Poesía de la India: Jeet Thaliya

Dentro de la muestra de poesía actual de la India preparada por Gustavo Osorio de Ita, presentamos a Jeet Thayil, nacido el 13 de octubre de 1959 en Kerala, India, es poeta, novelista, libretista y músico. Es autor de cuatro colecciones de poesía: These Errors Are Correct (Tranquebar, 2008), English (2004, Penguin India, Rattapallax Press, New York, 2004), Apocalypso (Ark, 1997) y Gemini (Viking Penguin, 1992). Su primera novela, Narcopolis, (Faber & Faber, 2012), ganó el Premio DSC para Literatura del Sur de Asia y también fue preseleccionada para el Premio Man Booker 2012 y el Premio Literario Hindú. Thayil ha recibido la mayoría de su educación en el extranjero. Obtuvo una Maestría en Bellas Artes en el Sarah Lawrence College (Nueva York) y recibió subvenciones de la Fundación de Nueva York para las Artes, el Consejo de las Artes suizas, el British Council y la Fundación Rockefeller. Las traducciones son de Gustavo Osorio de Ita.

 

 

 

 

El Penitente

 

Estoy de regreso donde mi vida y yo nos separamos.

Estoy hablando con la cafetera, con las toallas

para el rostro dobladas junto al lavabo, con el aire

acondicionado que conspira con mis enemigos. Incluso ahora,

en medio de mis extremos mis ojos están secos,

y si salto repetidamente contra la ventana

puedo decirle a mí mismo que estoy siendo levantado por una gran alegría–

hasta que el vidrio golpea mi rostro y grito

tu viejo nombre. La habitación está vacía, solitaria

como una naturaleza muerta, pero las manchas de agua hablan

con tu voz, Hónrame, hónralo todo.

 

 

 

The Penitent

 

I’m back where my life and I parted ways.

I’m talking to the coffeemaker, to the face

towels folded by the sink, to the air

conditioner that conspires with my enemies. Even now,

in the midst of my extremity my eyes are dry,

and if I jump repeatedly against the window

I can tell myself I’m being lifted by a great joy –

until the glass smites my face and I cry out

your old name. The room is empty, lonely

as a still life, but the water stains speak

with your voice, Honor me, honor everything.

 

 

 

Sestina de la Heroína

 

¿Cuál fue el sentido de eso? La vida

en drogas, la perseguida, aspirada, inyectada vida. Alguna

comedia soez con un elenco de extraños. Tiempo

que se vuelve plano. Los 1001 nombres de la heroína

masticados como lenguaje. Nada ahora para saber

o recordar, salvo el sucio sabor

 

de ella, y los nombres: rapé, Muerte, el toque,

H –pronúncialo como jache–, azúcar, piedra marrón,

jaco, la MIERDA, ghoda gaadi, China # 4, Tú–Sabes,

pico, dios, la máquina, basura, golpe de mono,

la ley, el hábito, material, caballo, heroína.

¿El sentido? Fue el tiempo perdido,

 

que a veces vuelve encantador,

digamos un sentimiento fantasma, digamos ese gusto fuerte a dolor

de vuelta en la garganta, la heroína caliente

goteando, el golpe, el ímpetu, el estruendo, la piedra.

La quieres ahora, la forma en que te deja bajo,

aplana todo lo que sabes

 

a una delgada línea blanca. Lo que digo es que conozco

su atracción: el tiempo de los anillos de calavera

tan hermoso, tan bajo

que apenas lo escuchas. Hormiguea este sabor a sapo ciego.

Cuando dijiste: “Lo digo en serio, vivimos como piedras”

rompiste algo en mí que solo la heroína

 

podría arreglar. El espeso y dulce asombro de la heroína,

impotente su amor, su cono–

cimiento del infinito. ¿Por qué empujar la piedra

de regreso colina arriba? ¿Por qué no dejarlo con el crono-

metro, dormido en el bar? Prueba un poco

de algo dulce que un dulce niño adorará, abajo

 

en las caderas donde todos los dolores van. Déja–

me solo esta vez y te daré heroína,

solo un poco

para reemplazar las cosas inútiles que sabes.

Algunos dicen que vuelve, el tiempo,

para castigarte con el tiempo que mataste, dejarte sobrio

 

de piedra, inconsciente, la química felicidad lejos

de tu sistema, sin poder probar la palabra heroína

sin querer su piedra una última vez.

 

 

 

The Heroin Sestina

 

What was the point of it? The stoned

life, the chased, snorted, shot life. Some low

comedy with a cast of strangers. Time

squashed flat. The 1001 names of heroin

chewed like language. Nothing now to know

or remember but the dirty taste

 

of it, and the names: snuff, Death, a little taste,

H—pronounce it etch—, sugar, brownstone,

scag, the SHIT, ghoda gaadi, #4 china, You-Know,

garad, god, the gear, junk, monkey blow,

the law, the habit, material, cheez, heroin.

The point? It was the wasted time,

 

which comes back lovely sometimes,

a ghost sense say, say that hard ache taste

back in your throat, the warm heroin

drip, the hit, the rush, the whack, the stone.

You want it now, the way it lays you low,

flattens everything you know

 

to a thin white line. I’m saying, I know

the pull of it: the skull rings time

so beautiful, so low

you barely hear it. Itch this blind toad taste.

When you said, “I mean it, we live like stones,”

you broke something in me only heroin

 

could fix. The thick sweet amaze of heroin,

helpless its love, its know-

ledge of the infinite. Why push the stone

back up the hill? Why not leave it with the time-

keep, asleep at the bar? Try a little taste

of something sweet that a sweet child will adore, low

 

in the hips where the aches all go. Allow

me in this one time and I’ll give you heroin,

just a taste

to replace the useless stuff you know.

Some say it comes back, the time,

to punish you with the time you killed, leave you stone

 

sober, unknowing, the happiness chemical blown

from your system, unable to taste the word heroin

without wanting its stone one last time.

 

 

 

Declaración sin propósito

 

Tus labios van de lo soleado al suicidio en un solo clic.

Eres demasiado rápida para cualquier francotirador.

Sabes cuándo tirarte al piso y cuándo quedarte abajo.

Cuando sales, los ejércitos se alzan o mueren ante tus ojos.

Tus soldados pertenecen a todas las edades, géneros y filiaciones religiosas.

No tienen nada en común excepto la imagen de ti

que llevan en medallones secretos, o quemada en sus terceros ojos que nunca parpadean,

o tatuada en una axila y en la línea del cabello y entre los dedos de los pies.

Si eres mirada cuando te besan, el espejo arranca sus ojos,

porque ninguna otra imagen volverá a ser suficiente.

Eres besada una y otra vez. Siempre eres besada.

Te despiertas con un beso y te duermes con otro. Entre ambos tiempos, besos.

Dices tus sueños con una pequeña y aturdida voz

que pertenece al otro mundo.

Tus pausas son glaciales, las eras funden sus continentes con tu aliento,

tus lágrimas son el final de las estaciones.

A veces, en una escalera eléctrica, si hablas contigo misma

tus palabras no escuchadas harán que un extraño se detenga en pena.

Tu poder es sustentable y biodegradable.

Tu verde durará más que el plástico.

Tú inventaste la electricidad. Las coordenadas te pertenecen.

Ellos encienden tus alabanzas, visibles desde las plataformas espaciales y los satélites.

Cuando sales de la ciudad, el viento en la calle dice tu nombre.

Ah, dice. Kang. Sha.

Nadie escapa a tu influencia.

Una vez, fuera de mí, lo intenté, pero la hierba me cerró el paso.

Y las estrellas sacudieron sus plumas.

Y Dios exhaló.

Y no quedó fe alguna en el mundo.

 

 

 

Declaration Off Intent

 

Your lips go from sunny side to suicide in a single click.

You’re too fast for any sniper.

You know when to hit the ground and stay down.

When you step out, armies rise up or die by your eyes.

Your soldiers are of all ages, genders and religious denominations.

They have nothing in common but the image of you

carried in secret lockets, or burned into their third, unblinking eyes,

or tattooed into armpit and hairline and between the toes.

If you glance at yourself when you’re kissed, the mirror plucks out its eyes,

for no other image will ever again suffice.

You are kissed and kissed again. You are always kissed.

You wake up to a kiss and fall asleep to one. In between, kisses.

You say your dreams in a stunned small voice

that belongs to the other world.

Your pauses are glacial, the age melds its continent to your breath,

your tears are the end of seasons.

Sometimes, on an escalator, if you speak to yourself

your unheard words will make a stranger stop in grief.

Your power is sustainable and biodegradable.

Your green will outlast plastic.

You invented electricity. The grids belong to you.

They blaze your praises, visible from rocket ship and satellite.

When you skip town, the wind on the street says your name.

Ah, it says. Kang. Sha.

No one escapes your influence.

Once, out of my mind, I tried, but the grass barred my way.

And the stars wandered out of their pens.

And God exhaled.

And no faith was left in the world.

 

 

 

Para Baudelaire

 

Por fin te he superado, en Ciudad de México,

en un espacio blanco muy por encima de la calle,

mis manos firmes, las paredes inmóviles.

Hay calor aquí, y seguridad, e incluso en invierno

la lluvia es benigna. Algunas mañanas dejo

que los sonidos de la plaza –un vendedor de frutas,

un niño acróbata, una mujer vendiendo

ficciones imposibles– se apilen en un rincón

de la habitación. No estoy diciendo que soy feliz

pero estoy sano y mi dinero es mío.

A veces cuando camino por el mercado

entre los pollos y el humo de cerdo,

pienso en ti –tus palabras grandes y tu corazón de lobo,

tu cabello de Bonaparte y ojos de Poe.

No te extraño. No te extraño cuando

abro una ventana y la luz llena la habitación

como agua vertida en un vaso de papel,

o cuando veo el vestido blanco de una mujer brillar

como monedas nuevas y sé que podría seguir

mis pies al río y dejar que mi vida se fuera

lejos de mí. En momentos como este,

si me sorprendo hablando contigo,

siempre me extrañan las palabras que escucho

de arrepentimiento y tonta e infantil devoción.

 

 

 

To Baudelaire

 

I am over you at last, in Mexico City,

in a white space high above the street,

my hands steady, the walls unmoving.

It’s warm here, and safe, and even in winter

the rain is benign. Some mornings I let

the sounds of the plaza – a fruit seller,

a boy acrobat, a woman selling

impossible fictions – pile up in a corner

of the room. I’m not saying I’m happy

but I am healthy and my money’s my own.

Sometimes when I walk in the market

past the chickens and the pig smoke,

I think of you – your big talk and wolf’s heart,

your Bonaparte hair and eyes of Poe.

I don’t miss you. I don’t miss you when

I open a window and light fills the room

like water pouring into a paper cup,

or when I see a woman’s white dress shine

like new coins and I know I could follow

my feet to the river and let my life go

away from me. At times like this,

if I catch myself talking to you,

I’m always surprised at the words I hear

of regret and dumb boyish devotion.

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