estéticas e ideológicas sobre salen en la poesía contemporánea estadounidense?

La poesía norteamericana de hoy es tan amplia y tan diversa que no podría señalar una caracteristica estética o ideológica en particular. Hay de todo.

¿Quiénes son los poetas vivos más representativos de Estados Unidos?

Otra vez, sería difícil enumerarlos, pues indudablemente dejaría muchos afuera. Pero podría nombrar a Joy Harjo, Sonia Sánchez, Anne Waldman, Burzutzky, Hakim Belamy, por nombrar algunos.

 

¿Quién ha sido el poeta mexicano que más disfrutas? ¿Por qué?

Sor Juana Inés de la Cruz. Porque sigue vigente y poderosa a través de los siglos.

 

 

 

 

Preface

 

Nineteen-thirty-six. I hurried as always

but was late. Eight centuries

or ten thousand years,

my small story fixed to my back.

Food came weighed and wrapped,

shelter engorged as surplus.

 

My own, my own, my own

was a mantra I could sing

in any season.

I could be who I was

and also anyone else.

 

I was late and also much too early,

came to justice

before its time.

Unprepared to receive me,

its rough grasp hurt my hand,

embedded its promises in my flesh.

 

Juggling gender

I was early and also late.

Juggling children, service,

my explosion of words

on stone, parchment,

or floating cyber cloud.

 

Only poetry and love met me

where we laughed.

After so many false starts

they came in whole and sure

before the finish line.

 

My hand fit the ancient print,

a radius of living settled

on my shoulders.

I am lunar standstill now,

calendar of hope.

 

It is 2018, and I discover

I am perfectly on time.

Soon I will disappear

together with all my kind,

and the earth

with its synchronized clock

will wake some blue-green morning

its rhythms safe for a while.

 

 

 

 

 

 

Prólogo

 

Mil-novecientos-treinta y seis. Siempre iba apurada

pero llegaba tarde. Ocho siglos

o diez mil años,

mi pequeña historia sujeta a mi espalda.

La comida llegaba bien envuelta y con su peso exacto,

la protección y el refugio quedaban de excedentes.

 

Lo mío, lo mío, lo mío

era un mantra que podía cantar

en cualquier estación.

Podía ser quien era

y también otra persona.

 

Llegaba tarde y también demasiado temprano,

Llegaba a la justicia

antes de su hora,

quien no estaba preparada para recibirme,

su áspero modo de agarrar lastimaba mi mano,

clavaba sus promesas en mi carne.

 

Haciendo malabarismos con el género

Llegaba temprano y también tarde.

Los niños, el servicio a los demás,

la explosión de mis palabras

sobre roca, sobre pergamino

o flotando en un ciber-nube.

 

Solo la poesía y el amor se encontraban conmigo

allí donde nos podíamos reír.

Después de tantos comienzos falsos

ellos llegaban enteros y seguros

antes de la meta.

 

Mi mano coincidía con la huella antigua,

un radio de la existencia

que descansa sobre mis hombros.

Ahora soy la convergencia lunar,

un calendario de esperanzas.

 

Es el 2018, y descubro

que estoy perfectamente a tiempo.

Pronto desapareceré

junto a toda mi especie

y la tierra

con su reloj sincronizado

despertará en una mañana verde azul

sus ritmos

por un tiempo a salvo.

 

(Traducción de María Vázquez Valdez)

 

 

 

 

 

 

 

The Gloves

                                          for Rhoda Waller

 

Yes, we did march around somewhere and yes it was cold

we shared our gloves because we had a pair between us

and a New York City cop also shared his big gloves with me

–strange, he was there to keep our order

and he could do that and I could take that back then.

 

We were marching for the Santa María, Rhoda,

a Portuguese ship whose crew had mutinied.

They demanded asylum in Goulart’s Brazil

and we marched in support of that demand

in winter in New York City, back and forth

before the Portuguese consulate

Rockefeller Center 1961.

I gauge the date by my first child

–Gregory was born late in 1960–

as I gauge so many dates

by the first the second the third the fourth

and I feel his body now again, close to my breast

held against cold to our strong steps of dignity.

 

That was my first public protest, Rhoda,

strange you should retrieve it now

in a letter

out of this love of ours alive these many years.

How many protests since that one, how many

marches and rallies

for greater causes, larger wars, deeper wounds

cleansed or untouched by our rage.

 

Today a cop would hardly unbuckle his gloves

and press them around my blue-red hands.

Today a baby held to breast

would be a child of my child a generation removed.

The world is older, and I in it am older

burning slower with the same passions.

The passions are older and so I am also younger

for knowing them more deeply and moving in them

pregnant with fear, but fighting.

 

The gloves are still there in the cold

passing from hand to hand.

 

 

 

 

 

 

 

Los guantes

                                                                                                                             para Rhoda Waller

 

Es cierto. Marchábamos en algún lugar

y hacía frío, y compartíamos los guantes

porque sólo teníamos un par entre las dos,

y un policía de New York City compartió también

los suyos, grandísimos, conmigo –qué extraño,

él estaba allí para mantener el orden

y entonces podía ofrecérmelos y yo aceptarlos.

 

Marchábamos por el Santa María, un barco

portugués cuya tripulación se había amotinado.

Ellos exigían asilo en el Brasil de Goulart

y nosotras desfilábamos en su apoyo

en medio del invierno, en New York City,

yendo y viniendo frente al Consulado de Portugal,

Rockefeller Center, 1961.

 

Fijo la fecha por mi primer hijo–Gregory nació a finales de 1960–,

como fijo muchas otras fechas por el primero, la segunda,

la tercera, el cuarto, la cuarta,

y siento su cuerpo en este instante

de nuevo junto a mi pecho,

sostenido contra el frío

por nuestros fuertes pasos de dignidad.

 

Esa fue mi primera protesta pública, Rhoda,

extraño es que la recuerdes ahora,

en esta carta que habla de una amistad

que ha sobrevivido tantos años.

Cuántas protestas desde aquélla, cuántos

desfiles y concentraciones por causas más grandes,

guerras más largas, heridas más profundas,

tocadas o no por nuestra pasión.

 

Hoy por nada del mundo un policía se quitaría

los guantes, ofreciéndolos con insistencia

para que me proteja las manos violáceas.

Hoy un niño, apretado contra mi pecho, sería un hijo

de mi hijo, una generación adelante.

 

El mundo es más viejo y yo dentro de él he envejecido.

Ardo más lentamente con las mismas pasiones.

Las pasiones son cada vez más viejas y, por tanto,

yo cada vez más joven, porque las vivo

con más conocimiento de causa, y me muevo dentro

de ellas, preñada de miedo, pero sin doblar las rodillas.

 

Los guantes siguen allá, en el frío

y pasan de mano en mano.

 

(Traducción de Víctor Rodríguez Núñez)

 

 

 

 

 

 

Everyone Lied

 

We wanted to make the world a better place

but everyone lied,

fought power with humble flesh,

blood, brilliance,

and the luck of the innocent.

 

The enemy’s lies assaulted us, their language

diminished our numbers,

turned us against one another,

touched lovers, confused our sense

of who we were and why.

 

And we lied about them, claimed they were

drug dealers and murderers,

all their food poisoned,

all their streets unsafe.

Then we lied about our own,

sowed serious doubt, set fatal traps.

 

Of course we lied to the CIA

and others who tortured us,

but also to our parents, children,

and those who came to us

for truth.

 

We lied by omission, convinced we must

reveal no contradiction.

The real story could only benefit

those who would destroy the dream,

who wanted us dead.

Accounts to be settled later.

 

We lied to protect our own and then

to justify not protecting our own.

We lied on a need to know basis,

parroted our leaders

even when they pretended genocide away.

 

We failed to question his disappearance,

100 knife-wounds in her body,

followed our leaders who lied to us,

then lied to ourselves:

the pain that changed our molecules.

 

Until later turned out to be the promise

we could not keep, a tired ghost

destined to wander hollow-eyed:

the lie that would come back to haunt

a sacrifice too big to name.

 

 

 

 

 

 

Todos mentimos

 

Quisimos hacer del mundo un lugar mejor

pero todos mentimos.

Luchamos contra el poder con humildad,

entrega, inteligencia

y la suerte del inocente.

 

Las mentiras del enemigo nos invadieron, su lenguaje

disminuyó nuestras filas,

nos colocaron unos contra otros,

tocaban a los amantes, confundiendo

quiénes éramos y por qué.

 

Y nosotros mentimos sobre ellos, alegando

que eran narcotraficantes y asesinos,

que sus alimentos estaban envenenados

y sus calles no eran seguras.

Después mentimos sobre nosotros mismos

sembrando graves dudas, poniendo trampas terribles.

 

Por supuesto que le mentimos a la CIA

y a los otros torturadores.

Pero también a nuestros padres, a nuestros hijos

y a todos aquellos que deseaban de nosotros

la verdad.

 

Mentimos por omisión, convencidos de que teníamos

que ocultar las contradicciones.

La verdadera historia solo podía beneficiar

a los que anhelaban destruir el sueño,

a los que nos querían muertos.

Las cuentas se saldarían más tarde.

 

Mentimos para proteger a los nuestros y para justificar

que no nos protegíamos.

Mentimos a cerca de la necesidad de conocer lo esencial,

repetíamos como papagayos las palabras de nuestros líderes,

incluso cuando fingían no haber cometido ningún genocidio.

 

No cuestionamos la desaparición de él,

las cien puñaladas en el cuerpo de ella,

seguimos a nuestros guías que nos mentían,

y entonces mentíamos a nosotros mismos:

el dolor que cambió nuestras moléculas.

 

Hasta que luego nos convertiríamos en la promesa

que no cumpliríamos, en un fantasma agotado

y destinado a vagar con los ojos huecos:

la mentira que volvería a rondar un sacrificio

demasiado grande para ser nombrado.

 

(Traducción de Israel Domínguez)

 

 

 

 

 

 

Seasons

 

Autumn came crude that year,

its temperature cutting flesh.

Echoes remained,

humming in eardrums,

taunting the usefulness of hands.

Leaves escaped branches,

unable to resign themselves

to no return.

 

Winter was worse.

Feet tingled

beneath the heavy felt

draped over tables

with their poor offerings

of mate and biscuits,

while outside our bodies

froze in place.

 

Spring should have brought relief

but didn’t.

Each tulip,

each crocus bud

reminded us

she’s not here

to absorb their color,

embrace their eager hope.

 

Summer completed a void

we knew would be followed

by another,

less vivid perhaps

than the one before

but burying the same chill

beneath our skin,

the same loss.

 

Seasons fall apart.

They say you are not at home

until you have lived in a house

through all four seasons.

What they don’t say is

you are never at home

when a part of that home

has been taken.

 

 

 

 

 

Estaciones

 

El otoño fue crudo ese año,

la temperatura cortaba la carne.

Quedaban ecos,

zumbando en los tímpanos,

riéndose de la inutilidad de las manos.

Las hojas huían de las ramas,

incapaces de resignarse

al no retorno.

 

El invierno fue peor.

Los pies hormigueaban

bajo el pesado fieltro

que cubría las mesas

con sus pobres ofrendas

de mate y bizcochos,

mientras afuera nuestros cuerpos

se congelaban inmóviles.

 

La primavera debió traer alivio

pero no lo hizo.

Cada tulipán,

cada pimpollo de azafrán

nos recordaba

que ella no está aquí

para absorber su color,

abrazar su impaciente esperanza.

 

El verano completó un vacío

que sabíamos sería seguido

por otro,

menos vívido quizás

que el anterior

pero enterrando el mismo escalofrío

bajo la piel,

la misma pérdida.

 

Las estaciones se desmoronan

Dicen que no te sientes en casa

hasta haber vivido en una

durante las cuatro estaciones.

Lo que no dicen es

que nunca te sientes en casa

cuando una parte de tu hogar

te ha sido arrebatada.

 

(Traducción de Leandro Katz y Diego Fernando Guerra)

 

 

 

 

 

 

When Justice Felt at Home

 

Something has changed.

Only old friends,

those who shared split peas

and white rice

on sweltering Havana nights

still call me compañera:

sweet designation

meaning comrade or friend

lover or familiar

in those luminous days

when justice felt at home

in our desire.

 

Now, more often than not,

it’s señora:

regression to a prehistory

when married or single

young or old

mattered most.

 

Still, compañera and compañero

are indelibly embossed

on the swaying trunks of Royal Palms,

in Sierra Maestra granite

and along the dissembling coastline

of an Island that still shouts freedom

into gale-force winds.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando la justicia se sentía en casa

 

Algo ha cambiado.

Solo lo viejos amigos,

aquellos que compartían los chícharos

y el arroz blanco

en las noches sofocantes de La Habana

me dicen todavía compañera:

designación dulce

que significa camarada o amigo

amante o familia

en esos días luminosos

cuando la justicia se sentía en casa

con nuestro deseo.

 

Ahora, no pocas veces,

es señora:

regresión a la prehistoria

cuando casada o soltera

joven o vieja

era de mayor importancia.

 

De todos modos, compañera y compañero

están labrados indelebles

en los troncos oscilantes de las palmas

en el granito de la Sierra Maestra

y a lo largo de la costa oculta

de una Isla que todavía grita libertad

en los vientos huracanados.

 

(Traducción de Víctor Rodríguez Núñez y Katherine M. Hedeen)

 

 

 

 

 

 

Things 1

 

Two drank from this vessel’s duel spouts

ten thousand seasons past.

Lovers? Accused and accuser? Mother and child?

 

Small desert spiral might have signed

a spring or waterhole

or marked a supernova sighting.

 

Axe handle slept

in the Olduvai Gorge

until Leakey lifted it from sand.

 

Bronze Minoan bull startles time

as the small human figure

leaps again and again between its horns.

 

Iraqi clay tablet offers its story

of bureaucracy and beer

while the great Rosetta Stone

 

transforms Egyptian tax concessions

into verse, tedious

and thrilling simultaneously.

 

On a silver goblet hammered in Palestine

before the Christian doom

men and adolescent boys

 

come together in sexual ecstasy.

Pornography, mentoring

or simply love?

 

An Olmec mask floats

at the edge of dream,

its convex shape still warm

 

from the press of ancestral flesh,

faintly pocked and scarred

by la cultura madre.

 

Twenty-first century technology

lifts a ceramic fingerprint

left six thousand years before.

 

Teeth that cleaned a husk of kernels

deep in the Escalante

molder now, their energy spent.

 

These things that are more

than things

are messages waiting for us to turn and see,

 

objects and places witnessing

our need to know

how we descended from the trees.

 

 

 

 

 

 

Cosas 1

 

Dos bebieron de esta vasija, de sus afluentes contrarios,

hace diez mil estaciones.

¿Eran amantes? ¿Acusado y acusador? ¿Madre y niño?

 

Una pequeña espiral desértica pudiera haber señalado

un manantial o un ojo de agua.

Pudo haber acuñado una visión supernova.

 

El cabo del hacha dormía

en el Olduvai Gorge

hasta que Leakey lo levantó de la arena.

 

El toro minoico de bronce asusta al tiempo

mientras la pequeña figura humana

salta una y otra vez entre sus cuernos.

 

La tablilla de barro iraquí nos presenta su historia

de burocracia y cerveza

mientras la Gran Piedra Rosetta

 

transforma las exenciones tributarias egipcias

en versos tediosos

y estremecedores.

 

En una copa de plata tallada en Palestina

antes de la ruina cristiana del juicio final

aparecen hombres y mancebos

 

que se juntan en el éxtasis del sexo.

¿Pornografía, clases de intimidad

o amor simplemente?

 

Una máscara olmeca flota

al borde del sueño.

Su forma convexa aún mantiene el calor

 

de la carne ancestral que la tocaba.

Apenas se le notan cicatrices y marcas

de la cultura madre.

 

La tecnología del siglo XXI

plagia una huella digital de cerámica

dejada hace seis mil años.

 

Los dientes que borraron los granos de maiz

en lo profundo del Escalante

ahora se descomponen, su energía se ha agotado.

 

Estas cosas que son más que cosas

son mensajes que esperan por nosotros

para que se abran y se lean,

 

objetos y lugares que atestiguan

nuestra necesidad de saber

cómo descendimos de los árboles.

 

(Traducción de Israel Domínguez)

 

 

 

 

 

 

Made Rich by Art and Revolution

 

When I am gone and August comes

to my desert,

rain will soak sand,

its rich scent rising

to enter the lungs of another mother or walker,

someone whose intention and desire

I cannot know.

 

When I am gone this painting of little islands

miniature trees and birds

floating in a magical sea of blue

will hang in someone else’s house.

Will that person tell the story

of poor Nicaraguan peasants

made rich by art and revolution?

 

A granddaughter may inherit

my turquoise earrings.

The clay pans I’ve used for years,

their pungency filling the house,

will offer up a new generation

of bread.

Someone not yet born may read this poem.

 

But who will ask the questions

born of the answers

I juggle today.

Who will know the heat

of this great love,

or catch fragments of my memory

reassembling just before dawn.

 

 

 

 

 

 

 

Enriquecido por el arte y la revolución

 

Cuando me haya ido y llegue agosto

a mi desierto,

la lluvia remojará la arena,

su rico aroma se levantará

hasta entrar en los pulmones de otra madre o caminante,

alguien cuya intención o deseo

no puedo saber.

 

Cuando me haya ido esta pintura de pequeñas islas,

árboles y pájaros en miniatura

flotando en un mágico azul del océano

colgará en la casa de alguien más.

¿Esa persona contará la historia

de campesinos nicaragüenses pobres

enriquecidos por el arte y la revolución?

 

Una nieta podría heredar

mis aretes turquesas.

Los moldes de barro que usé tantos años,

su olor llenando la casa,

ofrecerán una nueva generación

de pan.

Alguien que todavía no ha nacido quizá leerá este poema.

 

¿Pero quién hará las preguntas

nacidas de las respuestas

que yo encuentro hoy?

¿Quién conocerá el calor

de este gran amor,

o atrapará los fragmentos de mi memoria

reuniéndose justo antes del amanecer?

 

(Traducción de María Vázquez Valdez)

 

 

 

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