Dentro de la muestra de poesía actual de la India preparada por Gustavo Osorio de Ita, presentamos a Priya Sarukkai Chabria, poeta y novelista india que escribe en inglés. Es autora de “Not Springtime Yet” (Harper Collins, India) y “Andal: The Autobiography of a Goddess” (Zubaanooks, India). Es la editora de Poetry en Sangam. Chabria ha recibido la beca Senior para Artistas Destacados en Literatura por parte del Gobierno de la India por explorar la validez de la teoría clásica rasa en la estética en la escritura contemporánea en inglés. Junto con Ravi Shankar, tradujo las canciones de la poeta tamil del siglo VIII, Aandaal, en el libro Andal: The Autobiography of A Goddess. El libro ganó el premio de traducción Muse India 2017 en el festival literario de Hyderabad. Las traducciones son de Gustavo Osorio de Ita.
Polilla entre libros no detectada
¿Dónde están tus valientes guerreros y tus sacerdotes,
Dónde tus grupos de caza y tus festines?
Abolqasem Ferdowsi
Shahrukh, nieto de Tamburlaine quien
montó hacia el triunfo a través de Persépolis, encargó
a Shahnama un Libro de Reyes. ‘Escribe
en letras de oro las glorias de mis ancestros.
Así, que mi historia sea contada.’
Los escribas asintieron. Encorvados, escribieron
otra vez la leyenda de Ferdowsi
torciendo todo incidente al gusto real.
“Valiente Enemigo, nuevamente demando: desenmascárate”
Sohrab llamó a través de los relinchos de sus corceles,
“porque a través de mi armadura y mi sangre huelo un
parentesco. Muéstrame tu rostro antes que vayamos a la guerra.”
“En la guerra no hay parentesco”, respondió Rustam. “Prepárate
a morir, Guerrero”. Dicho esto, lo embistió.
La batalla en aquel día fue corta. Sobre polvo dorado
Sohrab dijo: “Enemigo, me has herido ya lo suficiente.
Te ruego un favor más: desenmascárame.
Atravesando mi cuello roto yace el talismán de mi padre
al que llovía con besos, luego lo dio
a mi madre antes de mi nacimiento.
Es a él a quien he buscado, y ahora no puedo. Dáselo,
te lo ruego. Su nombre es leyenda.” El héroe
Rustam desenmascaró a Sohrab; y encontró
su talismán. “Ah, no, no, no, ¡es mi único hijo!”
clamó a los vientos del desierto. “Oh, piedad, Dios, ¡ésta miserable
era! Si hubiera escuchado las tiernas palabras de mi hijo,
su acto, la carnicería, esta pelea mortal que a diario
engendra la muerte y torna
los Cielos secos podrían haberse detenido.
Perdóname, Dios, ¡no sabía lo que hacía!
Rustam se desmoronó como una concha recordando
el curso de los océanos dentro de su escorado hueco.
Sorhab suspiró. “Tres días peleamos, Padre, para
mi cada uno de ellos fue una Noche de la Eternidad en cuyos suaves
brazos ahora debo yacer. Manda saludos a mi madre. Dile
que lo intenté, y que perdí.”
“¿Alguna vez un padre se lamentó tanto por su hijo?” Rustam
preguntó. “Te compadezco, Padre, esto hago, puesto que cada uno y
todos los errados asesinos son iguales, ¡hasta el Fin del Tiempo! Yo,
quien vino como el trueno prometiendo lluvia, aquí
me desvanezco como el viento vacío.” Diciendo esto, Sohrab murió.
Rustam besó los rizos de su hijo, lloviendo
lágrimas como leche sobre la forma inmóvil. En angustia
Rustam sopló su cuerno, llamando a la luz del firmamento
hacia su oscuro embudo. “Te llevaré de aquí, y dejaré
que otros combatan a voluntad, porque he asesinado
donde no debí matar.” Rustam gritó
y se volvió leyenda como deben hacerlo los héroes.
Olvidó a su hijo y las palabras que gritó –como
lo hacen los héroes. La oscura Tierra recaba toda ausencia
a su alcance, riéndose entre las víctimas de las batallas
de la Vida. “No es lástima, meramente agridulce realidad.”
Así es recordado Shahrukh –vuelto
leyenda a través del arte disperso. ¡Para un rey guerrero,
esto es una afrenta grave! En Washington, El Cairo, Londres,
L.A. sus folios dispersos brillan bajo la luz del museo.
Priya, poeta ciega, se ríe mientras excava en los archivos
de la memoria. Ella es una polilla entre los libros, entre el ajenjo y la madera muerta. Una
debilitada sala de cine presenta su muerte como ‘el Siguiente Cambio’
para la última función de la noche. (Es una película silente, clasificación B, sin estrellas.)
Undetected Bookworm
Where are your valiant warriors and your priests,
Where are your hunting parties and your feasts?
Abolqasem Ferdowsi
Shahrukh, grandson of Tamburlaine who
rode in triumph through Persepolis, commissioned
a Shahnama, a Book of Kings. ‘Inscribe
in letters of gold the glories of my ancestors.
Thus let my story too be told.’
The scribes salaamed. Hunched, they wrote
again Ferdowsi’s legend
twisting incident to royal taste.
“Valliant Enemy, again I ask: unmask thyself,”
Sohrab called over their steeds’ neighing,
“for through my armour my blood scents
kinship. Vision me thy face before we war.”
“War holds no kinship,” Rustam replied. “Prepare
to die, Warrior.” Thus saying, he charged.
The battle on this day was short. Laid on golden dust
Sohrab said, “Enemy, you have slain me fairly.
I beg you one more favour: Unmask me.
Across my broken neck lies my father’s talisman
that he rained with kisses, then gave
my mother before my birth.
It’s him I’ve sought, and now cannot. Give
him this, I pray. His name is legend.” The hero
Rustam unmasked Sohrab; and found
his talisman. “Ah, no, no, no, it is mine only son!”
he cried unto desert winds. “O, pity, God, this miserable
age! Had I but heeded my son’s tender words,
his act, most butcherly, this deadly quarrel that daily
doth beget death and sucks
the Heavens dry might have stopped.
Pardon me, God, I knew not what I did!”
Rustam crumbled like a shell remembering
the oceans course within its shored hollow.
Sorhab sighed. “Three days we fought, Father, for
me each was as Eternity’s Night into whose soft
arms I must now pass. Bemoan me to my Mother. Unto
her say I tried, and lost.”
“Was ever father so bemoaned his son? “ Rustam
asked. “I pity thee, Father, this I do, for in each and
all erroneous killing ’tis the same till Time’s End! Alas, I
who came like thunder promising rain, yare
I vanish like the empty wind.” Thus saying, Sohrab died.
Rustam kissed his son’s curls, raining
tears like milk on the still form. In anguish
Rustam blew his horn, drawing the firmament’s
light into its dark funnel. “I’ll bear thee hence, and let
them fight that will, for I have murdered
where I should not kill.” Rustam cried
and grew in legend as heroes must.
He forgot his son and the words he cried – as
heroes do. Dank Earth holds absence
in her grasp, chuckling at the victims of Life’s
battles. ‘Tis no pity, merely sour reality.
Thus is Shahrukh remembered — passed
into legend through dispersed art. For a warrior-king,
it’s a grave affront! In Washington, Cairo, London,
L.A. his scattered folios shimmer in museum light.
Priya, blind poet, chuckles as she grubs in memory’s
files. She’s a bookworm, wormwood, deadwood. A run-
down cinema hall features her death as ‘Next Change’
for the late night slot. (It’s a silent B-movie with no stars.)
Poemas de guerra de Babilonia y Persia.
Fátima, madre de Sohrab, dice:
Oí las noticias y corrí
hacia mi hijo.
Su brazo yacía en la calle
los dedos encorvados.
Su brazo yacía en la calle
los dedos encorvados
que había tocado mi pecho
que había vencido a sus hermanos
que había amado a su esposa
que había sostenido a su hijo.
Yo cargué su brazo
como una asta bandera
a través de las calles
en lamentos aunque su sangre se secó en mí
y mi cuerpo se secó hasta los huesos.
Agité su brazo.
Pregunté por mi hijo.
Los soldados me empujaron
hacia atrás hasta el muro de los lamentos.
Volví su brazo
aunque sus dedos se habían asido
volviéndose un puño de piedra.
Escucha:
en nuestras calles llenas de puños
y donde las madres se convierten en piedra
nuestras maldiciones se vuelven deseos
que recaerán
en sus hijos aún no nacidos.
Sus fetos saldrán de la matriz como piedras–
no lisas, sino rugosas.
Recuerda esto.
War Poems from Babylon and Persia
Fatima, mother of Sohrab, says:
I heard the news and rushed
to my son.
His arm lay on the street
the fingers curled.
His arm lay on the street
the fingers curled
that had touched my breast
that had beat his brothers
that had loved his wife
that had held his child.
I carried his arm
as a flagpole
through the wailing
streets though his blood dried on me
and my body dried to the bone.
I waved his arm.
I asked for my son.
The soldiers pushed
me back into the wall of wailing.
I clutched his arm
though his fingers had clenched
into a fist of stone.
Listen:
on our streets that are littered with fists
and where mothers turn to stone,
our curses become wishes
that will release
into your unborn children.
Your foetuses will squirt out of wombs as pebbles —
that are not smooth, but pitted.
Remember this.
Salma, un perro pariah de Bagdad, dice
que los americanos son amables.
Dejan sangre en las calles
para que la lamamos,
y bocados de carne humana
atorados
entre la ropa carbonizada.
Nos hacen volver a nuestros ancestros:
los Lobos.
Salma, a pi-dog of Baghdad, says
Americans are kind.
They leave blood on the streets
for us to lick,
and morsels of human flesh
stuck
to charred clothing.
They return us to our ancestors:
Wolves.
La amiga de Salma, el perro pariah Imrana, dice
No oyes ni ves tan bien
desde que explotó la bomba en el basurero
del barrio donde te deshiciste
de seis cachorros,
Salma con tu único ojo, tu oreja, con tu cara de cicatriz.
Escucha:
he oído
que todo ese asunto del banquete se está mudando
a ultramar
y bajo tierra,
en túneles largos y profundos.
Y que los bombarderos hablan en un idioma
que podemos entender, por así decirlo.
Yo misma trotaría hacía allá para la reunión
si no fuera por que me faltan
las patas delanteras.
Salma’s friend, pi-dog Imrana, says
You don’t hear and see so well
ever since the bomb went off in the neighborhood
dump where you had littered
six pups,
one-eyed, one-eared, scar- faced Salma.
Listen:
I’ve heard
the scene of feasting is shifting
overseas
and underground,
in tunnels long and deep.
And that the bombers talk in a language
we can understand, so to speak.
I’d trot there myself for the spread
if it weren’t that I lack
front feet.