Poesía checa: Simona Rackova

Presentamos una muestra de la checa Simona Rackova (1976), además de poeta es editora y crítica literaria. Hizo estudios de literatura en la Facultad de Artes de la Universidad Carolina. Es autora de tres libros. Las traducciones son de Olga Walló y Tamara Melnick.

 

 

 

 

SI YO FUERA SYLVIA PLATH

 

¿Que pasó el momento justo antes

de que el océano me atrapara por los tobillos?

¿Que pasó el momento antes de que me arrojara

a su fondo, a mi fondo?

Estábamos parados en Sunshine Coast, al borde del Pacífico

Eres mi amigo, y eso es más que mi hombre

el único por el que vale la pena volar medio mundo

El océano no es el mar, fuerza diferente, lo sabes de imediato

Me quieres proteger y yo recibo a las olas

El placer de ser poseída

El placer de ser inundada

 

Resurgimos, nos encontramos,

con la piel raspada, sofocados

No podía dejar de mirar este elemento

y  mientras él planeaba, cuando íbamos a abandonar este lugar

–Green Island, Port Douglas, Harvey Bay

todos los presagios de añoranza–

pensé en Virginia Woolf

caminando hacia el río con sus faldas largas y pesadas

de lanas pesadas, de olas pesadas

Pero, si fuera Sylvia Plath

¿qué hubiera decidido?

 

Ayer releí a Ariel, atrapada, aterrada, arrastrada,

mis hijos construyen vias del tren

al lado mío, al lado de tu muerte, leí:

“El cuarto estaba cerrado y el hueco bajo la puerta obstruída cuidadosamente

para que el gas no se filtre y alcance a los niños.”

Cuidadosamente…. Al demonio el cuidado!

Ellos estaban ahí, estaban ahí,

gritando, golpeando la puerta, el de tres años tirando la manilla de la puerta,

Sylvia, estaban ahí, aterrados, hambrientos,

el pequeño se arranca el pañal

su cara, la baranda de su cama embarrada con su kaki.

esa palabra traducida, la palabra de tu poema,

mientras la madre en la cocina, como  mi padre más tarde

en la cocina, fríamente, en el cuarto sin consuelo

Mi Sylvia pobre pequeña, nos quedaremos solas para siempre

 

Seguro, solas para siempre

Estoy parada aquí, en la cocina, al borde del oceano

Y yo no soy Virginia, ni soy Sylvia

y no sé qué decidiré

ni cuándo

 

 

 

 

 

Aquella noche

 

Cuando deseaste me desvelé por noches

Cuando adormecí por fin

me despertó un brillo luminoso

comprendí: Arde afuera

Salí al balcón y lo ví

es en nuestro barrio y la colina

donde todos sucede.

Una estructura baja y larga derretida

– Una fábrica, adiviné

El calor me sopló en la cara.

El humo arremolinandose

-Desperté a mi hombre.

dormía plácido a mi lado

“este humo se parece al sombreo del gnomo curioso”, dijo

y volvió a dormirse.

No me quedé sola largo rato.

El brillo suave me acarició la piel jugueteando.

Las llamas iban y venían

derretidas, fusionadas

-“tenemos que ver si hubo fuego anoche”

dije en la mañana – desayunando

como siempre cada uno con los ojos en su pantalla.

No hay noticias de incendios.

Esa mañana, esa mañana ardiente de agosto, no hay

rastro de fuego alguno

 

 

 

 

 

 

SIGO PENSANDO QUE NACISTE EN INVIERNO

 

Pero de hecho eres Aries

cabello negro, siempre  ardiente

como mi poeta

campeón de vacilaciones

 

O eres Geminis

como mi compositor

de mapas y ciudades  sobre el mar

 

Sigo pensando que naciste en Invierno

con un crujido de nieve que corta la luna por el medio

como  una rueda de queso  parmesano ya maduro

y tenemos nombres llenos de Italia y España

este ritmo  se acerca

 

Sigo pensando que naciste en Invierno

Cuando viajo en Metro me sigo preguntando – cuántas de estas personas

están componiendo un poema ahora, escribiendo una pieza musical

para tocarla después a una estudiante de piernas largas

sentada en la mesa de conferencias, con su media rota,

solo ligeramente obscena,  porque un pez en un sombrero

sigue flotando sobre su cabeza,  tu lo tienes ahí desde la primaria

 

Sigo pensando que naciste en Invierno

Alta la escalera, alta en tus tacones

zancadilla a la razón –  al final quedaremos  solo nosotras dos

bailarinas empapadas, histericas apasionadas, que  a la mitad del juego

totalmente inapropiadas, totalmente ineludibles

arrojan su raqueta y  se van por el medio

¡Y qué! Y que miren! Y que enloquescan!

 

Tu falda  de media pierna

resalta tus curvas nombrándolas

y no eres amante  y no eres amiga

maduraste y la Primavera  ya no te viene

Y por eso sigo pensando que tu naciste en Invierno

 

 

 

 

 

 

Reality Market

 

En el momento que entras, ya sabes

que no quieres  habitar aquí.

 

La baranda de tuberías bricolada con prisa

el perro te enreda con su saliva

Flojo, gris, el pelaje apresuradamante alisado

en una de las  habitaciónes de paso.

 

Entonces te apartas discretamente

sin embargo hace falta mantener un ritmo.

Hablar, no demostrar nada.

 

La tonalidad monta como vías de madera

justo antes de que llegue al puente. No se puede eludir.

El tren, seguro, lo pasa uno dos tres

el tren laqueado con vagones imanados.

Apropiado, a la distancia precisa

manejados con la mano del  niño.

Blanditas, con hoyuelitos, estos huesos escondidos con ternura

angustia, sí, solo comprendí ahora

porque las sonrisas de las  madres son falsas.

 

Hace falta perseverar. Escuchar todo.

Aunque no hay histórias y no hay  extranjeros.

Mi hijo murió, dice ella, con una falda gruesa

y mi hombre hace mucho que esta enfermo

entonces, de hecho, ya no es mi hombre

pero cómo  puede dejarlo

Quizás, usted comprende,  esta situación…

 

Seguramente comprende. Esta situación.

Fijar la mirada en un punto tenazmente

la fuente sigue blanca, cruelmente blanca

antes de que nos acerquemos.

Grietas, rajaduras, quizás toda la mugre

es solo  un poco de tierra, solamente el polvo acumulado.

Apretado por la lluvía, la lluvía apretada por la tierra

con prisa y con susto, como con la mano en la boca.

 

De afuera se ve como una página de catálogo.

El niñito y la niñita. La casa familiar, familiar.

Pero adentro se siente un  ocaso, un olor rancio.

Parecen ratones. O un perro.

Edredones, no ventilados por tanto  tiempo

El jardín enrejado enreja todas las cosas, el cerco, que no atraviesas con la mano

Y cerca,  mala suerte –

trenos siguen ululando dos veces cada hora

¡Ya se acostumbrará usted!

 

No, en serio, no podemos quedarnos aquí.

Y a pesar de todo algún lugar, ya intuimos,

algún lugar nos espera.

 

 

 

 

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