Poesía mexicana: Jonathan Muñoz Ovalle

Leemos poesía mexicana. Leemos poemas de Jonathan Muñoz Ovalle (Ciudad de México, 1980). Estudió creación literaria en el Centro Morelense de las Artes. Es autor del poemario La luz y el estruendo. Ha colaborado en revistas, suplementos y blogs. También ha participado en diferentes antologías colectivas.

 

 

 

 

 

El beso de la guerra

 

Soñé que te besaba…
En mi poema soñé que te besaba:
besaba la caída de tus labios,
besaba la explosión de tus pechos,
besaba el silencio de tus muslos.

 
Hoy quiero refugiarme en el presente para exterminar los vestigios del pasado.
Hoy quiero olvidarme de los conflictos del mundo para perderme en las utopías de nuestro amor,
perderme, quiero perderme como lo hice en cada recoveco de tu cuerpo:
pero ya no estás conmigo,
te fuiste a la guerra y perdiste la vida:
perdí yo,
perdió el país,
perdimos todos.

 
Lloro por la sangre derramada y por los cuerpos derribados,
lloro por el odio pregonado y por el llanto vertido,
lloro por la ceguera permanente de los pueblos
y por la penumbra cotidiana de los días,
pero sobre todo,
lloro porque ya no estás conmigo.

 
Cuando imagino tus besos: me saben a sangre.
Cuando imagino tu cuerpo: lo siento frío.
Cuando imagino tu voz: la escucho rota.
Cuando imagino tus ojos: ya no tienen mirada.

 
Soñé que te besaba:
besaba las heridas de una mujer aniquilada,
besaba las esquirlas de un amor extinto,
besaba los sueños de un país vencido.

 
En mi poema soñé que te besaba.
Y al despertar,
me atacó la ausencia helada de las sábanas,
me atacó el deseo de trazar tu cuerpo con mis manos,
me atacó el intento de besar cada espacio de tu piel,
y me atacó un estruendo insistente:
los bombardeos ya caían de este lado.
Así que pronto estaremos juntos
antes de que vuelva a despertar
solo, derrotado, recordándote.

 

 

 

 

 

Tsunami

 
El océano
arremete contra un muro distante.

 
La libélula
flota sobre un puente roto.

 
El miedo
grita en una ciudad vencida.

 
Y tú, ¿dónde estás?

 
El tejado
vuela hacia un sueño perdido.

 
El perro
acelera a través de un sendero invisible.

 
El árbol
oscila bajo un saurio aterrador.

 
Y tú, ¿dónde estás?

 
La esperanza
yace en una pirámide olvidada.

 
La gente
descansa en un mausoleo sumergido.
 

Los dioses
observan un tablero destrozado.

 
Y tú, ¿dónde, dónde estás?

 

 

 

 

Espejos de tiempo

 
Me levanto entre el polvo y me pregunto:
¿dónde está el cigarro que aún no enciendo?
¿dónde está el café que aún no bebo?
¿dónde están los labios que aún no beso?
¿Dónde?

 
Persigo alacranes de fuego,
sueños torcidos y pinturas en blanco;

 
persigo, persigo y capturo promesas frías,
horas caducas y oscuros recuerdos;

 
capturo, capturo y aniquilo siluetas en vano,
voces distantes y corazones vacíos.

 
Seré muerte. Soy vida. Fui polvo.

 
Me detengo entre la chispa y me pregunto:
¿dónde está el minuto que me verá morir?
¿dónde está el forense que abrirá mi cuerpo?
¿dónde está el ataúd que será mi última casa?
¿Dónde?

 
Observo dudas encendidas,
horizontes rasgados y jóvenes envejecidos;

 
observo, observo y evoco rostros amorfos,
cuerpos calcinados y gotas sucias;

 
evoco, evoco y olvido almas inquietas,
jueces malheridos y guillotinas sepultadas.

 
Seré polvo. Soy muerte. Fui vida.

 
Me elevo entre la luz y me pregunto:
¿dónde está la época en la que volveré a nacer?
¿dónde están los padres que me arrullarán?
¿dónde está la partícula que fui, que soy, que seré?
¿Dónde?

 
Seré chispa, soy polvo, fui muerte,
pero nunca,
nunca seré olvido.

 

 

 

También puedes leer