Poesía de Estonia: Jaan Kaplinski

Murió el poeta, filósofo y crítico cultural estonio, Jaan Kaplinski (Tartu, 1941). Fue uno de los poetas más influyentes de su generación –en lo que se llegó a denominar la Generación Dorada de los Sesenta en Estonia– y uno de los más traducidos y reconocidos en el panorama poético europeo contemporáneo. Su poesía, en donde confluyen divergentes líneas temáticas que van de la filosofía taoista hasta las mitología celta, le valió múltiples nominaciones al Premio Nobel de Literatura. Hay un asteroide nombrado en su honor: el 29528 Kaplinski, descubierto por la astrónoma checa Lenka Kotková en 1998. Jaan Kaplinski falleció el pasado 9 de agosto a la edad de 80 años; nos queda su prosa, sus ensayos literarios, sus traducciones de Tomas Tranströmer al estonio, aquel asteroide y su poesía, de la cual presentamos aquí una breve muestra. Las traducciones son de Gustavo Osorio de Ita.

 

 

 

 

 

Temo a los que le temen al vacío 
Temo a Pascal pero no a la teoría de la probabilidad 
No le temo a las antigüedades romanas porque 
nacieron en el espacio euclidiano al igual que nosotros 
y mueren allá arriba en el espacio de Piranesi 
como bajo una enorme campana medieval 
donde hay suficiente espacio pero no hay nadie no hay gente no hay Dios 
solo decrépitos aparatos de tortura dormitando 
en la tenue luz de un tiempo que ha sobrevivido a sí mismo 
y al entrar en este lugar te encuentras una vez más con los días grises y sin fin
de tu infancia en la silenciosa ciudad bombardeada

 

 

 

 

Las cosas no recordaban sus nombres y yo he comenzado a olvidarlos
la memoria es como un bolsillo agujerado que no puede guardar el cambio
las palabras o las ideas y algunos en la Edad Media ya sabían esto
y algunos lo saben todavía en nuestra era de oscuridad total  
mientras almacenan lo que otros antes que ellos han cargado 
y liberado en la oscuridad de entre sus avergonzadas manos
como un pájaro o un lagarto o simplemente una migaja 
algo entre algo y nada entre nosotros y nuestro olvido
algo sin principio sin fin y sin significado

 

 

 

 

La plegaria es sólo lo que queda 
cuando todo está dicho y no hay nada más que decir 
Dios es lo que queda cuando todo en lo que uno puede creer 
llega a su fin y no hay nada en qué creer 
con heno todavía en el desván y pan sobre la mesa 
bajo un paño de lino blanco
He escrito sobre todo esto antes
al igual que otros antes que yo antes que todos nosotros,
pero se acerca el día en que no habrá diferencia 
entre mi decirlo todo en sólo un par de palabras 
y nada en todas ellas

 

 

 

 

De nuevo alguien en algún lugar está hablando
sobre la generación de los sesenta,
los setenta o los ochenta.
Pero a mí no me gusta el sadismo ni el masoquismo;
no considero al viejo más sabio que el joven
o el joven más sabio que el viejo;
mi antepasado también fue Utnapishtim
que vive en la isla de Dilmun, con su fuente de la juventud;
mis hijos se mean en los pantalones y juegan en el arenero;
mi hermano es el viento del noroeste en las ramas del sauce;
mi hermana es la luz del sol bordeando una nube blanca;
yo mismo soy una ciega rana de piedra en una habitación vacía,
con una cicatriz en mi rodilla de aquella época
en que caí de mi bicicleta en una carretera cerca de Kärevere,
cuando las tierras bajas aún estaban inundadas y en los bosques de Tiksoja
florecían violetas y en las orillas de las acequias y en los matorrales
todavía había restos de nieve.
 

 

 

 

 

Destruktivität ist das Ergebnis ungelebten Lebens .
La destructividad es el resultado de una vida no vivida.
Lo que no puede crecer, crece hacia abajo –
uñas y barbas crecen hacia la carne, los deseos no correspondidos
calcificando nuestros vasos sanguíneos, la envidia
convirtiéndose en úlceras, la tristeza en piojos,
la suciedad en moscas. Nosotros somos siempre,
de cierta forma, caballeros errantes; siempre estamos buscando
por qué luchar y contra quién, a quién
odiar con un odio justo. Esta vida no vivida
es como una olla de agua hirviendo entre nuestras manos
que nos apresuramos a soltar, y no hay
tiempo para nada más, y estamos enojados
con todos los que se sientan en silencio
alrededor de la mesa de la cocina y hablan
sobre Erich Fromm y dicen que la destructividad
es el resultado de una vida no vivida.

 

 

 

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