Poesía norteamericana: Jack Hirschman

Leemos, en la traducción de Frances Simán, algunos textos del poeta norteamericano Jack Hirschman. Además de escribir poesía es activista. Ha publicado más de 100 libros de poesía, 45 son traducciones de 9 idiomas distintos. Es Poet Laureate emérito de la ciudad de San Francisco (2006-2009).

 

 

 

 

Camino

 

Ve hacia tu corazón roto.
Si piensas que no tienes uno, consíguelo.
Para conseguir uno, sé sincero.
Aprende de la sinceridad de las intenciones dejando
que la vida entre porque eres realmente incapaz
de hacer lo contrario.
Aun cuando intentes escapar, deja que te lleve
y te abra
como una carta enviada
como una sentencia adentro
que has esperado toda tu vida
aunque no hayas cometido nada.
Deja que te eleve.
Deja que te rompa, corazón.
Un corazón roto es el comienzo
de toda acogida real.
El oído de la humildad escucha más allá de los portales.
Mira los portales abrirse.
Siente tus manos posarse en tus caderas,
tu boca que se abre como un útero
alumbra tu voz por vez primera.
Vete cantando y girando hacia la gloria
de ser estáticamente simple.
Escribe el poema.

 

 

 

 

 

La felicidad

 

Hay una felicidad, una alegría
en el alma, que ha sido
enterrada viva en todos
y olvidada.

 
No es una broma de cantina
o tierno, íntimo humor
o afectividad amistosa
o un grande y brillante albur.

 
Son los supervivientes de los sobrevivientes
de lo que sucedió cuando la felicidad
fue enterrada viva, cuando
ya no acechaba desde

 
los ojos del presente, y ya ni
siquiera se manifiesta cuando alguno
de nosotros muere, solo nos alejamos
de todo, solos

 
con lo que queda de nosotros,
continuamos siendo humanos
sin ser humanos
sin esa felicidad.

 

 

 

 

Madre

 
No estamos en este mundo
hace mucho tiempo
sucedió se terminó:
el mundo la guerra la guerra mundial.
Te tomé de la mano
a través de ella,
mano diminuta, estrella diminuta.
No te movías, entonces
estaba muerto, entonces estabas muerta.
En la boca abierta del duelo
hay una candela.

 
No estoy con mi aliento,
soy el lento desollar
de la piel
y todo lo que todas las muertes
que he visto registrar
en mis ojos.
He sido un árbol que ríe
junto a un horno
de plátanos en miel,
he sido un zorro plateado
y la elegancia de los tacones,
he sido lo que te ha
derrumbado
y las palabras que buscas,
he sido el escupido
y el pandillero,
el asesinado y el invencible
la perra lunática,
el latigazo de la compasión
tras la droga de las putas,
el hilo rojo que
libera a todos los convictos,
el dedal que balancea
tus tragos,
la calimba que envuelve
tus pesadillas en nanas,
el poder de nacer
cuando un niño muere.

 
No estamos en este mundo
hace mucho tiempo
sucedió se terminó:
el mundo la guerra la guerra mundial.
Te tomé de la mano
a través de ella,
mano diminuta, estrella diminuta.
¿Por qué debería sollozar ahora
que has entrado a la oscuridad?
Muchos como yo están a tu alrededor.
Nuestro éter no tiene final.
Si no hablamos de nuevo,
deberás escribir nuestra conversación.
Si mi voz no alcanzara tu corazón
(pero eso es imposible,
sigues siendo tan niño,
estoy sollozando en la ventana),
otras voces levantarán la mía
y la llevarán al centro
de tu respiración.

 
Oh mi amada, cuando estallaste en llamas,
cuando tus huesos se ampollaron,
en esos momentos precisos,
¿Quién condujo las semillas en un rápido
torrente de muslos y apuntó hacia
los huevos anhelantes con gloria?
Cuando creciste como un detonador
en un texto de ira
de toda la injusticia de este
infierno usurero,
cuando tu mente se rompió,
cuando tu sexo se partió
como Corea, Vietnam,
como el Norte y el Sur
cuando venenos llegaron con placer
y el antídoto estaba muerto,
¿Quién cortó el aire
como si degollara un pollo?
¿Quién rasgó las plumas y las lanzó
para amortiguar tu caída?

 
Yo soy la criatura que corre por las calles
gritando tu nombre contra la burla,
soy el sueño del suicidio
y la catarata de cabello inmemorial,
soy el ataque de la libertad a la dureza del corazón
y el poema en la dureza del oído.
La soledad, la gracia, la sonrisa
que devuelven tu sonrisa
de las profundidades de la biología
de una labor y el júbilo
solo los latidos del ditirambo se acercan
solo las vibraciones del alma del cosmos definen.

 
No estamos en este mundo
hace mucho tiempo
sucedió se terminó:
el mundo la guerra la guerra mundial.
Te tomé de la mano
a través de ella
mano diminuta, estrella diminuta.

 

 

 

 

 

NY, NY

 
Es grande
es fea
la odio
la amo
soy libre
oh
háblame
¿No puedes escucharme?
No puedo dejarla
haría cualquier cosa por ella
es tan grande
es tan sucia
es tan dulce
la amo
permanezco
nunca partiré
está en mi
es tan cruel
la odio
la amo
mía
me pertenece
es mía
una y otra vez
digo que odio la guerra
la amo
es asquerosa
es impresionante
la amo
no iré
lo prometo
es hermosa
háblame
¿No puedes escucharme
amar?
Oh, es tan brutal
es tan mierda
háblame
dime
qué debo hacer
cualquier cosa
es maravillosa
nunca dejaré
de amarla
nunca nunca
nunca nunca
nunca.

 

 

 

 

Dos

 
Al principio estaba ebrio de palabras, la página no era lo suficientemente
ancha para contener mi desborde, corrí y corrí y albures y
aguardiente volaron de mi boca en asonantes rimas.

 
Con el tiempo la vi. Los versos
se interrumpieron. Mira lo míos, mira los de ella. Y ninguno murió de ello.

 
El irlandés, dicen, cantaba mejor
a los setenta y siete.
No es fácil
escribir la palabra, amor,
y sentirla
francamente.

 

 

 

 

 

A quién le importa

 
Pero la Nada que él quería decir
que es ahora planetaria, no es negativa,
es más un resquicio, una apertura
al otro lado del yo real,
al proceso de escuchar la luz
no como tú cuando traes
todo eso que en tu día a día parece estar a la deriva,
cada vez más inescrutable y efímero,
donde todos los valores más allá del dinero
parecen desarraigados y en decadencia,
tráelos junto a tu cuerpo estropeado
en la oscuridad, y después,
porque el sexo es de los animales
y de las estrellas es felizmente, de hecho
los animales y las estrellas,
encuentran ese punto fuera de la ventana
(antiguo grano de pared, o árbol o liquen)
y lo miran, cautivados, fijos,
como si nada fuera tan radiante,
meditativo, informativo, sintonizado,
como la ventana de una computadora en un mundo
de “cibernéticos”, él dijo, hablando
del futuro hace treinta
años, de esta escucha
visual de la luz
justo bajo la superficie de las cosas,
este planetario Todo en ti, construido
de holocaustos y éxtasis, la pulgada del caracol
y el hierro del trabajador, demostraciones y
monotonías, golem y robot, se abren para recibir
tropezando, hambriento, desolado, auténticamente
sonidos desde lo profundo de la quietud salvaje
y allí, cuando cinco diminutos huesos tiran
de tu manga de piel, el signo de interrogación
cae y sabes a quién le importa.

 

 

 

 

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