En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos al poeta Néstor Ponce. Nacido en La Plata en 1955 y residente en Francia desde 1979, donde llegó como exiliado. Néstor Ponce es autor de tres libros de poesia, Sur (1982), Desapariencia no engaña (2010) (trad. al francés: Désapparences, 2013; trad. al inglés Dissapearance without absence, 2017), La palabra sin límites (2013) y de siete novelas y dos libros de cuentos, publicados en Argentina, Colombia, Cuba, Chile, México, España, Alemania, Francia, Inglaterra. En 2013, su poemario Desapariencia no engaña fue seleccionado por el Ministerio de Educación para ser distribuido gratuitamente en todas las escuelas y bibliotecas públicas de Argentina (edición de 10.000 ejemplares). El mismo año fue nombrado Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa.
Campo de concentración
Campo de mayo, 1979, septiembre
En este hueco
desde este precipicio
enmurado y roto grito
el amor no muere jamás
nunca jamás el amor muere
no muere nunca jamás
Feliz cumpleaños
escribí por las paredes
hoy desde este hueco
en este precipicio
escribí en el viento
y el aire se lo llevó
arrastró el grito
afuera afuera
el amor no muere jamás
Estrellas en el Río de la Plata
Río de la Plata, Avión militar, 1977, septiembre
¿caída? / el tajo
se abre hacia el cuerpo
va hacia el fuego
un grito hacia el agua
se mece
como una campana de luz
Poemas del viejo Martín
Campo de concentración, La Perla, 1979, mayo
cayeron los soldados en casa de Martín
patearon puertas y otras aberturas al mundo
contra la pared los pusieron
a los libros
apuntaron
contra los estantes los pusieron
muertos de coraje
temblequeaban los versos
cayeron pesadamente
de los estantes
maltrechos y con menos octosílabos
los quemaban en Berlín
los ejecutaban en La Plata
les pegaban airadas irreverentes
las balas
chispas de papel carocoleaban en el aire
metáforas curiosas se avivaban con el viento
se pasaban datos las sinestesias
saltaban tapias y horizontes los versos libres
llegaban al calorcito de Los Hornos
helaba afuera se mordían los labios en La Boca
en San Telmo bailoteaban los fueguitos
y en tu casa amor mío en tu casita
hacían eco las complicidades
los cuervos seguían chiflaban los balazos
en el cementerio los muertos
se escondían tras las cruces
de pura y mísmisima piedad
se metían bajo tierra
los versos eran bichitos de luz
giraban iluminados alrededor de la plaza
se acostaban con la luna
se levantaban con el puño
mareados en el vino sideral
entre los alcoholes de la última caricia
se embriagaban de tanto mirarte a los ojos
se hamacaban en tu ombligo
largaban sombreros de colores a la sordera del mundo
Peceto al horno
Éramos tan pobres
que hacíamos simulacros de comida
yo prendía el horno
cebaba mate freía cebollas
y después nos sentábamos a comer
los platos del juego de casamiento
estaban vacíos
eran una hormiga en el ocaso
una almohada sin cama
un brillo en la penumbra
yo la miraba a mi mujer a los ojos
qué rica la carne al horno le decía
mientras masticaba pan tostado con cebolla
ella se limpiaba los labios con la servilleta
en un gesto de única elegancia
te salió riquísima decía
exquisita exquisita
parece un murciélago
que ve por primera vez la luz
yo elevaba una copa imaginaria de champán
para festejar el comentario
Éramos tan felices
Dentista
esa mujer tenía prendidos unos ojos
como el arco iris
le salían arcos de las cejas
y del bozal
flores de amor
cuando aplicaba el torno
su profesionalidad era pasmosa
fruncía el ceño
como Einstein
cuando entonaba baladas marchitas
un día me estaba perforando una muela
aplicaba anestesias en las encías
agujas de medio metro
me entraban en la piel
sus ojos menta y miel
suspiraban de pura concentración
largaban destellos
que caminaban por las paredes
como ciempiés en fiesta de carnaval
doctora le dije entre tornos
líquidos antisépticos
pinzas y otros enseres
me estoy enamorando de usté
se quitó el bozal
con gesto impúdico:
yo también
respondió con voz de dentífrico
mientras de los ojos
se le derrumbaban
consultorios enteros:
jamás vi muelas tan hermosas