62 voces de la poesía argentina actual: Leandro Calle

En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos al poeta Leandro Calle (Zárate, 1969). Poeta. Reside en Córdoba. Docente universitario. Sus últimos libros de poesía son: entonces (Alción Editora, 2010). Blasfemo (Alción Editora, 2013), animalia urbana (Dínamo poético, 2014) y elijo (Alción Editora, 2017). Cuatro de sus libros fueron traducidos al francés por Yves Roullière bajo el título: Une lumière venue du fleuve et autres poèmes (Ediciones Atopia, 2016 y Recours au poème, 2015). Como traductor ha traducido a Guy de Maupassant, y a los poetas francófonos: Abdellatif Laâbi, Siham Bouhlal, Miloud Gharrafi, (Marruecos); Anissa Mohammedi (Argelia) y Gabriel Okoundji (Congo). Dirige para Alción Editora la Biblioteca de autores y temas marroquíes. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Germán

 

Germán

es pintor.

Me dijo

que nunca se aburrió

que siempre pinta

que le gusta viajar

que se hace diálisis

3 veces por semana.

Me regaló un cuadro

que colgué directamente

de mi lengua

para no quejarme más.

 

 

 

 

El ahogado

 

La violencia del agua llegó a la isla

para llevarlo todo

hasta el último suspiro

y así también

se llevó la vida de aquel chico.

Entonces

miramos el agua marrón de la inundación

y supimos que en su estómago de barro

había un cuerpo.

Pero dónde, dónde buscar en esa masa de agua.

 

Una mujer trajo un pan

dijo que había que tirarlo al agua

que allí donde flotara

estaría el cuerpo.

Alguien arrojó el pan al agua

primero se hundió

desapareció

y luego salió a flote.

Entonces algunos se lanzaron al agua

y comenzaron a buscar.

Toqué algo, dijo uno de los hombres.

Se sumergieron varias veces.

Hay mucha corriente, dijo otro.

Apareció una soga

y otra vez se sumergieron.

 

El chico estaba hinchado

y el agua de la orilla

le besaba las uñas

como diciendo no me olvides

como diciendo, gracias por el pan.

 

 

 

 

Repasadores

 

Hervían los repasadores en la cacerola

burbujas de grasa y detergente.

Ahora, como un albino al sol,

cuelgan brillantes, secos y extendidos

sin historia ni rastros

absueltos de dolor y de cebollas.

Persiste alguna mancha original

que el hervidero de la alquimia

no supo quitar.

Penden ahora como ángeles ahorcados

en su propia pureza.

El agua hervida asume suciedades.

Algo de todo eso se evapora

algo de todo eso pide asilo.

 

 

 

 

Tu espalda es silenciosa

 

Tu espalda es silenciosa

hundo mis dedos en la nieve caliente

y construyo paraísos para el tacto.

 

 

 

 

Agua

 

I

Entro en tu cuerpo

con los ojos

con las manos

con la lengua

salgo

con la memoria

con el recuerdo

con la ausencia.

 

Para llegar a tu escondite

debo quedarme quieto.

 

 

 

II

Fluye la noche dentro de los huesos.

Mi piel  arrebato de auroras

enciende los lagos del silencio.

Tu cuerpo se desviste

de toda carne

de todo hueso

de todo nervio.

Tu escondite es una masa de agua

un esqueleto líquido.

 

 

 

III

Y ahora el pelo es un mar oscuro

que batalla con la gravedad del tiempo.

Y ahora el borde del vestido

es una lengua.

Y ahora caminas a mi lado.

Y ahora

te escondes.

 

 

 

IV

¿Te buscabas en mí?

Yo era la noche

era el pájaro mudo de los tejados

era el correr del agua

era el naufragio.

Caes como una almendra encendida

al fondo de mis manos

atrapada de luz y vegetales

mientras dibujo

una palabra blasfema e invisible.

Camino con mis labios

rozando tu escondite

poema sin palabras.

 

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