Ahorcados de tinta, de María Dayana Fraile

Presentamos dos poemas de María Dayana Fraile (Puerto La Cruz, Venezuela – 1985), pertenecientes a su libro Ahorcados de tinta (2019). Es licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo una maestría en Hispanic Languages and Literatures, en la Universidad de Pittsburgh. Su primer libro de cuentos, Granizo (2011), recibió el Primer Premio de la I Bienal de Literatura Julián Padrón. Su cuento “Evocación y elogio de Federico Alvarado Muñoz a tres años de su muerte” (2012) recibió el Primer Premio del concurso Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores. Escritos de su autoría han sido incluidos en distintas muestras de narrativa venezolana como, por ejemplo, en la Antología del cuento venezolano de la primera década del siglo XXI, editado por Alfaguara, y el dossier de narradores venezolanos del siglo XXI, editado por Miguel Gomes y Julio Ortega, publicado en INTI (Revista de literatura hispánica). Actualmente reside en los Estados Unidos. El arte de la portada de Ahorcados de tinta fue realizado por Faride Mereb.

 

 

 

Ahorcados de tinta

(fragmentos)

 

I
Salimos del estado del venado muerto, el ojo atravesado por astillas de mediodía
salimos con violetas en la boca y piedras en el estómago para soportar el peso del aire

cruzado por la complicada respiración del cielo

Salimos forrados en papel de aluminio de la marca aquella que siempre se desbarata entre las manos —cuando coloqué el recorte sobre la bandeja, algunas chispas del papel aparecieron flotando en la penumbra del asiento trasero.

Salimos del estado del venado sacrificado

salimos de la ciudad de la autopista de cinco horas

salimos de los pedazos de carne de venado de los pedazos de carne de mapache de los pedazos de carne de liebre

mutilada

esparcida

la piel corroída por el asfalto

y la química de un infierno de pinos

el estado de Sheetz

de pan con capicolla envuelto en plástico

de ensalada de papa en contenedores desechables

de la nieve sucia

y el agua con corola de cenizas.

Salimos del estado de los pinos de cuatro lados

pinos de cuatro lados

como aquel origami que hacíamos cuando estábamos en el colegio

el que abríamos y cerrábamos

uno, dos, tres, cuatro

ese con puntos de colores que se abrían con el movimiento de las manos

No puedo recordar las instrucciones del juego

tampoco recuerdo lo que significaban los puntos.

 

III

En el jardín del bombillo roto, el jardín con palabras sin raíces, tenemos nubes inanes, clavadas en una brocheta de metal, algodones de frente desvanecida

renacen en una lámpara de papel

en una mampara para ocultar la rotura del bombillo en el jardín del bombillo roto, para ocultar las escaras del vidrio

el corte en la mano sangrante.

No entiendo el charm de lo militar, no entiendo sus expresiones, herramientas, movilidad y accesorios. Solo sospecho un destino entreverado con planos referenciales que se solapan, plátanos congelados y cerveza negra

como si los opuestos pudieran fundirse sobre un mantel de plástico

y, en medio de la noche, originar un resplandor gramatical.

Neutro roto.

Puedes contemplar tu nombre grabado en el lado oscuro de estos bombillos fluorescentes. Las luces de la razón disipan las tinieblas. Lo escribieron en el siglo XVIII mientras dormíamos. Enciclopedia de las luces. Marcas. Antiguo régimen de revelaciones, el panteísmo, la tierra mojada y los cassettes. ¿Recuerdas los cassettes? Esas cajas de plástico y las cintas girando, el acabado sintético de las voces y la grabación de una grabación. Esas canciones tangenciales afirmaban el lado más bucólico del suspenso. Suspenso de lo que está por venir suspenso de pendientes

y colgantes

de colgados

de ahorcados de tinta.

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