Presentamos cinco poemas de Jinetes negros y otras líneas, del poeta norteamericano Stephen Crane (New Jersey 1871 – Bedenweiler 1900) . Crane fue poeta, escritor y periodista estadounidense, autor de la emblemática novela La roja insignia del valor (1895), sobre la guerra civil estadounidense. Publicó numerosos relatos cortos de corte naturalista, así como dos volúmenes de poesía: Jinetes negros y otras líneas (1895) y La guerra es gentil (1899). La traducción es de Gloria Ramos (Ciudad de México, 1985).
Esta colaboración fue seleccionada en la Convocatoria 2020.
Cinco poemas de Jinetes negros y otras líneas
de Stephen Crane
III
In the desert
I saw a creature, naked, bestial,
Who, squatting upon the ground,
Held his heart in his hands,
And ate of it.
I said, “Is it good, friend?”
“It is bitter—bitter,” he answered;
“But I like it
“Because it is bitter,
“And because it is my heart.”
III
En el desierto
Vi a una criatura, bestial, desnuda
que, encogida sobre la tierra,
sostenía su corazón en ambas manos
y comía de él.
Le dije: —¿Es sabroso, amigo?
—Es amargo. Amargo —respondió.
—Pero me gusta
porque es amargo,
y porque es mi corazón.
XXVIII
“Truth,” said a traveller,
“Is a rock, a mighty fortress;
“Often have I been to it,
“Even to its highest tower,
“From whence the world looks black.”
“Truth,” said a traveller
“Is a breath, a wind,
“A shadow, a phantom;
“Long have I pursued it,
“But never have I touched
“The hem of its garment.”
And I believed the second traveller;
For truth was to me
A breath, a wind,
A shadow, a phantom,
And never had I touched
The hem of its garment.
XVIII
—La verdad —dijo un viajero—,
es una roca, es una fortaleza poderosa
que a menudo he visitado,
incluso su más alta torre,
desde donde el mundo se ve negro.
—La verdad —dijo un viajero—,
es un aliento, un vendaval,
una sombra, una aparición;
la he acechado largo tiempo,
pero no he tocado nunca
el ribete de su traje.
Y yo le creí al segundo viajero,
pues para mí era la verdad
un aliento, un vendaval,
una sombra, una aparición,
y no había tocado nunca
el ribete de su traje.
XXXVII
The ocean said to me once,
“Look,
“Yonder on the shore
“Is a woman, weeping.
“I have watched her.
“Go you and tell her this,—
“Her love I have laid
“In cool green hall.
“There is wealth of golden sand
“And pillars coral-red;
“Two white fish stand guard at his bier.
“Tell her this
“And more.—
“That the king of the seas
“Weeps too, old, helpless man.
“The bustling fates
“Heap his hands with corpses
“Until he stands like a child,
“With surplus toys.”
XXXVII
El océano me dijo un día:
—Mira,
a lo lejos, en la costa,
hay una mujer que llora.
La he observado.
Ve tú y dile esto:
A su amor lo he tendido
en un fresco salón verde,
con abundante arena dorada
y columnas rojas cual corales;
dos peces blancos hacen guardia ante su tumba.
Dile esto
y más:
Que el rey de los mares,
hombre viejo, desvalido, también llora.
Los diligentes hados
colman sus manos de cadáveres
hasta que él queda, como un niño,
con juguetes de sobra.
XLVI
Many red devils ran from my heart
And out onto the page,
They were so tiny
The pen could mash them.
And many struggled in the ink.
It was strange
To write in this red muck
Of things from my heart.
XLVI
Muchos demonios rojos huyeron de mi corazón
y cayeron sobre la página,
eran tan diminutos
que mi pluma podía despedazarlos.
Y muchos pataleaban en la tinta.
Fue algo extraño,
escribir con esta suciedad bermeja
de cosas salidas de mi corazón.
LXVI
If I should cast off this tattered coat,
And go free into the mighty sky;
If I should find nothing there
But a vast blue,
Echoless, ignorant,—
What then?
LXVI
Si hubiera de quitarme este abrigo hecho jirones
y caminara, libre, en el inmenso cielo;
si ahí no hallara nada
más que el vasto azul,
ignorante, sin eco…
¿Entonces qué?