Poesía ucraniana: Natalka Bilotserkivets

Leemos poesía ucraniana. Leemos, en versión de Rubén Márquez Máximo, un poema de Natalka Bilotserkivets (1954). Su poesía está cercana al acmeísmo y al simbolismo francés. Sus libros fueron un acontecimiento en la Ucrania de los años ochenta. Su poema “No moriremos en París” se ha convertido en un himno para la generación post Chernóbil​. Actualmente trabaja en Kiev como editora. El poema aquí leemos pertenece al libro Central Hotel, ganador del premio al Libro del Año en 2004.

 

 

 

 

 

 

Hotel Central

 

para alguien

 
En una de las ciudades donde el tiempo es incierto
el destino caprichoso nos reconoce
ahí donde puedes eschuchar jazz por la noche
y las campanas de los arcos góticos por la mañana
ahí donde los nenúfares florecen en los canales
y la gente toma café y más tarde toma cerveza
y las bicicletas de alegres colegialas vuelan
como rebaños por dulces caminos

 
sus mochilas brillantes y ligeras
sus piernas largas sus caderas delgadas
Dios mío una vez fuimos como ellas
hace diez veinte o treinta años
pero deja atrás tu momentánea lástima
hay un Hotel Central en cada ciudad
para aquellos como tú que no son nadie para nadie

 
ahí desempacas tus ordinarias cosas
te quitas los lentes
lavas tu cuerpo tomas un trago
y aprietas el botón de la TV de pago
hay todo lo que quieres y como lo querrías
cierras los ojos
entra la música de la noche
y toma las habitaciones del Hotel Central

 
a las tres de la madrugada Dios como en un cuadro del Bosco
vendrá a los salones celestiales
con insectos tocando clarines
con mosquitos bebiendo sumisa sangre
con ranas y caracoles
con peces también
y todo tu amor
es caviar en los depósitos del infierno

 
sólo la lucha de un débil y miserable esclavo
de un ser humano con el Espíritu golpeado
se esparce por los muros
él esculpe y dobla tu cuerpo
lo arroja a una tina de estiércol
lo saca y lo sacude con sus dos dedos
lo mira y lo escucha

 
como la primera mirada compasiva
como el primer roce de un “te amo” sombrío
como el estallido del sol en los pliegues de una cortina
en el Hotel Central te encuentras con el nuevo día

 
y cada día es como tu última oportunidad
y cada noche es el último momento
mientras los nenúfares florecen en los canales
y las bicicletas de ansiosas colegiadas vuelan

 

 

 

 

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