Poesía breve inglesa

Leemos poesía breve de Inglaterra. Leemos algunos poemas de  Pete Brown, Alan Browjohn, Lee Harwood, Adrian Henri, Ted Milton, Hugo Williams y Tom Pickard. Los textos fueron traducidos por Antonio Cisneros y fueron incluidos en la antología Poesía inglesa contemporánea (Bárralas Editores, 1975), del propio Cisneros.

 

 

 

 

 

PETE BROWN

Hermosa

Ella es hermosa supongo
la veo todas las tardes
nos cruzamos en los acantilados
ella no dice nada
y yo no digo nada
y ella no viene del Mar
ella viene de Bristol.

 

 

 

 

Muerta

Pienso de golpe
si tú no estás aquí es que estás muerta
te imagino
la cara llena de muertos espejos
una flor creciendo entre tus muslos grises,
riendo.

 

 

 

ALAN BROWJOHN

 

En esta ciudad, quizá una calle.
En esta calle, quizá una casa.
En esta casa, quizá un cuarto,
y en este cuarto, una mujer sentada.
Sentada en la oscuridad, sentada y llorando
por alguien que acaba de salir por esa puerta
y acaba de apagar la luz
olvidándose que estaba ahí sentada.

 

 

 

LEE HARWOOD

 

Ciencia-fic

Qué pasa si este gran planeta anaranjado
se topa con un planeta azul y blando?
Sus flancos afelpados, acariciándose
melocotones espaciales.
Déjame estar en ese encuentro.
la muerte en abrigo de mink
riendo.
Y besándote.

 

 

 

 

ADRIAN HENRI

 

 

Poema de amor / Suplemento en colores

Fue nuestra Gran Guerra
Y después de la primera misión exitosa
En la tierra de nadie
entre tus muslos
Todos los meses esperamos ansiosos
a los vendedores de amapolas
por las calles.

 

 

 

Poema para Roger McGough

Una monja
haciendo cola en un supermercado
preguntándose
cómo sería comprar cosas para dos.

 

 

 

 

TED MILTON

 

Siesta

 

un mosquito
circula por el cuarto

un taxi
en el pueblo fantasma

En alguna parte
las puertas de una cantina
rechinan con el viento.

 

 

 

 

TOM PICKARD

 

El trabajo

Escribiendo poemas
(custodiando conejos)
cada día
despejando la mierda
pa tirarme
sobre la paja fresca

 

 

 

 

HUGO WILLIAMS

Junto al auto

Anoche, yendo al cine,
un montón de marineros nos pasaron
golpeándonos el vidrio, riéndose, aplaudiendo,
y bebieron sus latas de cerveza
brindando por nosotros,
hasta que el semáforo cambió
y sus iluminadas morisquetas
perdiéronse en la noche.

 

 

 

 

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