Poemas de José Vicente Anaya

José Vicente Anaya ha entregado uno de los libros de poesía experimental más afortunados de nuestra tradición: Híkuri. Heredero de la poética del futurismo, escribe una poesía de tempo rápido que suprime nexos y otras palabras de carácter dilatorio para lograr el vértigo y la concisión. No pocas veces apela a la norma técnica para construir su discurso. Su obra se caracteriza por una gran tensión articulatoria entre las palabras; éstas, en relación de contigüidad, parecieran tensarse al máximo. Su poesía es una aventura de la mente y también una aventura formal en tanto experimenta para ampliar los medios expresivos. Ensayista y traductor profuso, se ha constituido como maestro y formador de poetas jóvenes a lo largo del país. Durante más de una década dirigió, con José Ángel Leyva, Alforja, la revista más trascendente sobre poesía en México a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Algunos de sus títulos son Los valles solitarios nemorosos (1976), Morgue (1980), Híkuri (1987), Peregrino (2007).

 

 

José: Hebreo Yosef “El (Dios) añadirá”, “Él acrecentará”.

Vicente: Lat. Vincens, “el vencedor”.

Anaya: Vasco, anai(a), “hermano”;  árabe: al-nahya, “agua estancada”

Probable significado completo: Acrecentador de la victoria en aguas estancadas.

 

 

 

 

 

Morgue No. 2

 

Yo no estoy aquí,
aunque me inviten una copa y me saluden.
Ando lejos de la ciudad
caminando por las calles
habitadas que yo olvido…
Tengo largo tiempo de ya no estar aquí,
aunque nadie lo entienda
porque estoy gritando
con los gruñidos de mi rabia autobiográfica
arañando los pies del siglo XXI y
rodeado de antropoides
educados por la inercia,
empeñándome
en que la vida necesita
la cualidad radical de actos humanos
o no es vida…
Y resulta que vivo en un país
del Nuevo Mundo
pero con hombres
que juntan el suicidio
con el nacimiento,
troquelados
en el miedo cómplice
y aceptando la descomposición
en los laboratorios
de la mentira cotidiana…
(algunos desesperados corren para Europa
pero yo no entiendo el cambio
de infierno por infierno),
Reniego y no puedo estar aquí.
La realidad me viene ronroneando
dolor desde la cuna
donde arrojaron
los primeros cadáveres
de mis hermanos fusilados;
me pasa
que no duermo tranquilo
escuchando gritos de torturados
(y todavía hay quienes dicen
que es agua, y no sangre,
el líquido en las tuberías)
…alucinaciones
que me obligan a conversar
con la sombra de mi abrigo largo…
No sé, simplemente no estoy aquí
porque pongo al mundo de cabeza
mientras reviento
de realidad inagotable.

 

 

 

 

Morgue No. 3

 

Ciego. Ensayando maneras de mirar
en mar de triquiñuelas y
la sombra abrazando. La
cabeza blindada
se observa
entre rejilla: quiero
captarme,
saber qué tanto soy
las figuraciones
que aletean mi cara… Todo
el color negro
me punzó los ojos. Aquí
pudo haber árboles, casas,
niños jugando; pero arrojamos
napalm,
truenos desfoliadores y
la confirmación
de que la bomba atómica
se puede generar
desde los genitales… Otro paisaje
que se desdobla. Apeñuscados
en posición de cuclillas
arañando acero,
y un movimiento de puntitas
en el atolladero: pasos
callados
para no despertar
al moribundo
que jala los talones…

 

 

 

 

EPIGRAMAS VENENO

 

I

¿Esperas que te dedique
mis epigramas, nuevo César?
Te los doy a beber.
Los hago con veneno.

 

 

II

Los poetas mediocres
responden a Huidobro:
“No pudimos hacer que
florecieran en el poema
…y ahora la usamos
prendida en el ojal”.

 

 

III

No persigo inmortalidad
ni fama en estos versos.
Yo sólo escribo
mi bosquejo de
mi voz que jode.

 

 

IV

Si escucharas al perico, Luis,
que del Dante recita
la Comedia en trocitos,
tu fama de culto perderías.

 

 

V

Al opresor:

 
Rodó la cabeza del zar Pedro;
la de Stalin, la de Hitler y la
de Mussoini. ¿Por qué la tuya
habrá de permanecer en su lugar?

 

 

XI

No sé por qué perdimos ese amor que nos
asombraba tanto. Los dos somos hijos de
la misma época desquiciada. Yo soy, sí,
uno de los peores… ¡y tú me ganas!…

 

 

XII

¿Quién como mi amada? NADIE.
Nadie… ¡¡y ahora ni ella!!

 

 

XV

Miel con vinagre
reciben los sedientos y
el hambre pasa quieta
merodeando almacenes.

 

 

XVII

Enemigo innombrable:

 
Te habrías ahorrado
muchísimos insultos
si desde la infancia,
siendo consecuente,
hubieras comenzado
por chingar a tu madre.

 

 

XVIII

Me saqué los ojos, como Edipo,
y los hijos de la chingada
esperan que sea cierto…

 

 

XIX

El único poder trascendente
lo tienen los gusanos
devorando cadáveres
a través de los siglos
y los siglos. Amén.

 

 

 

 

Híkuri

 

EN ESTA PROPULSIÓN DE NERVIOS /
¿Qué ves,
en el lugar que pisa tu cabeza?
No más que calaveras en retoño

 

 

Abro ventanas que limitan órbitas
y busco la ciega luz que yo genero
en este lugar deshabitado en que estoy
de soledad dando de
tumbos
entre petardos a quinientas a mil
a mil quinientas semanas por segundo/ o en la
negrísima luz resplandeciente / en el Océano Negro
de mi pecho:
donde una muchacha triangular y esférica
me declama sus versos
cantándole al crepúsculo de una ciudad distante y
yo la escucho
desde las nubes rojas que bajan de la carretera para clavarse en las montañas/ y en este viaje
cada neurona me platica un sueño

 

 

Meditación del cráneo roto / Sombra
se agranda en la cabeza y
perfora el corazón / y gira
entre relojes que adoquinan calles.

 

¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿

Mi madre es quien se levanta a despertar al mundo /
con sus ruidos de trastos toca la batería para Charlie
Parker / Desaparecen las alas de mi espalada que
me hacían volar sobre los basureros
donde juego de día / y sólo miro la cara triste
de mi padre, queriendo recordarse /
Está oscuro / Esto sucede en el cuarto donde duermo,
que es la casa de todos / mi madre
mete unos panes en la cajita que se llevará su esposo
mañana le quitaré esa comida tosca, y en su lugar
le pondré unas margaritas
que me puedo robar del cementerio /

*

Estoy rasgando las esferas
que circundan mi espacio / Mi circunstancia
es Otra / seré sí / Seré no/
He sido el mismo nunca y convulsiono
cargando pesados mazos
para romperme los candados / el único
infinito verdadero es el presente

Los ojos en proyección iluminada
reparten instrumentos musicales
por los manicomios / visiones en sonido

 

Serpentinas volantes los canarios, son
rayos que rozan azul en amarillo / ¿qué
es la Belleza? / esos pájaros
entran al humo de la producción y sale
un enjambre de moscas zumbadoras que
timbran las quebraduras en el alma
las mandíbulas
endurecen
atornilladas en los huesos húmeros
saliva amarga
(si éste es el sueño de la Realidad; ¿qué
Caso tiene dormir? Los ojos cansados ven y
hacen de día toda la noche
los ojos agotados penetrantes

Un pensamiento supersónico
en la guerra de nervios, pero qué
no se registre en la computadora
La vida es viaje y
sólo nos encontramos en trayectos

Súbete al tren de lo desconocido
para saciar la vida y
vista la luna
antes de que la traguen los coyotes
c     a     m     i    n    a
y sólo confía en el movimiento
Cruza tus propios precipicios
sin dejar de conocer las celdas
donde agonizan los poetas
que han encontrado la distancia
en el centro de sus corazones:
el manicomio de Rodez
está en tu casa y
el Hospital de Santa Isabel
organiza redadas en los plenilunios.

 

Espíritu que se destruye en
el objeto / la posesión es aire / abismo
La vida se hace trozos
rompecabezas en el sueño
engaño en la finitud
claustro de pensamientos
Tiento esta oscuridad ¿Qué
hago aquí? —— ¿Qué quiero?
Lo dejé todo. Atrás se quedan
signos y cosas / ataduras
voy a la incertidumbre con certeza
de terminar incierto / INCANDESCENTE
las ciudades me esperan con
sus trampas
He roto el odio la venganza
y medí los kilómetros del miedo
¿Qué hay más allá del centro?
Me dejo conducir por mi ansiedad
Detrás de mí se van quedando
velocidades de luces apagadas
En u n i v e r s o s interiores
La Eternidad e s t a l l a
y el alma toca lumbre con sus
llamas
no existen muros no hay abajo
ni arriba
Infierno y Paraíso esta Conciencia
Otra Razón que no es razón. Silencio
oscuridad clara / azul / claridad oscura
abre la herida puñal invisible … / …
¿Qué pesadumbre…? ¿Por qué?… Estoy
/// partículas del polvo son planetas
Toco en puertas de sombra / …………….
…………………………………………….. Nada.
ni el sueño vidente de la vida queda / Q?
Peregrino

Velocidad /// en la carretera ///

de noche
por el desierto de Mexicali ///.
A 160 kilómetros por hora
las luces electrícas pasan en segundos,
se quedan atrás,
y el tiempo las apaga
(igual que apaga los cuerpos
de los muertos).

 

 

Velocidad /// en la carretera;
el símil de mi vida

 

 

Ya no dilata el amanecer.
Un día más que cae /
pequeño y rápido destello
que se dirige a un fondo oscuro.

Vamos de la negrura a la alborada.

 

 

Llegamos a un poblado.
Aquí hay que bautizarse
(Agua Hechicera es su nombre,
40 kilómetros antes de Tecate)

En el Valle de las Palmas
hay muchos olivos, pinos, eucaliptos,
pirules y tres palmas, sólo tres…

 

 

Un grupo de indios pai-pai
en el estacionamiento de
la terminal de autobuses de Ensenada,
duerme,
a las 12 de la noche,
sobre la tierra
harinosa café suelta
(las cobijas se ven impregnadas
de añejos sueños empolvados)
y alguien, sin hablar, me dice:
“Esta gente no ha perdido
en ritual amoroso con la Tierra”.

 

 

En Tijuana (que le llaman
ciudad del mal), ebrio,
platiqué con Dios
por la calle desvelada
que con sus luces policromas
semeja un túnel
incrustado en la noche.
Soy astilla de carabela
en el centro del maremoto, al volverme
velocidad
sobre el asfalto de la autopista. Y pienso
que he perdido pedazos de mi alma
no sé dónde
ni cuándo
tal vez en todas partes, siempre.

 

 

En la ciudad de Los Ángeles
retomo la calma
de un molusco enconchado. Ahí
me encuentra el anciano maestro chino.

 

 

Lo que desaparece
vuelve a un cauce
antaño abandonado
_______________________

Lo que aparece pro-
cede de la desaparición.

 

 

 

 

Paria

 

11

(fragmento)

 
un líquido me quema,
recorre los conductos internos
de mi cuerpo / se agolpa en
mi cabeza /
y me destella el mundo
con todos sus dolores / es
una sangre blanca y destilada
/ torrente que calcina /

 
Decidí auxiliar al cirujano
que abrirá mi corazón marchito.
“Aquí están los instrumentos
-le dije-:
arco, flechas, espada. Sobre
estos objetos celebré mis ritos,
cicatricé viejas heridas y
presencié la incertidumbre del futuro…”
(el médico gesticuló con miedo)

 

 

 

 

 

 

 

Datos vitales

José Vicente Anaya (Villa Coronado, Chihuahua, 1947 – Ciudad de México, 2020). Poeta, ensayista, traductor y periodista cultural. Ha publicado más de 20 libros, entre ellos: Avándaro (1971), Los valles solitarios nemorosos (1976), Morgue (1981), Punto negro (1981), Largueza del cuento corto chino (8 ediciones, 1a. 1981)), Híkuri (4 ediciones, 1a. 1987), Poetas en la noche del mundo (1997), Breve destello intenso. El haiku clásico del Japón (1992), Los petas que cayeron del cielo. La generación beat comentada y en su propia voz (3 ediciones, 1a 1987), Peregrino (dos ediciones, 1a 2002), entre otros. Ha traducido libros publicados de: Henry Miller, Carl Sandburg, Marge Piercy, Allen Ginsberg, Gregory Corso y Jim Morrison. Ha traducido a más de 30 poetas mujeres y hombres de los Estados Unidos. Recibió varios premios por su obra poética. Miembro del Sistema Nacional de Creadores CONACULTA-FONCA. Formó parte de la Sociedad de Escritores de México y Japón (SEMEJA). Fundador de alforja REVISTA DE POESÍA (1977-2008). Desde 1995 ha impartido seminarios-talleres de poesía en diferentes ciudades de México. Ha asistido a encuentros internacionales de poesía e impartido conferencias en países como Italia, Estados Unidos, Colombia, Nicaragua y Costa Rica. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués y noruego.

 

 

 

 

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