50 años de Tlatelolco: Rosario Castellanos

El día de hoy se cumplen 50 años de la matanza de estudiantes y civiles que ejecutara el Estado mexicano el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Este lamentable hecho es uno de los relatos más dolorosos e importantes de nuestra historia reciente y que modificó la vida pública y política del país. A continuación leemos el poema Memorial de Tlatelolco, de Rosario Castellanos.

 

 

 

Memorial de Tlatelolco

 

La oscuridad engendra la violencia

y la violencia pide oscuridad

para cuajar el crimen.

 

Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche

para que nadie viera la mano que empuñaba

el arma, sino sólo su efecto de relámpago.

 

Y a esa luz, breve y lívida, ¿quién? ¿Quién es el que mata?

¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?

¿Los que huyen sin zapatos?

¿Los que van a caer en el pozo de una cárcel?

¿Los que se pudren en el hospital?

¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?

 

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.

 

La plaza amaneció barrida; los periódicos

dieron como noticia principal

el estado del tiempo.

Y en la televisión, en la radio y el cine

no hubo ningún cambio de programa,

ningún anuncio intercalado ni un

minuto de silencio en el banquete.

(Pues prosiguió el banquete.)

 

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres,

que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa:

a la Devoradora de Excrementos*.

 

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.

 

Ay, la violencia pide oscuridad

porque la oscuridad engendra sueño

y podemos dormir soñando que soñamos.

 

Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.

Duele, luego es verdad. Sangra con sangre.

Y si la llamo mía traiciono a todos.

 

Recuerdo, recordamos.

 

Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca

sobre tantas conciencias mancilladas,

sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,

sobre el rostro amparado tras la máscara.

 

Recuerdo, recordemos

hasta que la justicia se siente entre nosotros.

 

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