Poesía peruana: Osman Alzawihiri

Leemos poesía peruana. Leemos a Osman Alzawihiri (Perú 1982). Es docente de literatura y poeta. Ha publicado: Sudario 2981 (Poesía) Herbaje de incienso (Poesía, 2011), Templo de flores (Poesía, 2012), Ichus negro (Poesía, 2013), Libro de hilo (Poesía, 2015). Parte de sus poemas se encuentra traducida al japonés, inglés, hebreo, italiano, chino, griego y portugués. Primer premio Horacio de educación en el área de poesía 2011. Ha participado en el festival de Poesía Enero en la palabra 2014. Es compilador de la Muestra de Poesía peruana. Organizó el primer recital de Poesía Tránsito de humo. Coorganizador del Encuentro de Poetas Poesía en llamas. Es director y compilador de la revista de literatura Hiloterminal.

 

 

 

floración de arena desde la mural de la niebla. Irse de soma al velo, se reproduce colibrís. Irse de la cabeza. Allá en el totoral la fila de patos. Pócimas de esa hierba en ojos de alguien diverso disemina la ceniza de bengalas.  

 

alkamarini: mis sueños en la mitad de la noche se desvelan burbujas de agua. La constelación de floripondios, hace destino el ánima de las aves. En este sitio se halla la grana de esa tarde obsesiva donde me vieron crecer en sus ojos. En este lago vi la ojera de pico largo y ceñudo volando hacia la orna del alba.

 

en la llama ebria vicuñas. El huaco, los muros de la pirca donde la codorniz decanta la rama de su corazón. Una luz blanca escribe la cal de huesos espirando la fuente de la ceniza: lava de imágenes, líneas diseña la grafía de agujeros. En este mapa se vuelve al peñasco de esa luk´a.

 

me veo en ese brillo del día bajo la luz de hilos. Creo en la caña. Atizo misterios de huaraca. La vizcacha se mira en iris de la lluvia. El manar de abejas subían al tercer hoyo: sueñan con esas orquídeas.    

 

la lluvia del oeste forma la nieve desde otra vena de los ríos. La lluvia: son imágenes del tiempo. El camélido: en su reverso hay nieves de altura. El gato monte: en ese fuego de rayos. El zorro se busca en el vestigio. El puma se mira en ese río. Juega y halla el pez de sus ojos.     

 

cabeza de una poza resplandece auras espinales. Inventa orales de pupusa. Inventa filamentos de cabellos. Serpientes de nubes bajan de la lluvia, cala en esa cumbre del alba. La cal de mis huesos humea la señal de avatar. Se levanta la noche de la ventana. La alforja de coca orea. Se tiñe hilos de esa madrugada: la brisa de los árboles. Se cavan ojos para mirar la sexta noche. Se atiza la piel con luceros de esmeralda.

 

madeja de hoyo azora lenguajes de brisa al ras de la niebla de fuego y panales de escarlata.

 

en el fogón del patio la hebra de esa memoria de peces.

 

 

***

 

 

me detengo en la mar de esa begonia. Baja de esa fuente: paraguas, sombras, kius. Crece la manta en sonidos, en lenguajes, en ideogramas del agua: enumera la fijeza de la luz.

 

espejos en el ojo del agua. La visión de ese río refleja alambres y veranos, orillas donde me quedé, pero, ahora vuelvo.

 

la brisa nos abraza en el horizonte sudario, pero, cerca del pozo alumbra glifos se lían en el muro de la lengua. Mientras el asombro de esa lluvia se impregna en sonajas del viento.

 

uno sobre otro se agrupa la grama nómica, ejerce ideologías de unku. Se tuerce la luz de orión en las montañas. El signo medio desaparece en la cuenca del lenguaje.

 

nubes, calan peciolos, es decir, aparece vestales de manantial de cañas. Empozo rosarios, deslumbran colores de esa vela, fulgores de nieve; mientras fluyo: carrizo de imágenes. Me destruyo, uno por uno, en ocelos de reflejo, del ritmo. Los diseños decrecen hojuelas de cisma, de arcilla, solo me detendré en el cauce de la luz, pero cambia de color.

 

la sombra onírica con los míos. Algún niño, mira el vacío de otros. A veces me hace ir hacia la subversión cónica, se profundiza, pero me voy de ese paisaje, me devuelve hacia la resta de números, quizá en ahí deje de mirar para volver de esa línea.

 

reza la sombra, se apaga la gorga de luces. Los niños ondean azucenas, lenguajes de prisma, se prende badenes de una manta, surgen abismos, bajan. El caligrama de ese trompo se desgaja en el cedro.

 

 

 

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