Círculo de Poesía Ediciones publica Puente y precipicio. Última poesía rusa

Círculo de Poesía Ediciones ha publicado recientemente Puente y precipicio. Última poesía rusa, en traducción de Indira Díaz. Este libro nos acerca a las promociones más nuevas de poetas rusos y que sigue los pasos de los herederos de Aleksandr Pushkin y Joseph Brodsky. En palabras de Abel Murcia: “Toda antología es el mapa de un espacio más o menos desconocido. Fiel a ese principio, este volumen de poesía rusa en lengua castellana, en selección y traducción de Indira Díaz, nos guía por el vasto territorio de la poesía rusa a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y de los primeros años del siglo XXI. Como todo mapa, éste abre ante nosotros un sinfín de mundos –no menos de cincuenta que es el número de poetas recogidos–, y corresponderá posteriormente al lector adentrarse por cuenta propia en esos mundos o en aquellos otros de los que más o menos indirectamente nos abra las puertas.”

 

 

 

Polina Barskova

 

Conjunción Y

 

Nos reunimos el domingo, el domingo, no, no exactamente

Nos hemos visto antes, aunque no estoy muy segura:

Bebías tu café con un popote, pero parecías más…

Una pobre ave pasajera posándose sobre las crines de un caballo.

Y me tomaste de la mano, de la mano me tomaste de la mano.

Y el árbol de rojas bayas, y la montaña, y la montaña

Y yo me divertía y escuchaba y el Señor todo lo mandaba a la mierda

El árbol de rojas bayas, y la corteza y la corteza

Y nos tuvimos el uno al otro sin detenernos como animales en su madriguera

Y si como las criaturas después del acto nos ponemos tristes, entonces no somos una bestia cualquiera.

Y nosotros crecemos de toda clase de basura y nosotros esparcimos la basura

Y tú frotabas mi piel con semillas de perlas. Y ya casi es enero,

Y tenemos aquí, me disculpo,

Magnolias que devoran insectos con sus lenguas

Pétalos rosados sobre el fondo gris que queda y cada vez que esto sucede

Más allá de estas maravillas, recuerdo el aroma de tu mano

Arrancada de mí, arrancada de ti.

 

 

 

 

 

Inga Shepelyova

 

mi corazón no es una piedra

mi corazón es un tejido muscular

aquella exhaustiva metáfora

apisonada entre dos piedras

una catástrofe

coloco la cabeza en la boca de un casto ángel

cierro los ojos

mi corazón no es una piedra

la referencia será su latido

dentro del paradigma dominante

el sol de julio

permite que te veas

desnudo

sintiendo en la rigidez

del ramificado tejido de este corazón cansado

cómo se divide, cómo muere

cómo sirve este agitado coctel

desde este goce veraniego

sobre el pasto

alargando las manos dentro del saco

al instante

mi corazón no es una piedra

ni un diamante ni una bomba

no comienza un conteo ni se detona

no saldrá volando hacia el cielo

no se agitarán las tiernas flores

y la puerta no se abrirá

 

 

 

Viktor Lisin

 

Una vez yo vi

cómo mis padres

tenían sexo

esto era tan silencioso y tierno

que yo quería entrar y acostarme a su lado

y dormir cerca de sus cuerpos

porque sólo

entonces en nuestra familia

podía sentirse el cuidado

la atención y la comodidad.

Mis padres a menudo reñían

golpeaban las puertas

me involucraban en

sus posturas de aclaración

peleando por mi amor

¿a quién yo quería más?

¿a papá o a mamá?

a ninguno de ellos

yo los amaba cuando ellos

estaban haciendo el amor

en silencio y con calma bajo

las tibias cobijas.

 

Mi manta estaba

fría desde

que murió la abuela.

 

Yo con frecuencia me esforzaba

invitándolos a venir conmigo

pero me avergonzaba y

mirar a hurtadillas

era más agradable

y no requería

de una conversación.

 

 

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