En Poema para leer un viernes por la tarde, nuestro editor, el poeta Mario Bojórquez, nos propone la lectura de Gymnopedia, de Giórgos Seféris, en la traducción de Jaime García Terrés. Seféris es uno de los poetas griegos fundamentales del siglo XX y este poema es una clara prueba de ello. En 1963 obtuvo el Premio Nobel de Literatura confirmándolo como uno de los autores más importantes del mundo. Esta sección es un feliz pretexto para volver a viejos, conocidos poemas, así como para descubrir nuevos autores.
Escribir poesía es algo más que una suspensión del ánimo, lo que se llama inspiración es potencia verbal pero pensamiento prístino, a ese pensamiento elevado o sutil que permanece más allá de su música original es lo que conocemos por Poesía. En las primeras líneas de este poema ya vemos la maestría en el pensamiento poético de Giórgos Seféris; en una ocasión, con mi cuerpo sumergido en las aguas del Mar Egeo al pie de Templo de Poseidón en Cabo Sounion, recordé estos versos llenos de oscuridad destellante, donde a cada proposición positiva del lenguaje se le oponía su propia destrucción: “ Asómate si puedes…al mar en sombras… olvidando el son de flautas… para los pies desnudos… que pisaban tu sueño… en otro tiempo… tiempo devorado”. El poderoso pensamiento que se expresa aquí nos puede adormecer en su delicado ritmo pero si afinamos la atención, podremos observar las tensiones del lenguaje. Una orden imperativa, ‘asómate’, luego la moderación, ‘si puedes’; ‘al mar’ y luego ‘en sombras’ donde la imagen de mar se difumina bañado por sus sombras; la proposición siguiente es aún más provocativa pues inicia con su negación, como en la figura retórica llamada preterición, ‘olvidando el son de flautas’, tendrás un son de flautas que debes olvidar antes de la danza; ‘para los pies desnudos’ noción concretísima, qué puede ser más concreto en la danza que unos pies desnudos, pero inmediatamente después ‘que pisaban tu sueño” y aquí la función que erosiona la concreción, unos pies desnudos que pisan sueños, y ni siquiera aquí y ahora, ‘en otro tiempo’ es donde ocurren estas cosas, es además ‘tiempo devorado’. La inspiración verdadera necesita de algunos heroísmos como pedía don Salvador Díaz Mirón. Quisiera destacar también la notable traducción de don Jaime García Terrés, quien fue embajador en Grecia, director de la Revista de la Universidad de México, director del Fondo de Cultura Económica, director de la Biblioteca de México, entre muchas otras actividades, como traductor hizo las primeras versiones de Seféris en México y cultivó su amistad, también tradujo y fue amigo de Ezra Pound.
Mario Bojórquez
Gymnopedia
La isla de Santorini (la antigua Thira) está compuesta geológicamente de piedra pómez y caolín; en su bahía… han aparecido y desaparecido islas. Era el centro de una religión muy antigua cuya liturgia comprendía danzas líricas de un ritmo grave y austero, llamadas Gymnopedias.
Guía de Grecia
Santorini
Asómate si puedes al mar en sombras, olvidando
el son de flauta para los pies desnudos
que pisaban tu sueño en otro tiempo, tiempo devorado.
Graba si puedes en la última de tus conchas
nombre, lugar y día
y arrójala después a las fauces del mar.
Desnudos nos hallamos encima de la piedra esponjosa,
contemplando las islas que surgían,
mirando sumergirse las islas coloradas
en su propio soñar, en nuestro sueño.
Estábamos aquí, desnudos, sosteniendo
la balanza inclinada
en pro de la injusticia.
Talón de poderío, voluntad inmaculada, meditado amor,
designios que maduran bajo el sol de mediodía,
sendero del destino al ritmo de las manos jóvenes
que palmean sobre los hombros;
en el país disperso, despojado de toda resistencia,
en el país que ayer apenas era nuestro
húndense las islas, orín y ceniza.
Altares demolidos
y amigos olvidados,
hojas de palmera entre el fango.
Deja si puedes que tus manos viajen
aquí, confín del tiempo, en el navío
que ha visitado el horizonte.
Los dados ya sobre la losa,
ya que la lanza dio con la coraza,
reconocido por el ojo el extranjero,
y el amor desecado
en almas como cribas;
cuando miras alrededor y encuentras
en torno a ti los pies segados,
en torno a ti las manos muertas,
en torno a ti los ojos entenebrecidos;
cuando ya ni siquiera puedes elegir
la muerte que quisiste tuya,
morir oyendo un grito,
fuera un grito de lobo,
cual es tu derecho;
deja que tus manos viajen,
despréndete del tiempo desleal
y sumérgete dentro del océano;
habrá de sumergirse quien sustenta las enormes rocas.