Poesía lírica en tiempos malignos

Presentamos, en versión de Susana Pérez Ponce, un texto sobre poética, “Poesía lírica en tiempos malignos”, del poeta inglés John Wilkinson (1953). Enseña poesía en la University of Chicago. Su libro más reciente es Schedule of Unrest (Salt Publishing, 2014). 

 

 

 

 

 

Poesía lírica en los tiempos malignos 

 

En los últimos cuarenta años he tratado de escribir una poesía lírica afectivamente poderosa sin la externa validación de la autobiografía. La ambición es crear en el lenguaje eventos formales de pensamiento y sentimientos manifiestos e indiscutibles como la presencia humana, a través de una práctica metafórica dinámica derivada de mis estudios tempranos sobre Shelley, y a través de una prosodia densamente estructurada y musical partiendo de los metros tradicionales pero anexando la historia del pensamiento poético y su sonido en inglés. En general, mi poesía ha sido dividida en dos modos de escritura: poemas agrupados que funcionan como una entidad sobre un largo periodo, y rápidos poemas líricosque emergen fuera del vocabulario gestual siendo desarrollados en las obras más largas, algunas veces de la longitud del libro. Sería razonable preguntar por qué mis poemas han sido accionados por una extraña ambición (¿por qué no francamente autobiográfica?). Podría intentarse una respuesta autobiográfica pero sería más rentable pensar sobre este momento histórico como una sociedad vuelta mesurable, pornográfica, fugaz y disoluta. El materialismo ha abandonado al material y el amor a la arcilla, madera o vinilo no lo pueden compensar. Pienso en un ídolo hecho del material que uso, haciendo que emerja una conciencia unificada y una corporalidad que se siente menos como un artificio que mi propio nombre, que me confiere una identidad y una biografía. Para que esa experiencia se comparta requiere de una presión intensa sobre el material sonoro y sintáctico del lenguaje de modo que el discurso se produzca sin un hablante identificado y pueda sentirse no sólo de manera semántica, sino como una carga corporal dentro de su propia presencia. No sé si esto le ha sucedido a alguien que ha leído alguno de mis poemas, pero a mí sí me sucede cuando leo ciertos poemas escritos por Denise Riley y W. S. Graham, entre otros. Y así como la experiencia del amor en sí mismo, siento tal experiencia como una reparación no solicitada y asombrosa.  ¿Cómo puede no ser verdad eso? ¿Hay algo en el mundo que no haya dañado con mi avaricia y violencia que sacuden al mundo y a la casual colusión diaria? El mundo violado está cubierto con una malla delgada de protocolos, disfraces y distracciones. La gratitud que siento al leer un gran poema o al mirar una gran pintura me inunda, reúne toda esa malla en una substancia completa constituyendo a su respondiente adecuado, por un momento alguien que puede “decir algo a cambio”. Bueno, entonces ¿qué pasa con el guardia del campo de concentración escuchando un cuarteto de Beethoven y experimentando una reparación? No creo que esta sea una pregunta cerrada, una que pueda desaparecer. La replantearía preguntando cómo la reparación puede ser menos abstracta y mística, cómo puede remodelar a la persona en el mundo, en la cotidianidad, cómo puede sobrevivir a la experiencia estética y escapar de la culpa-expiación-perdón.

Tal pregunta me regresa a la primera persona, el cifrado lírico.

La muerte de mi hermana Sara en 2012 me dirigió a una poesía más abierta en primera persona, acompaña de un ensayo que publiqué en Poetry en 2015, “Drift and Pop: On Writing sobre W. S. Graham“.1Este ensayo nos lleva a la educación de Cornualles de Sara y mía, en diálogo con el escape y las personas en medio de quienes vivimos. Empecé a esbozar poemas de viaje a través del paisaje de Cornualles y las zonas fronterizas (conectándome con mi libro anterior, Down to Earth, que trata de la frontera entre México y Estados Unidos), organizado alrededor de una figura  de gitano u hojalatero y dibujando en el sendero del tropo característico  de los poemas de Graham, así como el despliegue de las pinturas de paisajes abstractas de Peter Lanyon y otros artistas de St. Ives. El paisaje de Cornualles está marcado por la despoblación, la desindustrialización y el declive de la pesca, así como la pérdida de una lengua nativa. Cornualles es un paisaje de pérdida tanto personal como cultural. También me ofrece alguna esperanza de reparación en los ritmos familiares del remo en el mar y en la tierra de paso, o en una cataplasma de su último producto extraído, arcilla china (caolín).Anteriormente abordé la devastación cultural y lingüística en un conjunto de poemas en mi libro de 2016, Ghost Nets, motivado por una visita a Lhasa, Tíbet; y la secuencia del título de mi libro anterior, Reckitt’s Blue,  que navega por el oleaje a través de las culturas destrozadas y expuestas de Papua Nueva Guinea. Parece que ahora, a la luz de estas preocupaciones, mi trabajo estaba destinado a regresar a Cornualles.

La política de reparaciones puede ser ilusoria y malvada. Parece increíble que en 1937, el año en que la Italia fascista ocupara Abisinia, Melanie Klein pudiera afirmar que el asentamiento colonial constituía una reparación por el saqueo brutal y el asesinato de un pueblo, su metamorfosis de la tierra en una buena madre disolviendo a su población indígena como meros productos, objetos parciales cuya limpieza reparará a la tierra materna. Cuidando el suelo por cierto. Klein lee los poemas como expediciones coloniales, no muy lejos de la marca pero difícilmente un bien puro.2 Las expediciones coloniales no siempre requieren armas y transportes; la malla digital extrae y descartalas almas de las personas de sus materiales, incluyendo su arte, con el propósito de “manipularlas”, un término que ha dejado de ser peyorativo. Reckitt’s Blue está preocupado por la ética de la apropiación, porque ninguna de ellas es una maldad pura, ya que la “apropiación” por “traducción” debería mostrar. (La visión ultra-radical de la traducción a los hablantes de inglés para escuchar sólo a su clase, sujetados en camisa de fuerza sólo por su identidad).

 La reparación de un gran poema restaura el pensamiento al ritmo, la lucidez al material, el yo al cuerpo materno, la historia del trabajo humano al lenguaje, la expedición al intercambio, el yo a lo social. Y al revés. Es mucho pedir, pero en los tiempos malignos, la gente está más motivada a hacerlo. Prefiero por mucho el fracaso a conformarme con menos, y a mí me gustan los poetas que dejan que su trabajo luzca falto de habilidad en el intento. Así que me tropiezo con mis propios pies y espero hacer un poema que pueda sostenerse. ¿Pero qué significa sostenerse? Como Miles Davis dice: “Cuando estoy tocando, nunca termino. Está sin terminar. Me gusta encontrar un lugar para dejar que alguien más lo termine. Es ahí donde la grandeza viene. Si sé que dejé un lugar perfectamente  bueno para que alguien más entrara como “¡ahí está!”. Así que, por favor….

 

 

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Notas

1 John Wilkinson, ‘Drift and Pop: On Writing about W. S. Graham’, Poetry vol. 206, no. 4, July/ August 205, pp. 427-433. En línea en: https://www.poetryfoundation.org/poetrymagazine/articles/detail/70238

2 Ver en ‘Love, Guilt and Reparation’ en Melanie Klein, Love, Guilt and Reparation & other Works1921-1945. (New York: Dell Publishing 1977) esp. pp. 333-335

 

 

 

 

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