En Poema para leer un viernes por la tarde, nuestro editor, el poeta Mario Bojórquez, nos recomienda leer Oración del autor, de Ilyá Kamínsky (Odesa, 1977). La familia de Kaminsky se exilió en Estados Unidos desde 1993. Ha merecido distinciones como el 2005 Whiting Writers’ Award, the American Academy of Arts and Letters Metcalf Award, the Ruth Lilly Fellowship, and the Dorset Prize. Dancing in Odessa (2004) fue traducido por G.A. Chaves. Círculo de Poesía y Valparaíso México publicaron, como segundo título de su colección, Bailando en Odesa en 2014.
Ilyá Kamínsky es el representante más audible de la Patria Sorda, la Deaf Republic, como le ha llamado a su nuevo libro recién publicado. La experiencia de su lectura en voz alta es muy conmovedora, recuerda ciertas formas de oración ortodoxa mixturada con la enunciación ahuecada de quien ha perdido el oído desde la infancia. Es un poeta contemporáneo que hace dialogar las más poderosas tradiciones poéticas en una visión integradora de prácticas y recursos sorprendentes. Su poesía atiende desde el homenaje a los autores significativos de la Rusia Soviética y Postsoviética hasta los cuentos de hadas recuperados con ternura y sórdida imaginación erótica. Nos recuerda que el poeta rumano Paul Celan es ahora ucraniano y nos revela el sármata humor crudo de los escitas eslavos de oriente. Leer a Ilyá Kamínsky es conversar con lo más nuevo y lo mejor de la heterogénea poesía norteamericana del presente. Círculo de Poesía ha publicado Bailando en Odesa con traducción de Gustavo Adolfo Chaves en su colección Valparaíso México.
Mario Bojórquez
Oración del autor
Si he de hablar por los muertos, tendré que abandonar
este animal que es mi cuerpo,
deberé escribir una y otra vez el mismo poema, porque una
página vacía es la bandera blanca de su rendición.
Si he de hablar por ellos, deberé caminar sobre el
filo de mí mismo, deberé vivir como un ciego
que corre por los cuartos
sin tocar los muebles.
Sí, estoy vivo. Puedo cruzar la calle y preguntar “¿Qué año
es?” Puedo bailar mientras duermo y reírme
frente al espejo.
Hasta dormir es orar, Señor,
yo he de alabar tu locura, y
en un idioma no mío, hablaré
de la música que nos despierta, la música en que
nos movemos. Pues cualquier cosa que diga
es una especie de súplica, y los más oscuros días
tendré que alabar.
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