María llena eres de rabia: poetas poblanas desde la resistencia

Preparada por Andrea Rivas, leemos la muestra “María llena eres de rabia: poetas poblanas desde la resistencia” en la que participan Teresa Noyola Méndez, Estephani Granda Lamadrid, Vane Ruiz, Citlalli Santos, Azul Segura, Belen Quio Trujillo, Diana González Cortezano, Estrella Guzmán Toledo y Regina Villarreal Betancourt.

 

 

 

 

 

María llena eres de rabia: poetas poblanas desde la resistencia

 

 

Teresa Noyola Méndez

 

¿Hablaremos de nuestros fragmentos?
Hay palabras viviendo en mi corazón,
llevo en mi rostro el rostro de mi abuela,
en mis manos, la energía creadora de mi madre,
Y los miedos de ambas hallan cuna en mí:
Una hereda todo el amor y el veneno,
la creación y la sombra.

 
Decidí abrir mi pecho,
vesica piscis sangrante,
sentir el dolor de la otra,
Que era el mío,
Quemarlo con mi fuego,
Admirar a todas las mujeres que han resistido,

 

Porque,
Todas hemos sido heridas, todas,
Despedazadas, silenciadas, repudiadas,
Fragmentadas sin sentido,
Por otros, por nosotras mismas.
Nacidas en carne conquistada,
Que se nos cuenta ajena,
Hemos visto la destrucción de nuestros mundos
Y la degradación de lo palpable.

 
Somos testigas de un imaginario
Que no nos contiene salvo en condición
De musa luna virgen madre de dios
Y de todos los hombres.

 
Sometidas bajo mantos dulces
que esconden contradicción tras contradicción.

 
Por ello,
amo la monstruosidad
De la mujer que se levanta a sí misma,
De aquella que inventa su lengua
Y busca sus propios ángeles,
La que no teme ser incomprensible.

 

Rechazo el discurso de ellos,
Perdono el veneno,
Los pasos en falso de las otras,
Mi incapacidad de ser feliz,
El dejarme ser un animal herido
Por esta realidad necrofílica.

 
Perdono mi herencia:
la tristeza destilada.

 
Me habito, hoy,
en la palabra encarnada,
y el espejo de mis hermanas.

 
Escucho la risa de mamá,
creo en la risa de mamá.

 
Fragmentadas o no,
La destrucción del mundo
Propone la creación de otros,
Tejidos, escritos, pintados,
Sentidos y materializados.
Este dar a luz implica el llanto por la resistencia
Y la ternura de sonreír a pedazos.

 

 

 

 

Estephani Granda Lamadrid

 

Despedida de la hija

 

De qué te sirvió cuidar el laberinto Madre
alumbrar el deseo de los olvidados
los causes de este cuerpo
desvencijarse sola
caer fulminada por las manos de los hombres

 
Es que tú no eres diferente
ni aunque tengas fauces terribles
o tus dedos firmen con fuerza vestal

 
Es que no eres la Bruja de mis libros
y no puedo creerte hembra dócil que por amor se entrega
y por amor con tristeza te arrepientes de mirar el horizonte
de ver con odio a los barquitos hundirse a lo lejos
de alegrarse por los moribundos de las aguas

 
Es que no puedes ser tú la Bruja de mi recámara
la que ha silenciado su propio gemido
buscando ningún dios celoso se enamore de ti
ni del amor que incendia tu vientre con dolor

 
Es que tú no eres la Bruja de antes
algún rayo debió partirte la mirada

 
Tú no debes de ser la misma
algo te ha cambiado desde la raíz
algo te ha cubierto de luz
de una ligera luz que te entorpece a la hora de morir

 
No eres bestia apuñalada a traición por su propia sangre

 
En el agua                  asustada niña fuiste

 
Madre             no estás derrotada

 
Yo no pude perderte en el laberinto
Algo encierra esta nota pero no eres tú

 
No puedes yacer ahí
ni sola             ni carne roja
No puedes quedarte ahí
ojos de compasión
Tú no puedes cerrar los ojos
Tú no debes Madre
Tú no debes cerrar los ojos.

 

 

 

 

Citlalli Santos

 

 

Consignas

 
María llena eres de rabia
Escucha mis consignas
Y sal conmigo a luchar.

 
Rebelde madre, no me abandones
Ni dejes que la policía me atrape.

 
Tu vista de mi no apartes, 
Y sola nunca me dejes. 

 
Ya que ambas somos mujeres,
Te pido a ti que todo lo puedes
Haz que lleguemos a casa,
Que ningún hombre nos mate.

 
En el nombre de las ancestras violadas
por los padres y tus hijos
En el nombre de las que no olvidamos
De las que siguen en espíritu…
Amén.

 

 

 

 

Vane Ruiz

 
Las flores de la jacaranda
visten a mis muñequitas
¡De morado, de morado!
Para que el monstruo no las toque
Y se toman de las manos
para danzar en círculos.

 
Las brujas verdes
se posan en las jacarandas
cuidan a mis niñas desde lo alto
para que vuelen libres
ninfas del bosque.

 
Los labios furiosos
se unen en sus fiestas
transmiten amor en vez de odio
el lazo del coraje las ha unido
y se besan ante sus ojos.

 
Recorremos el mundo a oscuras
con el fuego de la memoria
que todo lo incendia
Los vemos consumirse
y bailamos alegres sobre sus cenizas.

 
En la jacaranda floreció
la flor de la maldad
que hace al pueblo vernos
con malos ojos
y a mis muñequitas vistió
¡De morado, de morado!

 

 

 

 

Azul Segura

 

 

La que con brujas anda a volar se enseña

A las mujeres de y en mi vida
por darme alas, una familia
y por ser las verdaderas amoras de mi vida.

Las mujeres deben cuidarse de las sonrisas de las otras
de labios “rojo puta” de las traicioneras de las enemigas naturales de las guapas de las otras.
Y de las que usan highlighter porque con su brillo vayan a iluminarlas
las mujeres deben cuidarse, sea la de malas y se junten con las malas
con malas, escarlatas, rubíes, diamantes
y malas mujeres
que las alienten a tener una sonrisa: bella mala propia completa.
Las mujeres deben temer a los cuerpos de las otras
a las de cinturas envidiables de extremidades pequeñas de tallas equis ese
a las de cuerpos chicos que al contacto se funden en los cuerpos de las otras:
no vaya a ser y les entren a abrazar el corazón.
Las mujeres deben temer a las de caderas anchas de muslos exuberantes de terreno fértil
no llorar en ellas sus pesares ni su cabeza reposar en sus piernas:
que por lágrimas les devolverán flores.
Las mujeres deben cuidarse de las gritonas, elocuentes y mandonas
de las no censuradas certeras fenómenas maullantes
de las otras de las que aullan: lobas libres locas gatas ronronantes
que entre lamidas y mordidas las ayuden a construir su voz.
Las mujeres deben cuidarse
las mujeres deben cuidarse cuidarse entre ellas
las mujeres, entre ellas, deben cuidarse.

 

 

 

 

Belen Quio Trujillo

 

Y si mi voz no fuere escuchada
si se perdiere en el vacío de los rectos
si navegara entre las nómadas para volver a mí,
entre las nómadas que me reverdecen.

 
Entonces volvería,
volvería violenta
volvería en grito desenfrenado
volvería en las lágrimas derramadas,
en las lágrimas naturalizadas
en el dolor
en el miedo y el castigo
para unirse a las nómadas
y encender la voz
nuestra voz
que arde profundamente
en la pena hecha revolución.

 

 

 

 

Liah Ramos

 

Para mi compa

la que no pudo correr más rápido ni defenderse porque eran más de tres los que la perseguían

la que no dijo NO por miedo a amanecer muerta y convertirse en la hija desaparecida, de las
que a diario encabezan los titulares de las noticias

la que confío tanto en él que ni siquiera sospecho cuando la citó en aquel lote baldío para
reclamarle por haberlo terminado

la que al cumplir siete años, en vez de recibir un regalo, fue torturada y abusada hasta causarle
la muerte

la que terminó encarcelada por matar a su agresor la noche que abusó de ella y sus hermanas

la quinceañera a la que llamaron puta después de obligarla a parir al hijo de su propio padre

la que fue abusada durante meses sin que nadie lo supiera, pero cuando decidió hablarlo fue
asesinada, aunque todo mundo dijo que se había suicidio

la estudiante de secundaria que después de que la manosearon en el metro, empezó a usar
vendas en los pechos

a la que nadie le creyó cuando dijo que su padre le besaba el cuello y le acariciaba las piernas

la que cedió a las peticiones sexuales del coyote por miedo a que la dejara abandonada en el
desierto

la que fue estrangulada por el padre de la hija que aún llevaba en el vientre

la que fue apuñalada, mutilada y denigrada en todos los medios de nota roja

la que fue secuestrada por el taxista que desvió el camino para abusarla y luego callarla para
siempre

les digo
que sus nombres no se olvidan
y cada vez suenan más fuerte
porque todas somos Fátima
todas somos Marisela
todas somos Lesvy
todas somos la madre que busca a su hija desaparecida
todas tenemos el corazón entre los dientes
todas somos resistencia

 

 

 

 

Diana González Cortezano

 

Declaraciones

 

I

Palabras huecas
tradiciones violentas
continuidad desatendida
condición de indiferencia.
Mecanismos políticos inservibles.

 
Hay cosas que son,
pero antes no estaban.
Consolidación de nuestros cuerpos.
Habitar lo que puede ser,
lo que queremos que sea.
Juntas.

 

II

Tránsito infinito;
correr en la avenida
no vayas sola
no vayas
no tomes un taxi
ni camines en esa calle
ni en esa
al otro lado,
alguien observa.

 
Rostro imperceptible
que nos persigue la respiración
la sombra
y la vida.
Desesperación;
¿cómo serán sus ojos?
Ojalá no lo sepamos nunca.

 

III

Nos concentramos ante el dolor.
Rotas,
insoportablemente rotas.
Componiéndonos la vida
después de
cada tropiezo,
cada vacío,
cada arrebato,
de todos los arrebatos.

 

IV

La rabia es nuestra herencia
ante el despojo interminable.
A nosotras nos tocas
y te incendias.

 
De entre tanto disturbio
hemos resurgido de los pedazos,
infranqueables.

 

V

Por mi mamá
por mi abuela
por mis tías
por mis amigas
que de todo me cuidan
y las cuido.

 
Por nosotras
tomo todas las balas
para que se me quiebren entre los dedos,
combato todos los demonios
vuelo a pedazos todos los muros
busco en todas las oscuridades
rompo la contracorriente,
para que nunca
dejen de mirar
ni dejen de sentirse
vivas,
como raíz en tierra fértil.

 
Para volvernos a ver
y llegar,

 
siempre.

 

 

 

Estrella Guzmán Toledo

 

 

Hasta el último sendero

 

Adiós, mamá, ya es hora de ir a la escuela.
Con cuidado, hija, anda y despídete de la abuela.
Luego, voy de prisa que ya se me hace tarde.
Nada de tarde, despídete antes de que me enfade.
Siempre es lo mismo antes de salir,
hacen todo un show como si fuera a morir
pero siempre vuelvo sana y salva a casa
y aún así antes de salir siempre me abraza.
A toda prisa llego esquivando gente a tomar el metro,
no puedo esperar el vagón de mujeres, en ese entro.
Vamos tan apretados que no puedo ni moverme
y el asqueroso señor de allá no deja de verme.
Cada vez está más cerca de mí, ¡viejo loco!
Falta solo una estación -aguanta un poco-.
Salgo entre el tumulto de gente del vagón,
me siento aliviada -ya terminó la tensión-.
Me voy por un callejón casi corriendo,
¡el señor del metro me está siguiendo!
-Hubiera salido antes, cómo soy terca-
no sé qué hacer, cada vez está más cerca.

 
Abro los ojos, ¿dónde estoy?
¿Qué es este lugar? ¡¿Dónde estoy?!
Qué es esto… estoy en una cama amarrada
¡me quiero ir! -comencé a gritar exaltada-.
De pronto escucho que de golpe abren la puerta,
¡es él! ¡El señor del metro! ¡¿Por qué no estuve alerta?!
El viejo marrano se acerca y comienza a desnudarme…
trato de gritar, pero él me golpea para callarme.
No sé cuánto tiempo pasó, para mí fue eterno,
me siento como esas noches solitarias de invierno…
“la pasamos rico, zorra” me dijo el muy cerdo,
no contuve el llanto, daría todo por borrar su recuerdo.
Así pasaron largos siguientes cinco días,
día y noche me tocaba -sentía que me moría-.
Una tarde por accidente dejó la puerta abierta,
me siento muerta, pero quiero mi vida de vuelta.
Salgo. Veo la luz. Corro, corro y no me detengo,
me vio y comenzó a gritar -¡qué mala suerte tengo!-.
Sacó una escopeta, en total fueron siete disparos…
caigo al piso, solo puedo ver a lo lejos dos faros.

 
No tengo ganas de vivir, tengo mucho miedo,
me siento débil… -en el viento me pierdo-…
la sangre sale por mi boca, me cuesta respirar,
como desearía a mi mamá volver a abrazar…
No estoy triste porque al fin podré descansar,
estoy harta de que día y noche me tenga que violar.
No quiero este final, pero tampoco quiero sufrir,
quiero estar completa, libre, quiero dejar de sentir.
Seguro te dirán que fue mi manera de vestir,
que yo me lo busqué por así salir.
Dirán que fue mi culpa, que soy una puta
o quizá que me equivoqué de ruta.
Mami, yo quería luchar por mi vida
¡pero no me dejaron! Fue una batalla perdida…
y cuando yazca muerta en un agujero,
tú, mami, tú búscame hasta el último sendero.

 

 

 

 

Regina Villarreal Betancourt

 

 

Que mi vientre decida 

 

a quién le va a regalar una vida.

 
Que mi cuerpo se encargue
de acobijar un hogar
o que simplemente prefiera
que no sea así.

 
Que mi vientre decida
por quién y cuándo
va a permitir estirarse
hasta que me nazcan estrías
o que simplemente no sea así.

 
Con tu ley pagarás
el daño que me haré
si mi vientre decide por ti.

 
Tú no pagarás
las cuentas de esa vida,
ni tendrás tu templo
bañado de estrías,
ni te encargarás
de enseñarle valores,
ni lo educarás,
ni un buen ejemplo le darás.

 
¿Por qué?

 
¿Por qué regalar una vida no
a quién no queremos
que nazca?

 
Que mi vientre decida,
porque se arriesgará
a dar una vida no deseada
o a acabar con la mía.

 

 

 

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