Iniciamos un ejercicio de memoria y valoración de la poesía mexicana publicada a partir de 1985, la del pasado reciente. Invitamos a una serie de poetas, críticos, editores, agentes significativos para nuestro campo literario, a que nombren los tres mejores poemas de México o, para decirlo en otros términos, los tres poemas que les resulten entrañables. Cada encargado de la curaduría, en una especie de “Desde dónde se lee”, publicará un texto propio que servirá de epílogo a sus recomendaciones. Cada nueva entrada, por supuesto, nos obliga a preguntarnos ¿qué se lee cuando se lee?
Carlos Ramírez Vuelvas (Colima, 1981) ha elegido:
- Cuadernos contra el ángel, de Efraín Bartolomé.
- De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios, de Francisco Hernández.
- Su mejor pieza, de Luis Miguel Aguilar
Estos tres poemas expresan emociones sólo concebibles con poesía. Hablan con profundidad, intensidad y claridad, sobre la locura (De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios, de Francisco Hernández), de la nostalgia del amor (Cuadernos contra el ángel, de Efraín Bartolomé), o de la pérdida gradual de la familia (Su mejor pieza). Estos tres poemas de larguísimo aliento, también tienen la virtud de comunicarse en formas literarias modernas, revelando a lectores contemporáneos sensaciones que siempre nos han acompañado.
Efraín Bartolomé
Este cuaderno pesa
Es pura luz
Es pura sombra:
es mi sangre total cargada de sentido.
2
Escribo este desorden
Soplo este polvo estéril esta hojarasca esta ceniza sucia
como quien escupe una brasa un alacrán
un trago de vitriolo
Los hombres pasan movidos por el viento de la preocupación
Pasa un largo silencio
Pasa un dolor como un recuerdo oscuro
Pasan las palabras iluminando la noche dolorosamente
Abro este verso para que entre por él todo el aire nocturno
Para que entre por él la palabra que no se ha dicho aún
la bienvenida
la palabra de seda neblinosa y caliente
que un día atravesara un territorio hostil
de ademanes y ruidos y palabras ajenas
y unió tu mano con mi piel
mis labios con tu cuello
Bienvenida la palabra que no se ha dicho aún:
la tenue lluvia cálida
que comienza a caer
aquí:
Francisco Hernández
Miro la música de Schumann
como se ve un libro, una moneda
o una lámpara.
Ocupa su lugar en la sala situándose,
con movimientos felinos,
entre el recuerdo de mi padre
y el color de la alfombra.
De pronto, pájaros muertos
estrellan las ventanas.
Yo miro la música de Schumann
y escribo este poema
que crece con la noche:
I
Hoy converso contigo, Robert Schumann,
te cuento de tu sombra en la pared rugosa
y hago que mis hijos te oigan en sus sueños
como quien escucha pasar un trineo
tirado por caballos enfermos.
Estoy harto de todo, Robert Schumann,
de esta urbe pesarosa de torrentes plomizos,
de este bello país de pordioseros y ladrones
donde el amor es mierda de perros policías
y la piedad un tiro en parietal de niño.
Pero tu música, que se desprende
de los socavones de la demencia,
impulsa por mis venas sus alcoholes benéficos
y lleva hasta mis ligamentos y mis huesos
la quietud de los puertos cuando el ciclón se acerca,
la faz del otro que en mí se desespera
y el poderoso canto de un guerrero vencido.
Luis Miguel Aguilar
Su mejor pieza
Rest in soft peace, and, asked say here doth lie
Ben Jonson his best piece of poetry
Su muerto no sabe de la gran rosa cerebral que tiene en la cabeza.
Pasa por su trama, por su urdimbre incontinente.
La lenta nave, aparejada del mundo
Sin tocar jamás un muelle,
Sin que la cabeza de su muerto, muerto en vida lo sepa.
Todo lo que aquella gran rosa no retuvo
Volverá algún día a proyectarse como una película de matas fantasmales
Sobre las paredes de una ciudad comida por el vacío de los olvidos.
Todos los impensamientos de su muerto,
Todas las medusas y mariposas eléctricas,
Todas las ratas convulsivas que lo ponían a gemir
y a gritar desde el fondo intervenido de la rosa,
Volverán algún día como aquellas telecomunicaciones errantes
Cuyas ondas emitidas se perdieron en el espacio
y cierta tarde regresan e interrumpen el más inesperado
de los alcatraces satelitales,
O de las rumorosas momias radiales
O de los tapices televisivos;
Habrán pasado congas, carga y mundo
Por las necrosadas neuronas de su muerto,
Mera marea de neutrones
Que encarna hacia el futuro de una playa
Al sur del silencio.
Carlos Ramírez Vuelvas
La sed y la ilusión
Y ahora veo la imagen de mi padre
tiene treinta años y una sed infinita de ilusiones
por las noches le escribe poemas honestos a mi madre
en un cuaderno rojo de administración que usa como diario
por las tardes toma su guitarra y canta
algunas canciones a favor de Cuba a favor de la Revolución
por las mañanas nos viste y aunque no sabe cómo
profiere verdaderas bendiciones en la frente de sus hijos
mi padre estudió física cuántica
y practica extrañas ecuaciones sobre el desarrollo
educativo de una universidad de provincia
es un hombre sencillo que hace trampas para ganar en los partidos de futbol
que escucha cómo afuera de la casa crecen las pequeñas ambiciones
con las que pasan sus días los hombres los sueños
de autos nuevos los viajes al extranjero las membresías en clubes
mi padre en cambio dice que es mejor comer trigo
y desprecia las marcas del pan de la televisión
algo de las noches las tardes las mañanas
de mi padre se llevó la muerte de mi hermano
algo que ordenó su tiempo en tiempo sucesivo y dejó
a cambio el eco de una guitarra y una imagen raída de autos nuevos
viajes al extranjero membresías y un balón desinflado sin juegos de futbol
ahora hay una bolsa de pan bimbo en la despensa
donde seguramente se aprenden las lecciones
para temer a la sed y a la ilusión.
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Carlos Ramírez Vuelvas nació el 15 de junio de 1981 en la ciudad de Colima, Colima. Es egresado de la Licenciatura en Letras y Periodismo de la Universidad de Colima, de la Maestría en Letras Mexicanas de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Doctorado en Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense de Madrid. Fue director de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima entre 2012 y 2014. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores desde 2014. Ha estudiado la relación entre las literaturas mexicana y española del siglo XIX, particularmente, la cultura escrita de Colima durante el periodo finisecular y la obra de Balbino Dávalos. Como poeta y ensayista ha sido acreedor del Premio Estatal de Poesía de Colima en 2002, del Premio de Ensayo Caja Madrid en 2011 por su libro Mexican Drugs y del Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2014 por Contradioses. En 2015 obtuvo la beca del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en la categoría de ensayo creativo.
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