César Pérez González estudia a la generación de Contemporáneos, su tiempo y su obra. En esta oportunidad nos ofrece un texto en torno a la muerte de Villaurrutia, de Javier Villaurrutia, no j, no con x.
La muerte de ¿Javier? Villaurrutia
@Ed_Hooover
Con el número de partida 156 comienzan los datos que identifican el Acta de Defunción de Xavier Villaurrutia. Cifra “dura” con la cual se abre la puerta para especulaciones sobre su muerte, la más sobresaliente apunta al suicidio, sin embargo, ¿qué nutre la leyenda? Acostumbrados a leer entre líneas, como suele inferir la crítica literaria y sus lectores, en especial, se ha buscado relacionar con crisis amorosas o estadios depresivos a partir de testimonios de quienes se relacionaron con el poeta.
Sin negarlas, es preciso observar con detalle la información asentada en su Acta de Defunción para contar con argumentos que ayuden a completar el mapa de su fallecimiento. Labor nada fácil al considerar que el suicidio del poeta permanece inmerso en el imaginario cultural. No sería raro que haya optado por cometerlo, aunque llegará el tiempo para enumerar las declaraciones que suman a dicha versión.
Por ahora es necesario recurrir al documento oficial y ajustarse a los hechos: en primer lugar, su nombre completo. Gracias a Merlin H. Forster en su brillante y corto ensayo “La fecha de nacimiento de Xavier Villaurrutia”, publicado por la “Revista Iberoamericana” en el número 63 (enero-junio de 1967), se corroboró que en lugar de la “X” la “J” era la consonante inicial con la cual fue inscrito en el Registro Civil del entonces Distrito Federal, es decir, “Javier Villaurrutia y González”.
Si bien la conjunción terminó siendo omitida a la postre, en el Acta de Defunción el dato es confirmado por Cipriano Zarraga ante el Oficial del Registro Civil, Enrique Lira Nieto: “Javier Villaurrutia González”. Si bien no se cuentan con mayores detalles sobre Cipriano Zarraga, por lo declarado se conoce tiene 21 años de ocupación empleado. Existe la duda en cuanto a la responsabilidad para entregar en el Registro Civil el certificado médico validando la muerte de Villaurrutia.
Esta aumenta al ofrecer un dato general incorrecto, al menos así quedó escrito en el documento, cuando se indica que al 25 de diciembre de 1950 el guionista contaba con 44 años. Como es sabido al fallecer Xavier Villaurrutia contaba con 47 años cumplidos, debido a que su fecha de nacimiento corresponde a 27 de marzo de 1903. Ahora este dato es de uso común, casi aprendido de memoria para quienes investigan al grupo de Contemporáneos, aunque hasta mediados del siglo pasado no hubo concordancia al respecto.
Ante ello es necesario regresar al trabajo de Merlin H. Forster: justo en el ensayo referido aborda la disparidad en las fechas de nacimiento, las cuales oscilan entre 1903 y 1906. No es de extrañar al tener en cuenta que el propio Villaurrutia gustaba de modificarlas en público con miras a quitarse la edad. Este dato lo reconoció también Miguel Capistrán en “Los Contemporáneos por sí mismos”, cuando aborda la “Galería de los poetas nuevos de México”, antología preparada por Gabriel García Maroto en las ediciones de la “Gaceta literaria” de Madrid en 1928, no obstante el crítico no dedicó mayores observaciones al hecho que el año de nacimiento de Xavier Villaurrutia en la nota introductoria es 1904.
Estas discrepancias sirven como argumento a Merlin H. Forster para terminar con las especulaciones y anotar finalmente el contenido correcto, mismo que a la fecha continúa replicándose. Es viable que Cipriano Zarraga lo desconociera y tampoco fuera corregido por la familia a pesar de acudir ante el Registro Civil el 26 de diciembre, a más de 24 horas de ocurrido el deceso.
Por lo que respecta a los demás “generales” no hay discrepancias visibles, quedando establecido que el fallecimiento de Xavier Villaurrutia sucedió en su domicilio particular, calle Puebla número 247, colonia Roma, con estado civil “soltero”. A pesar de las especulaciones sobre la premura en su inhumación –el mismo 26 de diciembre–, no es de extrañar de acuerdo con la tradición familiar a la cual se ajusten los deudos.
Ahora, las exequias fueron celebradas en el Panteón del Tepeyac, aunque no ha dejado de llamar la atención que el médico que certificó la muerte del crítico fuera José Negrete Herrera, con domicilio en calle Carlos J. Meneses, número 210, no así Elías Nandino quien aparte de poeta era galeno personal de algunos integrantes del grupo de Contemporáneos, incluyendo Villaurrutia. Las razones apuntan a que durante la temporada navideña de 1950 se encontraba fuera del entonces Distrito Federal, enterándose de la tragedia algunos días después.
Por último, el Acta de Defunción remata con información de un par de testigos, sin parentesco con Xavier Villaurrutia: Luis Moreno y Salvador Solórzano, de 28 y 32 años, respectivamente, declarándose empleados con dirección –ambos– en avenida Hidalgo, número 13. Aunque el documento fue ratificado por los presentes las inconsistencias abordadas no meritaron mayores observaciones.
Es necesario seguir recuperando información que complemente la vida y obra del poeta, sólo de esta manera podrá reconstruirse una de las etapas más importantes de la historia literaria reciente en México, así, terminar en la medida de lo posible con mitos en torno a sus protagonistas. Repensar su trascendencia, observar detalles y cuestionar datos también es responsabilidad del lector de Xavier Villaurrutia y el resto de Contemporáneos, lo cual ofrecerá otros caminos de investigación.