Hace unos minutos se ha anunciado el Premio Nobel de Literatura 2020 para la poeta norteamericana Louise Glück (Nueva York, 1943). Mereció anteriormente el Premio Pulitzer por su libro The Wild Iris (1992). En 2014 recibió el National Book Award por su libro Faithful and Virtuous Night. Fue Poeta Laureada de Estados Unidos (2003-2004). Su poesía habla de la decepción, el rechazo, la muerte, el amor y la traición. La traducción de los siguientes poemas es de Roberto Amézquita.
METAMORFOSIS
- Noche
El ángel de la muerte vuela
bajo sobre la cama de mi padre.
Sólo mi madre lo ve. Ella y mi padre
están solos en la habitación.
Ella se inclina sobre él para tocar
su mano, su frente. Ella está
tan acostumbrada a la maternidad
que ahora acaricia su cuerpo
como lo haría con los otros niños,
primero suavemente, luego
habituada al sufrimiento.
Nada es ni un poco diferente.
Incluso la mancha en el pulmón
estuvo siempre ahí.
- Metamorfosis
Mi padre me ha olvidado
en la emoción de morir.
Como un niño que no quiere comer,
no se da cuenta de nada.
Me siento al borde de su cama
mientras los vivos nos rodean
como tantos tocones de árboles.
Una vez, por la pequeñísima
fracción de un instante, pensé
que estaba vivo otra vez en el presente;
Entonces me miró
como mira un ciego
directo al sol, ya que
lo que sea que pueda hacerle
está hecho.
Entonces su ruborizado rostro
se apartó de lo acordado.
- Para mi padre
Voy a vivir sin ti
como aprendí una vez
a vivir sin mi madre.
¿Crees que no lo recuerdo?
Toda la vida he pasado intentando recordar.
Ahora, después de tanta soledad,
la muerte no me asusta,
ni tu muerte, ni aun la mía.
Y esas palabras, la última vez,
no tuvieron poder sobre mí. Lo sé
el amor intenso siempre lleva al duelo.
Por una vez, tu cuerpo no me asusta.
De vez en cuando, paso mi mano por tu cara
ligeramente, como un paño sobre el polvo.
¿Qué me puede sorprender ahora? No siento
ninguna frialdad que no pueda explicarse.
Contra tu mejilla, mi mano está tibia
y llena de ternura.
TRILLIUM
Cuando desperté estaba en un bosque. Lo oscuro
parecía natural, el cielo a través de los pinos
espesos con muchas luces.
No reconocí nada; no pude hacer nada sino ver.
Y mientras veía, todas las luces del cielo
desvanecieron para hacer una sola cosa, un fuego
ardiendo a través de los fríos abetos.
Entonces ya no fue posible
mirar al cielo y no ser destruida.
¿Hay almas que necesitan
la presencia de la muerte, como yo necesito protección?
Creo que si hablo lo suficiente
responderé esa pregunta, veré
lo que sea que ellos ven, una escalera
pasar a través de los abetos, lo que sea
que los llama a intercambiar sus vidas.
-Piensa en lo que ya entiendo ahora.
Desperté ignorante en un bosque;
hace sólo un momento, no reconocía mi voz
si alguna me fue dada
estaría tan llena de dolor, mis frases
como gritos encadenados.
Ni siquiera sabía que sentía el duelo
hasta que vino esa palabra, hasta que sentí
su corriente fluyendo por dentro.
VÍSPERAS
Una vez que creí en ti; planté una higuera.
Aquí, en Vermont, tierra sin verano.
Fue una prueba: si el árbol vivía,
significaba que exististe.
Bajo esta lógica, no existes. O existes
exclusivamente en climas más cálidos,
en la ardiente Sicilia en México en California,
donde se cultiva lo inimaginable,
chabacano y durazno frágil. Quizá
ven tu rostro en Sicilia; aquí, apenas vemos
el dobladillo de tu manto. Tengo que disciplinarme
para compartir con Juan y Noé la cosecha de tomate.
Si hay justicia en algún otro mundo, aquellos
como yo, a quien la naturaleza obliga
a vidas de abstinencia, debería conseguir
la cuchara grande en todas las cosas, todas
las cosas deseadas, siendo la codicia
una alabanza a ti. Y nadie alaba
más intensamente que yo, con más
dolorosamente controlado deseo, o que merece más
sentarse a tu diestra, si existe, participando
de lo perecedero, del higo inmortal,
que no hace el viaje.
Taducciones de Roberto Amézquita
METAMORPHOSIS
- Night
The angel of death flies
low over my father’s bed.
Only my mother sees. She and my father
are alone in the room.
She bends over him to touch
his hand, his forehead. She is
so used to mothering
that now she strokes his body
as she would the other children’s,
first gently, then
inured to suffering.
Nothing is any different.
Even the spot on the lung
was always there.
- Metamorphosis
My father has forgotten me
in the excitement of dying.
Like a child who will not eat,
he takes no notice of anything.
I sit at the edge of his bed
while the living circle us
like so many tree stumps.
Once, for the smallest
fraction of an instant, I thought
he was alive in the present again;
then he looked at me
as a blind man stares
straight into the sun, since
whatever it could do to him
is done already.
Then his flushed face
turned away from the contract.
- For My Father
I’m going to live without you
as I learned once
to live without my mother.
You think I don’t remember that?
I’ve spent my whole life trying to remember.
Now, after so much solitude,
death doesn’t frighten me,
not yours, not mine either.
And those words, the last time,
have no power over me. I know
intense love always leads to mourning.
For once, your body doesn’t frighten me.
From time to time, I run my hand over your face
lightly, like a dustcloth.
What can shock me now? I feel
no coldness that can’t be explained.
Against your cheek, my hand is warm
and full of tenderness.
TRILLIUM
When I woke up I was in a forest. The dark
seemed natural, the sky through the pine trees
thick with many lights.
I knew nothing; I could do nothing but see.
And as I watched, all the lights of heaven
faded to make a single thing, a fire
burning through the cool firs.
Then it wasn’t possible any longer
to stare at heaven and not be destroyed.
Are there souls that need
death’s presence, as I require protection?
I think if I speak long enough
I will answer that question, I will see
whatever they see, a ladder
reaching through the firs, whatever
calls them to exchange their lives—
Think what I understand already.
I woke up ignorant in a forest;
only a moment ago, I didn’t know my voice
if one were given me
would be so full of grief, my sentences
like cries strung together.
I didn’t even know I felt grief
until that word came, until I felt
rain streaming from me.
VESPERS
Once I believed in you; I planted a fig tree.
Here, in Vermont, country
of no summer. It was a test: if the tree lived,
it would mean you existed.
By this logic, you do not exist. Or you exist
exclusively in warmer climates,
in fervent Sicily and Mexico and California,
where are grown the unimaginable
apricot and fragile peach. Perhaps
they see your face in Sicily; here, we barely see
the hem of your garment. I have to discipline myself
to share with John and Noah the tomato crop.
If there is justice in some other world, those
like myself, whom nature forces
into lives of abstinence, should get
the lion’s share of all things, all
objects of hunger, greed being
praise of you. And no one praises
more intensely than I, with more
painfully checked desire, or more deserves
to sit at your right hand, if it exists, partaking
of the perishable, the immortal fig,
which does not travel.