En el marco de la muestra de Poesía boliviana actual escrita por mujeres, compilada por Jessica Freudenthal Ovando, presentamos una muestra poética de Milenka Torrico Camacho (Cochabamba, Bolivia.1987). Estudió Derecho y Literatura.Escribió Preview (La Paz: Yerba Mala Cartonera, 2009 y México: Literal, 2015) y La sal y la piedra (Santiago de Chile, Desbordes, 2019) Ganó el premio de poesía “Blanca Wiethüchter” (USIP. Bolivia, 2010). Actualmentem, cursa un posgrado en Estudio Editoriales y escribe Un beso de niños ciegos.
El jet set del 87
decoro
lo que pueda verse herido
bajo las luces
Gladys González
El jet set eleva la barbilla huyendo de lo vulgar, ni sus pupilas ni su voz tocan lo que no merece, se impacienta ante los ancianos, los down, los mendigos, los tontos, los que lloran, los que se besan
conoce el dolor y sólo aprieta los dientes, no se duele de quien gime y se inclina, camina sobre tacones blandiendo la punta de la nariz contra la violencia del viento
se complace en la palabra no, en la palabra nunca, se goza en la sensación de vacío, no muere de hambre o de amor
no tiene madre, no tiene muertos, no tiene hijos que lleven el primer nombre de su padre, no tiene hijas a quienes perfumar y peinar los cabellos.
son niñas que amaban las paredes, las tijeras, el espacio debajo la cama, son locas cortopunzantes
no tiemblan de frío o de miedo, no necesitan luz, dueñas de sí y del resto, se desbordan en el odio y saben de tortura y desaparición
no tienen piernas para huir, brazos para asirse ni boca para gritar, ellas no temen, no caen, no piden auxilio.
Las chicas del jet set mueren a los 40, sin cortes, sin moretones, sin proyectiles, víctimas de la asfixia de su propio ego.
[De Preview]
Señorita V.I.P.
Me dices que te hable sobre mi vida.
Yo te propongo un poema sobre la locura.
Martha Kornblith
La niña que a los trece ha enloquecido a la escuela
soy yo
la que entiende de elegancia
la que sabe de andares sociales y artísticos
la que conoce de tendencias y de maquillaje
la que gana las olimpiadas de álgebra
la que sabe de historia
la que corrige la ortografía y la sintaxis del resto
y a quien el resto pregunta el significado de las palabras
la que maneja su dormitorio como área platinium
y su email y su número telefónico son top secret
la que no hace amigas, las elige
la que organiza pijamadas con exclusive pass
la que le dice no al míster verano
la que se queda con el solista en el ballet
y el protagónico en la obra de teatro
la que causó conmoción al marcharse de la ciudad
(y no supo empezar de nuevo)
Pero eso que te hace la angustia
eso que no tiene más anuncio que una imagen distorsionada en un canal local
eso que está en la calzada
eso que califican de pasional
eso que es un desparramo de huesos quebrados y sangre
eso, no soy yo.
[De Preview]
Yo quiero ver muchos más delirantes por ahí
y bailando en una calle cualquiera.
Charly García
Digo que nos besamos borrachos y trasnochados
desmedidamente
Yo también les amé un verano
y que dormíamos juntos como una jauría
una jauría que bailaba enloquecida
que no le temía al fuego porque estaba ardiendo desde siempre
atravesábamos la lluvia, casi impermeables
y casi inconscientes atravesábamos el suelo, el cielo, el hielo del altiplano
éramos todo en la noche porque de ella bebíamos
sin no, sin alto
como cachorros lascivos
gritando siempre por ir a la noche
yo los veía hermosos y tibios
alucinados
corriendo por los caminos del diamante
Yo también les amé
y procuraba correr muy cerca de ellos
y caían en la hierba haciendo piruetas
aplaudiendo
porque caer se parecía a la felicidad
y la felicidad tenía mucho de incomprensión
y al no entender reían
y yo reía
como sólo puede reírse con el delirio de las formas y las voces
ellos eran las formas y las voces
ellos eran el delirio
Yo también.
[De La piedra y la sal]
Tres
Llegábamos cada tarde a ese chalet
en una zona roja y marginal de esta ciudad.
Preparábamos chocolate y comíamos bizcochos
o nos bebíamos el vino espumante de su hermano
escuchábamos Rammstein
jugábamos guija
y fumábamos en el balconcito de su cuarto.
Éramos nosotras en la cocina intentando hacer salsa tártara
en la sala con los vasos de pepsi
en la habitación de su madre muerta
en la bañera que olía a éter
en la cama matándonos a cosquillas.
Éramos nosotras y tu novio.
(De noche, caminábamos seis calles, armados con bates
y tomábamos un taxi).
[De Las doce horas. Inédito]
No escapen tus ojos
Tu escote nada tiene que ver con el viento
que corre entre las costillas de los árboles,
ni tus cabellos ni tu boca color mango.
En tu cama han quedado tu brasier y tus bragas,
porque a los diecisiete hemos visto algunas películas
y quisiéramos en nuestra vida alguna audacia.
Repasaste una y otra vez ciertas escenas:
la pierna en su entrepierna, sus dedos y tu lengua,
la espalda arqueándose
ante la urgencia de su cadera.
Has llegado hasta aquí con el exceso propio de una fiesta,
ebria del veneno que cae desde la imagen a tu cuerpo,
desde la imagen a ese lugar que se expande y se repliega,
o se rompe como una ola y se hace espuma
o se siente como un pez coleteando entre las manos
un espiral
una palpitación
un proyectil
hiriendo según la intensidad del pensamiento.
Has llegado hasta aquí para salir huyendo,
conteniendo la fatalidad de un ciruelo roto
con un pañuelo.
[De La enfermedad. Inédito]
[Escribo un poema mientras mi amor muere en otra casa]
Anoche, mientras dibujaba amorosas serpientes
en tu espalda,
tú me disparabas a bocajarro.
Llevo la piel suelta
por el peso del plomo
enquistado entre mi pecho y mi cadera.
Adiós, amor de juguete
amor de la desesperación de la tarde
en el centro de los árboles.
Ese cuerpo blanco que no quise dejar,
que tomé entre mis uñas y desgarré
con la ansiedad de un hambriento,
está muriendo a pocas calles de aquí.
Los ojos marrones, la boca todavía roja,
su aliento de flor amarga
se secan al contacto
con el aire de la tarde.
Que la sombra cubra
tus extraviados lunares
antes del frío.
Adiós, niño de caña,
niño de las poleas y las alas,
niño del oro y de las máquinas,
niño de los inventos.
En qué calle volveré a encontrarte,
en qué noche tus ligeros brazos
volverán a posarse en mi clavícula
como dos estrellas.
Cuándo construiremos, por fin, los barcos.
¡Dónde escondiste los árboles
que nos servirían de mástiles!
¡Dónde está la cesta de alfajores
para nuestro viaje!
Adiós, niño pájaro
van a quedarse las notas de tu aleteo
en medio de la casa.
Tus dedos rotos contra los cristales
solo habrán escrito poemas en el aire.
No puedo escribir las últimas palabras
para una boca que gozaba de fabricarlas.
¿Dónde vas, niño de nubes?
¿Cuándo volveré a tener mi mano
en la tuya como una avecilla mansa?
¿Dónde estás? ¡Por qué no te salvas!
Si en las noches más asesinas
pudiste remontar
entre la lluvia y las farolas.
Cierro las ventanas para no escuchar tus gritos,
por si gritas o por si cantas.
Yo no quiero ver el arco de tus ojos
hendidos como cuencos
que reciben esta sangre del final.
Vuele el desorden de tu sonrisa
lejos de mi frente
y un blanco espeso y compasivo
cubra en mi espalda
los disparos que dejaste.
[De Un beso de niños ciegos. Inédito]
Relación
Mentía para estar con vos
y pasar la tarde viendo vh1
o robando las muestras de narcóticos
incautadas por tu padre.
Mentía para verte los domingos
y planchar la ropa escuchando cold play
o haciendo la tarea mientras hervía el agua
del té de las cinco.
Mentía para salir a bailar contigo
y llegar a tu casa caminando de puntillas
o conteniendo la risa borracha
para no despertar a tu mamá.
Ya en tu cuarto
nos quitábamos la ropa
y dormíamos juntas.
[De Las doce horas. Inédito]