Iniciamos un ejercicio de memoria y valoración de la poesía mexicana publicada a partir de 1985, la del pasado reciente. Invitamos a una serie de poetas, críticos, editores, agentes significativos para nuestro campo literario, a que nombren tres mejores poemas de México que les resulten entrañables. Cada encargado de la curaduría, en una especie de “Desde dónde se lee”, publicará un texto propio que servirá de epílogo a sus recomendaciones. Cada nueva entrada, por supuesto, nos obliga a preguntarnos ¿qué se lee cuando se lee?
En esta oportunidad, el poeta Eduardo Cerecedo (Tecolutla, Veracruz, 1962) nos ofrece su visión. En 2011 mereció el Premio Nacional de Poesía Alí Chumacero y en 2012 el Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú. Durante muchos años hizo crítica en Sábado de unomásuno.
- “Primero de enero”, Octavio Paz.
- “El tiempo”, Francisco Hernández.
- “Alta repostería”, Minerva Margarita Villarreal.
OCTAVIO PAZ
Primero de enero
Las puertas del año se abren,
como las del lenguaje,
hacia lo desconocido.
Anoche me dijiste:
habrá que trazar unos signos,
dibujar un paisaje, tejer un trama
sobre la doble página
del papel y del día.
Mañana habrá que inventar,
de nuevo,
la realidad de este mundo.
Ya tarde abrí los ojos.
Por el segundo de un segundo
sentí lo que el azteca,
acechando
desde el peñón del promontorio,
por las rendijas de los horizontes,
el incierto regreso del tiempo.
No, el año había regresado.
Llenaba todo el cuarto
y casi lo palpaban mis miradas.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
había puesto,
en un orden idéntico al de ayer,
casas en la calle vacía,
nieve sobre las casas,
silencio sobre la nieve.
Tú estabas a mi lado,
aún dormida.
El día te había inventado
pero tú no aceptabas todavía
tu invención en este día.
Quizá tampoco la mía.
Tú estabas en otro día.
Estabas a mi lado
y yo te veía, como la nieve,
dormida entre las apariencias.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
inventa casas, calles, árboles,
mujeres dormidas.
Cuando abras los ojos
caminaremos, de nuevo,
entre las horas y sus invenciones
y al demorarnos en las apariencias
daremos fe de tiempo y sus
conjugaciones.
Abriremos las puertas de este día,
entraremos en lo desconocido.
FRANCISCO HERNÁNDEZ
El tiempo
El tiempo, eso que yo conozco como tiempo,
no se detiene en las fotografías.
Nada lo relaciona con áncoras
que nunca se desgastan,
incalculables campanadas o granos de arena.
el recorrido de los astros
o el nacimiento y muerte de los hombres.
El tiempo, eso que yo conozco como tiempo,
se mide con tu ausencia.
MINERVA MARGARITA VILLARREAL
Alta repostería
Amasé una pasta para hornear galletas
y la congelé.
La última vez que Marco me invitó a su casa
cociné galletas para Marco.
Días más tarde murió.
Después hice galletas para Cintia,
con quien me reunía para trabajar poemas.
También murió.
El resto de la masa sigue fresca.
***
EDUARDO CERECEDO
Cuarto creciente
Para enamorarte
o para que me des el sí,
no voy a recurrir
a frases ya muertas por el uso.
No, te enviaré una flor de estación,
adjunto
una prenda repleta de kilates
con tu nombre en relieve;
para, cuando estrujes la rosa
con la suela del zapato y
la dejes a merced de la escoba,
tu mano sea quien me salve.