En Poema para leer un viernes por la tarde, nuestro editor, el poeta Mario Bojórquez, nos propone la lectura de Yo no lo sé de cierto…, de Jaime Sabines. Un poeta fundamental para la poesía hispanoamericana y que ya Bojórquez ha definido como “un milagro lírico de nuestra lengua en la segunda mitad del siglo XX” en la presentación de Los amorosos y otros poemas que, bajo su cuidado y el del propio poeta ,se publicara en 1997. Esta sección es un feliz pretexto para volver a viejos, conocidos poemas, así como para descubrir nuevos autores.
Jaime Sabines practica un verso libre de rigurosa estirpe métrica, fundamentado en la familia de los versos impares nos ofrece sonoridades plásticas reconocibles desde su primer libro, Horal (1950), publicado a sus 24 años de edad y que ya reúne poemas valiosísimos como “Los amorosos” o “Sitio de amor”. El poema sin título que inicia “Yo no lo sé de cierto, pero supongo” es una muestra perfecta del manejo métrico de su verso libre: con dos emisiones de voz que marcan un heptasílabo y un pentasílabo, doce sílabas que se forman de dos candencias impares 7 y 5, los versos 2 y 3 son heptasílabos dando un alejandrino cuya cesura parte los hemistiquios en dos versos, luego viene un endecasílabo perfecto: “se van quedando solos poco a poco”, sigue un alejandrino que termina su primer hemistiquio en agudo “corazón” y complementa el segundo con grave “solos” (algunas personas seguirán la tradición de numerar trece sílabas aquí, pero en realidad tenemos un hemistiquio agudo que se repetirá en la forma más adelante, para mí es un alejandrino, sin duda, pero acepto que otra interpretación lo dará de 13 sílabas que permanece impar), sigue un endecasílabo “solos sobre la tierra se penetran” y finaliza la estrofa con un eneasílabo: “se van matando el uno al otro”. En esta primera estrofa ya tuvimos sonoridades métricas de toda la familia impar (5, 7, 9 11, 13 y 14), pentasílabos, heptasílabos, eneasílabos, endecasílabos, tridecasílabos y alejandrinos. Para la segunda estrofa, el primero y segundo versos, nos proponen ocultar la métrica haciendo un corte de verso arbitrario para darnos dos eneasílabos, pero si seguimos la enunciación en realidad no se trata de dos eneasílabos sino un heptasílabo más un endecasílabo, se lee en el texto: “Todo se hace en silencio. Como / se hace la luz dentro del ojo.”: dos eneasílabos, sí, pero que suenan a dos versos diferentes, un heptasílabo: ‘Todo se hace en silencio.” y un endecasílabo: “Como se hace la luz dentro del ojo.” regresa con un heptasílabo, para terminar en un alejandrino con hemistiquio agudo “…se van” y termina en grave “…al otro” (este el verso alejandrino con hemistiquio en agudo que alguna tradición lo da por tridecasílabo). La estrofa siguiente es de tres endecasílabos: “Cualquier día despiertan, sobre brazos; / piensan entonces que lo saben todo. / Se ven desnudos y lo saben todo.” y el verso final es una reescritura del verso inicial, lo que los antiguos poetas provenzales y galaico-portugueses llamarían la forma “capcaudada” (cap=cabeza-cauda=cola), en la que al final se recupera el inicio del poema con una pequeña variación, aquí pasamos del dodecasílabo impar por hemistiquios de 7 y 5 sílabas a un endecasílabo pleno: “(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)” Un rasgo interesante es el uso de la rima asonante en todo el poema con la familia de la doble “o” a partir del último acento tónico de todo el poema: “supongo”, “poco”, “otro”, “como”, “ojo”, “otro”, “todo”, “todo”, “supongo”. Algunos poetas de formación deficiente pretenden que la poesía de Jaime Sabines no encarna dificultad compositiva, aquí hemos hecho una lectura que refuta cualquier proposición en ese sentido, Jaime Sabines es un maestro del Arte Poética.
Mario Bojórquez
Yo no lo sé de cierto…
Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.
Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)