Poesía peruana: Sharon Rodríguez

Leemos poesía peruana. Proponemos la lectura de algunos textos de Sharon Rodríguez. (Cusco, 1991) Estudió Arquitectura en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Ha participado en el Encuentro Internacional “Poesía en Llamas” Paucartambo – Cusco 2020. Publicó sus poemas en la página de poesía migliaro.lamula.pe, en la plaquette “Taller de poesía Lirico puro” y la plataforma digital Poesía del Prójimo y en la revista digital “El Golem” Ha publicado el poemario Iridis (Icata, 2021).

 

 

 

 

 

Cansado al anochecer

 

abre los ojos
encuentro su piel
y su escorzo amoratado
tiembla
abraza sus rodillas
dialoga con el siseo de las ramas
y se esmera en existir.
En pedazos
envuelve su dermis
el ulular custodia el desierto
una mancha de pisadas
cae como plomo
se esfuman como polvo
y en los ojos del rincón esconde
su uña cerquita al corazón.
Aunque no lo recuerde
entiende
la única realidad.
El rellano que le espera
es otro despertar.

 

 

 

 

En el lugar que no recuerdas

 

donde cristaliza la imaginación
te encuentras con la voz
inventas una salida
y desde la imposibilidad
comes el encierro
como el manjar
En tu hogar de espinas
el oasis de otro miedo
en el bosque inventado
apartada del mar
con el sigilo de la casa
donde duerme
la verdad del encuentro,
lo imposible de reconocernos.
Volvemos hacia nuestra oscuridad
de semana en semana
y resguardamos al río
para que la hebra que aún sostiene
no se pierda ante los ojos.
Y habitamos el resto del mundo
inverosímil
entre la imagen escindida.

 

 

 

 

La angustia callada

 

la piel construye
perlas nubladas.
En algún lugar
desinteresada
La canción sobre la mesa,
canta al padre imaginario.
Y la madre pantano
tiembla de vacío
gotera de fuente mal cerrada.
El laberinto fuera de las islas
más allá de la máscara arábica
con tez de puerta cerrada mil veces.
razona el muro del tiempo
el jardín soñado desde la ventana
en los días de encierro
como única guarida
cuadernos incompletos,
jadeantes como olas.
en algún lugar
extraviado y adverso.

 

 

 

 

Refleja el cuadro

 

que los silencios pintan
bajo el sol
escuchen la máscara
adviertan la desesperación
es tormenta
como rayo cae
en el cuerpo.
Desquiciante en el pánico
de todas las risas.
Se mueve
se escuda en la oscuridad
aleja su voz vidriosa
y el temblor se precipita
llega e inunda
lejos de la superficie
es cuchillo.
Empiezan a vestirla.

 

 

 

 

Perdí la capacidad de encontrar

 

La necesidad de una ventana para los miedos
Perdí mi nombre en un retrato
Perdí lo siniestro de una mirada
En una máscara
La habitación sin raíces
El aroma de las hojas muertas
Perdí la presencia del espanto
Detrás de un espejo de risas enjauladas
Un artificio empujaba
Silencio sobre los huesos
Perdí las batallas pequeñas
La sonrisa del universo
Las páginas detrás del cielo
La mariposa enjaulada
Perdí las personas inmediatas
Los versos con forma de nube
Laberintos de ramas verdes
Perdí la voz en el dolor
Las canciones de cada tarde
Perdí mi quimera en un plato
Y las maletas en una promesa de ojos vendados.

 

 

 

 

Mirar fieramente el reloj

 

crea una herida
mirar decididamente el cuchillo
y sonreír a las voces
dibujar para calmar las ganas
de arrancarte los deseos
de cortar el fuego
encender tu ira
contra tu reflejo
de caer en los dedos
de un ciego
que busca su sed de arrugas
y siembra prisiones en los campos.
En el pecho de la sombra
la cadena arrastra
el dolor extraño
y sobre todo la decisión
de caer sobre el cansancio.

 

 

 

 

Te presta la escultura

 

el control exhaustivo sobre sus desfases.
Te presta el insomnio
y la lámpara a media calle murió de sed
pidió verte y otras veces.
Te pidió el nombre
el sudor en las paredes
donde deambulabas
Te pidieron una respuesta,
cuando te hincabas
a recoger tu rostro
de la frugal presencia
tu red de pasos en la tormenta.
En medio de la noche,
pidió no apartaras
el terciopelo de la mirada.
Inocente te desvelabas por las
refracciones
En la voracidad del sueño
nacían de los hilos de tu carne
franjas de pólvora,
para estallar con los reproches
atestiguan el hedor de madrugada.
En la ausencia
serpentean en tus dedos
en tus labios misterio.
En lo especular de las manos
robaron sombras para abrigarte
tejieron para encaminarte
y persistes en la respiración cercana
para que puedas mirarla.

 

 

 

 

Agua entre mis manos

 
Incluso antes, deduje que sería
Como tratar de sostener agua entre mis manos
Como un recipiente convertido en orificio
sería como arrancar hojas a las grietas.
Y el aire se condensó a mí alrededor
Preguntándome, si aún puede ver mis ojos
si aún existe vida
si entre sus orillas incontenibles
me perdí en lo que no se encuentra
y seguí infinitos
antes de quedar dormida en la memoria
del agua
gotera
ojerosa de precipitar
sobre la cercanía
dedos que acarician la última gota.

 

 

 

 

Incompleto

 
Las horas
Desbaratan el caos
En la imagen
te acepta
Construyen
el ideal de mantenerte a salvo
en una fotografía
y la sed en la tristeza de media mañana
que prueba el llanto como
leche tibia para el recién nacido
esa medida es perfecta
para saciar sin herir
y ese fragmentado cuerpo
se compone de otras miradas
hasta completarse en un círculo
de años y nombres
y sigue llorando y no de hambre
y no de sed
llorando de hueco y de incompleto
de irracional sustento
que succiona entre sus dedos
y es una fiebre enmarcada
para poder abrir los ojos
sin ser pedazos apilados
o siéndolo demasiado bien
y se planta delante de todos
para no entenderse con las palabras
para sentirse vacío
en la soledad del espejo

 

 

 

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