Un poema de Walt Whitman

Presentamos un poema de Walt Whitman en traducción de Mario Bojórquez a pocos días de que se cumplan 200 años de su nacimiento. Incluimos también una nota del propio Bojórquez en la que explica, desde Álvaro de Campos, la importancia de la obra de Whitman.

 

 

 

 

Álvaro de Campos define una estética no-aristotélica como aquella que fundamenta su procedimiento en la fuerza, no en la belleza. La principal característica de esa fuerza natural y abstracta es la energía. La belleza misma puede entenderse como una fuente abstracta de energía. La geometría no-euclideana, según Bernhard Riemann, es aquella que no satisface el quinto postulado de Euclides en el que “las rectas al prolongarse se intersectan”, o bien, que “la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos”. Así en la estética no-aristotélica será la sensibilidad la que logrará el equilibrio entre la fuerza de reacción y la fuerza de desintegración. Al contrario de la estética aristotélica, en lugar de generalizar o humanizar la sensibilidad, lo que se propone es particularizar e individualizar la sensibilidad, es decir, lo humano debe personalizarse, lo exterior debe volverse interior, lo que devendrá en el sensacionismo. Esto es lo que sucede por primera vez en la historia del arte con la poesía de Walt Whitman. Álvaro de Campos concluye sus Apuntes para una estética no-aristótelica así:

“Por lo demás, hasta hoy, fecha en que aparece por primera vez una auténtica doctrina no aristotélica del arte, sólo hubo tres verdaderas manifestaciones de arte no aristotélico. La primera está en los asombrosos poemas de Walt Whitman, la segunda está en los poemas más que asombrosos de mi maestro Caeiro; la tercera está en las dos odas —la Oda Triunfal y la Oda Marítima— que publiqué en la revista Orpheu. No pregunto si esto es inmodestia. Afirmo que es verdad.”

 

Mario Bojórquez

 

 

 

 

Me celebro y me canto

Y lo que de mí asumo tú debes asumirlo

Porque cada átomo de mi cuerpo te pertenece a ti también.

 

Me relajo y convido a mi alma,

Recostado cómodamente me extiendo observando un tallo de hierba del verano.

 

Desde este suelo se conforma mi lengua, desde este aire cada átomo de mi sangre,

Aquí nacido de padres nacidos aquí por padres cuyos padres igualmente han aquí nacido,

Yo, que tengo ahora treinta y siete años de edad en perfecto estado de salud, comienzo,

Tengo la esperanza de no parar hasta morir.

 

Credos y antiguas escuelas rebasadas,

Suficientemente dejadas atrás para lo que representan, pero nunca para olvidarse,

Las albergo para bien o para mal, les permito hablar en todo riesgo,

Como a la Naturaleza sin control y su energía original.

 

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